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Estamos hechos de amor y guerra; secreto azteca revelado

La más reciente publicación del libro Secreto Azteca de la autoría del afamado escritor del renacimiento mexicano Leopoldo Mendívil López constituye una gran obra de las paradojas que enfrentaron nuestros antepasados aztecas y que de alguna manera u otra siguen vivas en los mexicanos de hoy, da información clave, cuestiona mitos, personajes, recrea, entretiene y ayuda a nutrir en el pensamiento colectivo para un reencuentro y fortalecimiento de nuestras raíces.

El personaje principal es Nezahualcóyotl quien portaba la sabiduría Tolteca que le heredó su padre y el espíritu bélico Mexica de parte de su madre. Su padre, Ixtlilxóchitl; emperador de Texcoco, convencido en los principios toltecas y el legado de amor y paz de Quetzalcóatl procuró la unificación de las tribus y clanes, pero fue traicionado por Tezozómoc de Azcapotzalco lo que llevó a su pueblo a sufrir violaciones, genocidios, ejecuciones y mucho sufrimiento.

Nezahualcóyotl logró escapar, en su éxodo se enfrentó a dilemas existenciales que detonaron sus circunstancias de vida. La principal era precisamente la que había en su sangre, si optar por ya no luchar y hacer la guerra, entregarse a una vida de perfeccionamiento de sí mismo, espiritualidad, paz y amor, procurando la sabiduría Tolteca o si por el contrario debía asumir el liderazgo que su propio linaje le posibilitaban y debía congregar aliados a Texcoco y enemigos de Azcapotzalco para hacer la guerra.

En esos dilemas, Nezhualcóyotl se encuentra con aquellos que le reclaman fuertemente al personaje histórico de Ce Ácatl Topilsin Quetzalcóatl su legado, en esos señalamientos lo acusan de cobarde por no haber querido siquiera dar el visto bueno para hacer la guerra contra los que atacaron y masacraron al pueblo. Y aquí hago un pequeño paréntesis, si bien Leopoldo siempre ha expuesto los cuestionamientos a todos; desde la Biblia, el Papa, Washington y principalmente a los héroes nacionales, en defensa de Seakatl, cabe destacar que él fue alguien que en los inicios de su vida se dedicó a hacer la guerra, el momento en el que renuncia a ella fue tras una batalla en la que los ejércitos de Tepoztlán se enfrentarían a los ejércitos de Culhuacán liderados por Mauyolotl, ellos pactaron que no debían morir todos, que fuera una batalla solo entre Seakatl y Mauyolotl, al final ganó Seakatl. Pero ello no dejó contento a Seakatl, por la gran admiración a la valía de Mauyolotl, decidió dejar la guerra y convertirse en Monje, podríamos decir que es el único Avatar que se iluminó matando.

A la fecha somos producto; al igual que Nezahualcóyotl, de esa constante dualidad; es decir, procurar la paz o la integración es una aspiración de vida espectacular, encontrarse a sí mismo, vivir una vida espiritualmente plena en armonía con la naturaleza, pero basta con un violento que perturbe esa paz y allí es cuando estos se empoderan y más cuando el pacífico renunció a luchar.

Al final el Dios que ha imperado desde la caída de Ixtlixóchitl en Texcoco ya no es Quetzalcóatl; el dios del amor, sino que en la pirámide fue y sigue siendo Huitzilopochtli; dios de la guerra. Por lo que al igual que las artes marciales más sutiles hay que mantener siempre el amor, la paz y la serenidad, pero estar siempre alerta para el momento que hay que salir a luchar, al grito de guerra para defender a un hijo, un ser amado, la naturaleza o a tu pueblo.

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