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Avanza profesionalización del servicio público

Hegel Cortés Miranda

Uno de los enormes retos del gobierno actual, desde el inicio de la administración, fue combatir el flagelo de la corrupción que tanto daño patrimonial, económico y social le infligió por décadas a la sociedad mexicana.

El desprestigio fue tal, que se antojaba imposible devolverle al ciudadano la confianza perdida en el trabajador del Estado.

Para volver a colocar a la administración pública en el lugar preponderante que se merece, se propuso un plan sexenal integral con miras de continuidad transexenal.

Es el Programa Nacional de Combate a la Corrupción y a la Impunidad 2018 – 2024, publicado por la Secretaría de la Función Pública desde el inicio de la actual administración federal.

Ahí se establecen objetivos prioritarios con sus distintas acciones y, una de las más relevantes, es el relanzamiento de la profesionalización de las personas servidoras públicas.

La profesionalización no solo se refiere a los grados académicos, también implica la experiencia, los conocimientos, habilidades, especialización, trayectoria, ética y responsabilidad en el ejercicio de la función pública.

Estamos hablando de una necesidad permanente de diversificar las opciones de formación, capacitación, certificación de aptitudes, habilidades y destrezas, así como de la obtención de grados académicos para quienes van a ingresar o ya laboran para el Estado.

La profesionalización es así, un círculo virtuoso que inicia con la preparación previa al ingreso del servicio público y debe convertirse en una actividad de aprendizaje imparable durante el desempeño de la función pública.

Es brindarle al servidor público las herramientas necesarias que le permitan actuar con el mayor nivel posible de eficiencia, eficacia y efectividad.

En el gobierno de Claudia Sheinbaum, en la Ciudad de México, se está tomando con esa seriedad profesionalizar el servicio público porque contribuye a erradicar la corrupción, mejora las políticas públicas y aumenta la calidad de la atención ciudadana.

Como parte de esta dinámica de profesionalización imparable, esta semana un centenar de personas servidoras públicas que laboran en diferentes dependencias del gobierno capitalino, culminaron sus estudios de maestría.

Las imparte la Escuela de Administración Pública de la CdMx, y son: Gestión Pública para la Buena Administración, y Gestión Integral del Riesgo de Desastres, dos posgrados diseñados para dar respuesta a problemáticas específicas que enfrenta nuestra capital.

Ambas propician el pensamiento crítico, es decir: lo que es válido para hoy no necesariamente lo es para el mañana y, al mismo tiempo, motivan al educando a la toma de conciencia de un ejercicio pública responsable, ético y honesto.

Tienen una duración de 1,200 horas cada una y hasta ahora van 301 egresados titulados en las dos maestrías. El siguiente reto es duplicar la matrícula la próxima generación.

Así, se avanza en la profesionalización de la función pública en la CdMx y, aunque falta mucho por hacer, se empieza a recuperar la confianza ciudadana en las y los servidores públicos.

A las y los ciudadanos, nos toca tomar conciencia de que el país es nuestro patrimonio y, en consecuencia, debemos pugnar por instaurar sistemas como el servicio civil de carrera, que ha quedado pendiente.

Los beneficios de una función pública profesionalizada son inmediatos: eficiente prestación de bienes y servicios, erradicación de la corrupción y un servicio público neutral, libre de tendencias político partidistas. Ese es el rumbo.

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