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Eduardo Campos Martínez

El pasado 29 de agosto el grupo armado Movimiento Sadrista se enfrentó a sus adversarios en la Zona Verde de Bagdad resultando decenas de muertos y centenares de heridos; esto tras el anuncio de la renuncia de la vida política de su líder Muqtada al-Sadr. Este movimiento surgió en el año 2003 como resistencia a la ocupación norteamericana en Irak, el líder religioso después de comandar los movimientos armados desde el clérigo Chií decidió incursionar en la vida política del país, teniendo su principal presencia en las zonas más pobres y una mayoría social en la capital Bagdad.

En el periodo de reconstrucción de Irak tras la guerra, su partido ha participado activamente en la política. En 2006 apoyó al primer ministro Nouri al-Maliki, también chií, del partido Dawa, y varios miembros de su partido fueron ministros, pero se retiraron en 2007 del gobierno. En 2010 volvió a apoyar a al-Maliki dándole una ventaja decisiva sobre sus rivales. En 2016 lidera la oposición al primer ministro Haidar al-Abadi al que reclama un gobierno tecnócrata frente al reparto tradicional de poder por cuotas de clanes y partidos.

En Irak, las votaciones se hacen por listas que cada partido registra, lo que hace proporcional la ocupación de escaños en el parlamento. En las votaciones de octubre de 2021, los Sadristas lograron 73 escaños de 329, lo que los posiciona como la primer fuerza política en el parlamento, seguido del partido Alianza Fatah, con 48 escaños. Dentro del sistema de elección es el parlamento quien elige al presidente de la república y a los integrantes del gabinete, es por ello la importancia, el único proceso de votación directa en ese país es el de parlamentarios.

El movimiento Sadrista ha aumentado su popularidad, pero en especial la figura de Muqtada ha crecido exponencialmente con gran aceptación. Durante el régimen de Sadam Hussein toda su familia fue asesinada, siendo él el único sobreviviente. Este hecho le dio mucha presencia ante la ciudadanía, el nacionalismo de sus expresiones contra la invasión estadounidense y el discurso contra la corrupción ha generado que el número de seguidores aumente de manera sostenida. Después del contundente triunfo electoral y ante la imposibilidad de logar un acuerdo con sus adversarios, al-Sadr orientó una serie de movilizaciones sociales entre las que destacan la toma del parlamento y la ocupación de la Zona Verde mediante un multitudinario campamento. Después de una serie de intentos de acuerdos decidió que los diputados afines renunciaran a los escaños, bajo el argumento de negarse a formar parte de un gobierno corrupto. El pasado 29 de agosto anunció su retiro de la vida política, esto se interpretó en la comunidad internacional como un mensaje de inconformidad por no alcanzar los acuerdos necesarios para regularizar la vida pública de Irak, ya que desde hace 10 meses no se tiene conformado el poder ejecutivo. Después de los enfrentamientos en la Zona Verde, al-Sadr emitió un video mensaje donde pide a sus seguidores cesar los enfrentamientos recordándoles que son parte de un “proceso democrático revolucionario pacífico” y esos actos van en contra de sus principios.

Muqtada al-Sadr es reconocido como un estratega militar, temido en la comunidad por su determinación contra sus adversarios, el gobierno de los Estados Unidos lo ha catalogado como “el hombre más peligroso de Irak” pero, a su vez, es el personaje más popular y más querido por la mayoría del pueblo iraquí. Es importante analizar la influencia que los Estados Unidos tienen en los adversarios de este personaje ya que parece obvia la presión ante ellos para limitar la llegada de algún afín a los Sadristas por su frontal oposición a la presencia militar norteamericana que prevalece en ese país. Por otro lado, el gobierno francés expresó su voluntad para colaborar en trabajos de conciliación para el diálogo, lo que fue inmediatamente refutado por al-Sadr argumentando que con sus adversarios se ha agotado el diálogo y mas aún la confianza ante el no cumplimiento de acuerdos anteriores. Estos actos podrían ser el reinicio de una escalada de violencia en esa región que parece no tener una calma duradera, pues siguen vigentes las consecuencias de la intervención militar de los Estados Unidos desde el año 2003.

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