¿Cómo ha evolucionado el intercambio entre Canadá y México a casi 30 años del TLCAN? (II y último)

Jesús Martínez Soriano

Toronto, Canadá. A principios de la década de los 90, en el marco del primer viaje al extranjero que quien esto escribe realizó a Toronto, se discutía la posible firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) entre Canadá, Estados Unidos y México. En los debates que como estudiantes atestiguábamos en las aulas universitarias, previo a esa aventura, había escepticismo acerca de las ventajas que la apertura comercial conllevaría para nuestro país, pero también existía un gran interés y atracción por la vinculación más estrecha que tendríamos con Norteamérica. Entre quienes meses más tarde observaríamos ese proceso desde Canadá, que pronto sería uno de nuestros futuros socios comerciales, prevalecía un gran optimismo, y hasta cierta euforia, pues aspirábamos alcanzar un nivel de desarrollo similar al suyo. Como señalábamos en la entrega anterior, en este país México estaba de moda y muchos sectores locales auguraban una rápida y significativa expansión en los niveles de intercambio entre las dos naciones. Pero ¿Cuál era la situación entre Canadá y México previa al TLCAN? y ¿Qué ha ocurrido entre ambos países en estos casi 30 años de libre comercio?

El intercambio México-Canadá previo al TLCAN

Comentábamos que cuando se planteó el ingreso de México al TLCAN, a principio de los 90, nuestro país era tan desconocido para los canadienses, tanto como Canadá lo era para nosotros. En aquella época no existía el Internet ni las computadoras, ni los dispositivos móviles. Para la mayoría de la gente en ambos países el conocimiento de uno sobre el otro se circunscribía a lo que informaban los medios tradicionales, sobre todo la televisión. Y ese desconocimiento mutuo se reflejaba en nuestros niveles de intercambio. De acuerdo con el Banco Mundial, en 1994, el año en que entraba en vigencia el TLCAN, Canadá exportaba a México únicamente el 0.46% de su producción total, lo que ubicaba a nuestro país en un lejano treceavo lugar. En contrapartida, México ocupaba el cuarto lugar entre los importadores de Canadá, aunque representando únicamente el 2.21% del total.

Para México, por su parte, Canadá era, en ese mismo año, 1994, el segundo principal destino de sus exportaciones, aunque con un porcentaje muy bajo, 2.53%, y ocupaba el cuarto sitio entre sus importadores, proveyendo un insignificante 2.04% del total, según la misma fuente. Como se puede observar en los cuadros respectivos, el intercambio entre ambos alcanzaba cifras muy similares y demasiado reducidas, que no rebasaban más allá del 2%, ya sea en venta o compras de bienes y servicios, como se puede observar en los cuadros respectivos. No está por demás recordar que, tanto para Canadá como para México, Estados Unidos tenía y aún continúa teniendo el mayor peso del intercambio comercial.

¿Qué ha ocurrido en los casi 30 años de libre comercio entre ambos países?

El cuadro similar al que presentamos previamente, pero actualizado a 2019, constituye una radiografía bastante interesante acerca de la evolución de los intercambios comerciales de ambos países; en primer término y enfocándonos al aspecto que más nos interesa para fines de este análisis, los datos ofrecidos por el Banco Mundial reflejan que el intercambio entre México y Canadá permanece prácticamente en los mismos niveles, después de casi 30 años, a pesar del libre comercio. México pasó de ser el treceavo lugar del destino de las importaciones canadienses en 1994, al quinto sitio en 2019, pero con un incremento cuantitativo casi intrascendente, de 0.46% a 1.24%. En el rubro de las importaciones de nuestro país a la nación de la hoja de arce, se aprecia un avance un poco más significativo, aunque nada espectacular, de 2.21% a 6.15%. Dos aspectos adicionales de esta radiografía llaman la atención: Por un lado, la diversificación discreta pero importante, alcanzada por la economía canadiense, reduciendo en cinco puntos porcentuales su dependencia de Estados Unidos, tanto en importaciones como en exportaciones; y, por otra parte, la emergencia de China como el segundo proveedor y receptor de bienes y servicios de las dos naciones: Canadá y México.

Para México, durante esas mismas tres décadas el nivel de sus exportaciones hacia Canadá prácticamente se mantuvo en el mismo nivel, con un ligero incremento, de 2.53% en 1994 a 3.10% en 2019. Una situación similar ocurrió con las exportaciones canadienses, que aumentaron mínimamente, de 2.09% en 1994, a 2.66% en 2019. El dato relevante del intercambio que México mantuvo con el resto del mundo en este periodo es el considerable incremento de las importaciones provenientes de China.

De la euforia al desdén

Como señalábamos en la entrega anterior, en la etapa previa a la firma del TLCAN, principios de los 90, en el extremo norte del continente México estaba de moda y ello alimentaba todavía más el optimismo que prevalecía entre los mexicanos que aquí nos encontrábamos y de muchos más en nuestro país, acerca de los cambios que devendrían. El ambiente entonces se vivía contrasta con el que hoy se percibe por allá acerca del T-MEC, que entre el actual gobierno parece ser visto con animadversión, y entre la gente común con indiferencia y desdén, de acuerdo con la información que reportan los medios mexicanos. Para quienes nos tocó vivir la época en que entraba en vigencia el TLCAN, mediados de los 90, hoy tan satanizada, atestiguamos el tránsito en nuestro país de una economía cerrada a una abierta, que conllevó el ingreso de una diversidad de marcas, establecimientos y comercios de todo tipo, a los que anteriormente no teníamos acceso: Converse, Nike, Starbucks, Costco, Sam’s Club, etc. Muchos latinoamericanos que hoy residen en Torornto se sorprenden al enterarse que la mayoría de las grandes compañías transnacionales que aquí operan también tienen presencia en México.

A pesar de que nuestro país no dio el gran salto a un nivel cercano al desarrollo, que era la expectativa que muchos nos formulamos, cuando todas las condiciones parecían estar dadas para ello, México si experimentó cambios positivos que, sin embargo, para muchos hoy parecen ser ignorados. No obstante, existen aspectos en que los avances fueron francamente limitados o hasta intrascendentes. Uno de ellos es nuestra relación con Canadá, país con el que los niveles de intercambio prácticamente se mantienen en el mismo nivel de hace tres décadas, cuyo futuro parece demasiado incierto. Por un lado, debido a la prevalencia en México de un gobierno que ve con desinterés, desconfianza y hasta animadversión hacia el norte de nuestro continente. Y, por el otro, por la rivalidad existente entre Estados Unidos y China, que está obligando a reorientar grandes flujos de inversión estadounidenses y canadienses, de la zona de Asia a otras regiones del mundo, entre las que México no parece estar considerado por obvias razones. Las expectativas en el corto y mediano plazos, pues, no parecen en muy halagadoras.