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La alfabetización y el desarrollo en América Latina

Eduardo Campos Martínez

Todo aquel ciudadano mayor de 15 años con limitaciones para leer y escribir es considerado analfabeta. Se conocen tres tipos: el absoluto, el secundario -con muy pocos conocimientos al respecto- y el funcional, que sabe leer y escribir, pero no desarrolló habilidades de comprensión lectora. Según la UNESCO, en el mundo hay 793 millones de analfabetas, de los cuales en América Latina se localizan 36 millones, posicionándose en la cuarta región con mejores índices de alfabetización con un 98%. Los países declarados como libres de analfabetismo por la UNESCO son; Cuba, Nicaragua, Venezuela y Bolivia, en contraste, los países con el menor índice de alfabetización son Belice y Haití.

En los últimos años, gracias a los programas nacionales implementados por varios países, el avance en este rubro ha sido sustancial, como es el caso de Chile que, desde el 2010, con el programa “contigo aprendo” liderado por el Ministerio de Educación y la Universidad Nacional de Chile que, a través de 6 mil monitores integrados por profesores jubilados y especialistas -estrategia que logró en 17 años disminuir del 4.5% al 1.3% de analfabetas. En Brasil a través del “Programa de Educación Básica para Adultos” que comprenden a 17,088 facilitadores, 2,900 ingenieros y 105 traductores de lenguas originarias, en un plazo de 12 años lograron disminuir del 2.6% al 1.9%. En Ecuador, del 2011 al 2014, a través del programa “Escuela de educación básica para jóvenes y adultos” pasando del 12.1% al 5.8%, lo que lo posiciona ahora muy cercano a la media regional. El ejemplo de avance en la región lo tiene Nicaragua que logró en 2009 su menor índice por debajo del 11% dando un gran salto comparado al 20.7% que presentaba en el año 2000.

Así como Nicaragua, Bolivia y Venezuela adoptaron el programa cubano “Yo sí puedo” diseñado por la pedagoga Leonela Relys e implementado en Cuba entre 2002 y 2016; en todos los casos los índices de alfabetización aumentaron considerablemente hasta llegar al grado de la declaratoria de países libres de analfabetismo.

Este programa consta de tres etapas; adiestramiento, enseñanza de lecto-escritura y consolidación siguiendo tres máximas: escuchar y ver, oído y ojo; escuchar y leer, oído y libro y escuchar y escribir, oído y lápiz. Para tales objetivos tiene el apoyo de material audiovisual y de un facilitador, son 65 clases y 17 videos bajo la integración de una relación de números con letras. Las etapas formativas son tres y tienen duración diferente. De las 65 clases que completan el método, 10 se dedican a la primera etapa de adiestramiento, 42 a la etapa principal de aprendizaje de la lectura y escritura, y 13 a la de consolidación. Completando el curso en un máximo de 3 meses y hasta 7 semanas. Ha sido traducido a varios idiomas y términos de efectividad ha logrado grandes resultados. Las críticas que ha recibido se refieren a que es una estructura de conocimientos muy mecanizada con poca enseñanza de análisis y creación de criterios propios respecto a más conocimiento científico.

Es evidente para cualquier estadística o mínimo análisis que el analfabetismo está íntimamente relacionado con la pobreza y los bajos índices de desarrollo humano, entre otras cosas, porque ante menos preparación académica las opciones laborales se reducen drásticamente, el desempleo aumenta. Ante la falta de formación académica se generan sentimientos de rezago y baja autoestima, lo que restringe la capacidad de respuesta ante oportunidades de mejora en el ser humano. De igual forma los hijos de padres analfabetas tienen muy baja posibilidad de éxito en la escuela ya que se genera un “círculo de ignorancia” que mantiene a los niños y jóvenes en una lucha constante en encontrar los beneficios de asisitir a la escuela; en relación a la salud, la comprensión de los mensajes de prevención de enfermedades e higiene no permite que las campañas de salud tengan el éxito esperado.

En términos generales de bienestar, el anafabetismo resulta muy caro para los gobiernos, el gasto para abatir este rubro es mucho menor a las consecuencias que ocasiona. En los países donde la brecha entre ricos y pobres es amplia, se logra una compensación generalizada pero los índices más bajos se concentran entre los más pobres y de zonas rurales. La clave radica en invertir en el conocimiento partiendo del más básico y cualquier inversión tendrá mejores frutos.

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