• Spotify
  • Mapa Covid19

Para el 2022

 

Luis David Fernández Araya

La lógica del capital es la rentabilidad económica, la del trabajo es el salario digno y la del Estado democrático y social de derecho es el bienestar de la ciudadanía y al que la mayoría social no accede sin del concurso de lo público. Por ello el Estado debe regular y redistribuir socialmente la renta, el ingreso generado en la economía, aplicando impuestos justos, equitativos y suficientes, por un lado, y dotando de servicios públicos e infraestructuras a la población, en especial provecho de los más débiles, por el otro.

 

Ahora bien, hay déficit creciente en las finanzas públicas españolas porque quienes deberían pagar su parte no lo hacen. El impuesto de sociedades recauda cada día menos, el ahorro financiero tributa a un costo más bajo que los salarios, el capital empresarial, en general, disfruta de exenciones fiscales de pago de todo tipo, y el financiero dispone de “guaridas fiscales” internacionales para evadir. Las grandes tecnológicas hacen ingeniería financiera para reducir resultados y colocar las ganancias residuales en donde más le conviene. A la riqueza patrimonial se la exime con el peregrino fundamento de haber tributado cuando se constituyó con los ahorros iniciales, como si ser rico fuera una condición que se adquiere de una vez y sin obligaciones solidarias posteriores. Elusión y fraude conforman la explicación del déficit público y la carencia de ingresos públicos ajustados al gasto necesario para la prestación de los servicios públicos.

 

El 78% de los impuestos en México vienen del ISR y del IVA. El primero lo pagan los trabajadores y el segundo, aun cuando son los que aplican al consumo de todos, afectan injustamente a los más vulnerables porque suponen una parte más que proporcional de sus ingresos. El sistema de recaudación en México cada vez avanza más de manera positiva, pero comparativamente con otros sistemas en otros países está muy por debajo si lo medimos en términos de presión global sobre el PIB.

 

Lo más perverso es que sumas astronómicas de la deuda pública derivada de este sistema fiscal insuficiente están gestionadas, y en muchos casos son su propiedad, por fondos de inversión constituidos con la tesorería liberada, evadida y eludida a través de los mecanismos anteriormente explicados. Se están manifestando señales de que dinero en circulación emitido puede presionar a la demanda y a la subida de los precios y al tipo de intereses en el mercado financiero, en particular el de los bonos públicos. El temor a más déficit, en realidad, no es la deuda sino la cotización diaria de la misma que, ante una subida de tipos, bajará de precio la deuda previamente emitida, afectando el patrimonio de los fondos especulativos que operan en el mercado financiero.

 

El SAT debe diferenciar a los que han abusado en los sexenios anteriores, llámense privados como gobiernos y hace ver que los que, si pagamos fuera un delito, además de ser un dilema falso, porque la fiscalidad está en los presupuestos que se sancionan parlamentariamente y democráticamente, es un eslogan oportunista. Quienes lo proclaman no desprecian las subvenciones y las ayudas de Estado que han recibido.

 

 

@DrLuisDavidFer

Compartir:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *