Opinión y Propuesta.
Andrés Vázquez López
Durante años los mexicanos nos hemos dado de topes cuando en las noticias se reporta que tal o cual juez dejó libre o exoneró o declaró inocente o todas las anteriores, a personajes no sólo cuya reputación, sino los hechos, demuestran que recurrentemente comenten delitos contra la sociedad. Una y otra vez.
Lo mismo los hay cuando se trata de delincuentes de cuello blanco, que han saqueado las arcas públicas y/o han hecho negocios mal habidos al amparo del poder; que pequeños delincuentes, quienes, a menor escala, asolan a los ciudadanos; ya sea mediante el robo, el secuestro, el homicidio y un largo etcétera; y que, además, acumulan varios ingresos y salidas de los diferentes centros penitenciarios.
Todo ésto duele, porque lastima a la sociedad. Los primeros cada que se campean a sus anchas, regodeándose en la impunidad que les da sus tratos con el poder corrupto. Los hemos visto por años y en todos los partidos. El daño que causan, es indirecto; porque no le roban a alguien en particular, sino que más bien, nos ven la cara a todos, como conjunto. Y lo peor, es el mensaje que mandan: En México se puede delinquir y no pasa nada. Delinquir en México, es un buen negocio. El deterioro al tejido social en este sentido, ha llegado a tal grado que incluso hay en nuestro país muchos jóvenes que únicamente ven como un horizonte prometedor, unirse a la delincuencia para salir de la pobreza. Un fracaso total de nuestro país.
Los segundos, porque cometen delitos directos contra las familias mexicanas. Cada que les roban lo que con tanto esfuerzo se ganan. Cada que lastiman a uno de sus miembros o cada que, de plano, les quitan la libertad o hasta la vida. El daño aquí, como ya se ha dicho, es directo y violento.
Pero si todo eso duele y lastima, la cereza del pastel que corona todo este sinsentido, es cuando los jueces terminan dejando libres a quienes han cometido estas tropelías. Muchas veces se debe a un tecnicismo. Una falta de atención, voluntaria o no; en la integración de los expedientes judiciales, los cuales son aprovechados por los delincuentes y sus defensores, para escurrírsele a la ley y salir sin polvo y mancha. Impolutos. Una y otra vez, en todos los niveles.
Otras, es porque los jueces están presuntamente coludidos con ellos. Y todo ésto hace que el Poder Judicial, sea percibido por un lado como ineficaz. Como un conjunto de instancias que no dan el resultado para el que fueron creadas: Impartir justicia.
Lo anterior, se suma al hecho de que, de los tres Poderes del Estado; es el Judicial el que también se percibe como el más alejado a los ciudadanos, puesto que es el único que no nace de la decisión democrática de éstos, sino más bien se integra mediante una serie de mecanismos constitucionales distintos a una elección. Y es por ello que, efectivamente; los jueces sienten que no le deben su puesto a los ciudadanos. Y es quizá por lo mismo, que algunos pudieran sentir que no están a su servicio. Cuando que sí.
Por razones como las ya dichas, es necesaria una reforma al Poder Judicial. No sabemos cuál es esa reforma. Morena y sus aliados han puesto sobre la mesa su propuesta. Seguimos esperando que la Oposición haga lo propio, y no se quede en el simplismo ramplón de tratar de obstruir todo lo que venga del oficialismo; para que entonces, la política funcione y lleguen a los mejores acuerdos para todos los ciudadanos.
Ojalá que sí.