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Opinión y propuesta

Mtro. Andrés Vázquez López

(Primera parte)

En una democracia consolidada, la posibilidad de revocación del mandato de alguna autoridad, incluso de la máxima; sería visto con absoluta normalidad. Pero eso en una democracia consolidada. En cambio, en una incipiente como la mexicana, las cosas no son así y los mexicanos asistimos a una serie de situaciones que rayan en lo absurdo.

Comencemos por las razones: ¿Por qué es importante la revocación de mandato? Máxime cuando desde ya, sabemos el resultado: El presidente saldrá victorioso, mostrando músculo frente a la Oposición. Pero lo cierto es que ni falta le hace, ya que su Partido y sus aliados, controlan ambas Cámaras del Congreso Federal, así como la mayoría de las gubernaturas estatales. Pues la revocación de mandato es importante, no por el resultado de este ejercicio en particular, sino por el ejercicio en sí; para dejarle claro a los mexicanos que es el pueblo, a través de los mecanismos democráticos que se ha dado, quien puede poner y quitar a sus autoridades.

Quizá en este sexenio, según dicen prácticamente todas las casas encuestadoras; la mayoría de los mexicanos simpaticen con el Gobierno actual, pero quién sabe si ello sucederá en el futuro. Y los ciudadanos de este país, deben saber que en su Constitución existe una herramienta que les permite remover al propio presidente de la República si lo consideran necesario; y todo por vías perfectamente legítimas, legales y democráticas. La próxima revocación de mandato es una aportación a la cultura política, para el presente y sobre todo para el futuro.

Sin embargo, pese a los beneficios que en materia de cultura democrática un ejercicio como éste pueda traer, del lado del Gobierno las cosas se hicieron mal. A pesar de que Morena y sus aliados tienen mayoría en ambas Cámaras, no tuvieron la precaución de ajustar el marco legal primero y convocar a la revocación de mandato después. Una vez que el ejercicio comenzó, el Gobierno y sus aliados cayeron en la cuenta que los funcionarios públicos no podrían hacer propaganda a favor de la continuidad del presidente en su cargo sin violar la ley y a toro pasado, buscaron ajustar el marco jurídico por la vía del fast track. Lo consiguieron en el Legislativo, pero no contaban con la astucia de la Oposición, quien ahora sí hizo su trabajo y les recordó la no retroactividad de la ley y con ello la imposibilidad de cambiar las reglas una vez iniciado el ejercicio revocatorio. Finalmente, el Tribunal Electoral terminó dándoles la razón y cerrando la puerta a los excesos morenistas. Error de principiantes.

Pero el colmo, es definitivamente la Oposición. Pese al éxito arriba mencionado, en frenar al Gobierno, la Oposición ha brillado por su ausencia. ¿No es la Oposición la que, desde antes incluso de la última campaña presidencial nos dijo que el presidente era un peligro para México? ¿No nos han dicho desde la mismísima toma de posesión que TODO, absolutamente TODO lo que hace este Gobierno está mal? ¿No es la Oposición la que no se ha cansado de señalar con razón o sin ella, que este Gobierno no sabe hacer nada bien? ¿Qué es tan corrupto como cualquier otro? ¿No es la Oposición a la que no le alcanzan las horas del día para señalar los errores, las fallas y las incapacidades de este Gobierno en todos los campos? ¿Es la misma Oposición de la que estamos hablando? ¿El PRI, el PAN y el PRD en primer lugar? ¿Sí son ellos?

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