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Letras Desnudas

Mario Caballero

“Cuando trato de ver, en los diferentes tiempos, en las diferentes épocas, en los diferentes pueblos, cuál ha sido la causa eficiente que ha provocado la ruina de las clases que gobernaban, veo perfectamente tal acontecimiento, tal hombre, tal causa accidental o superficial, pero podéis creer que la causa real, la causa eficiente que hace que los hombres pierdan el poder es que se han hecho indignos de ejercerlo”.

El mensaje que Alexis de Tocqueville dirigió a los franceses para reconocer la indignación social ante los abusos del poder y para advertir que en las entrañas de la sociedad se gestaba el movimiento que poco tiempo después lograría un grandioso cambio político en el país, es precisamente el que usted acaba de leer, pronunciado el 27 de enero de 1848.

Con esto introduzco esta columna para explicar que los cambios en la vida pública no se dan en la abundancia, ni siquiera en la miseria, sino en el agravio. Sí, son los abusos, las ofensas y las humillaciones los que hacen insostenibles cualquier arreglo del poder. Es por eso que el PRI y el PAN fueron desechados. No tuvieron la mínima oportunidad de arreglarse con la sociedad para no quedar tan borrados del mapa, ni con el movimiento que ganó la Presidencia de la República en 2018 y que ahora gobierna 22 estados del país con el respaldo de la gente.

UN BOTÓN DE MUESTRA

En Chiapas, los partidos que nos gobernaron (PRI, PRD, PVEM) provocaron hartazgo entre la población. Sus gobiernos fueron un festín de rapiña. Mientras los chiapanecos sufrían hambre y carecían de oportunidades, los funcionarios compraban ranchos, residencias de lujo y dilapidaban millones de pesos. Claro, con cargo al erario.

Lo peor del asunto fue la complicidad que hubo entre los presidentes de la República y los gobernadores.

Un botón de muestra es lo ocurrido en noviembre de 2007, cuando en Juan de Grijalva, comunidad de Ostuacán, un deslizamiento de tierra provocó un tsunami sobre el majestuoso río Grijalva que destruyó casi por completo dicho poblado, resultando más de dos docenas de desaparecidos. El entonces gobernador Juan Sabines Guerrero y el expresidente Felipe Calderón llegaron al lugar, pero por morbo.

Caminaron sobre los escombros donde alguna vez hubo un pueblo. Repartieron abrazos, condolencias y se tomaron fotos con los damnificados. Fue un espectáculo de indolencia y simulación. Prometieron construir una nueva ciudad, moderna, con todos los servicios, que según ofrecería una mejor calidad de vida para los habitantes.

Y sí la construyeron, ¿pero qué pasó?

La llamada ciudad rural sustentable “Nuevo Juan de Grijalva” tan sólo fue una tapadera de corrupción en la que empresarios, fundaciones, funcionarios de la ONU, servidores públicos estatales y federales, entre ellos Sabines Guerrero, fueron señalados de desvío de recursos públicos. Aparte, fue abandonada poco tiempo después, ya que no era habitable, ni segura y tampoco se ajustaba a las necesidades de la población supuestamente beneficiada.

Pero este es tan sólo un ejemplo de la relación de complicidades y corrupción que prevaleció entre los mandatarios. El expresidente panista visitó a Chiapas en muchas ocasiones, pero nunca hubo un beneficio real para los chiapanecos.

TOTALMENTE DISTINTO

La relación que hoy atestiguamos entre el presidente López Obrador y el gobernador Rutilio Escandón Cadenas es un asunto totalmente distinto. Sin parangón.

La relación entre ambos se funda en la convicción de que el poder debe estar al servicio del pueblo, no para servirse de él. Y bajo ese entendimiento los mecanismos del poder se han venido modificando sustancialmente para abrir paso a cambios fundamentales en los temas políticos y sociales.

No puede pasar desapercibido que esta manera de ver y comprender el poder radica en la formación que ellos tuvieron desde que pusieron el primer pie en los escabrosos caminos de la política.

El doctor Escandón Cadenas, por su parte, nació en un hogar humilde y en medio de una realidad marcada por los conflictos armados y las luchas por la tenencia de la tierra, y en algún momento de su adolescencia confesó que quería ser médico porque en su pueblo (municipio Venustiano Carranza) no había ninguno. Y ante ese entorno de injusticia, demostró desde muy joven la percepción que tenía de la situación que se vivía en Chiapas palpando con sus propias manos que el desastre social era consecuencia del abandono de los gobiernos.

Él nunca fue del PRI, sino surgió para la política desde las trincheras de la izquierda y siendo consciente de las necesidades de la gente pobre. Por lo mismo, participó en distintos movimientos a favor de la democracia, los derechos humanos, la libertad de expresión, la atención de las comunidades indígenas, entre otros.

Fue peleando esas batallas donde conoció a Andrés Manuel López Obrador, el mayor aliado que tiene actualmente su gobierno, quien es otro personaje que durante toda su trayectoria política ha luchado por mejores condiciones de vida para la gente humilde y hoy está empeñado en transformar la vida pública de México.

EXCELENTES NOTICIAS

Por este vínculo entre los dos mandatarios a los que también les une una amistad de casi treinta años, es la razón por la que en el gobierno morenista se han destinado mayores recursos para el combate a la pobreza, la desigualdad, la marginación, la obra pública, la educación, la vivienda y los servicios de salud.

Por ejemplo, en la reciente visita del primer mandatario, quien vino a supervisar la construcción de las sucursales del Banco del Bienestar y a constatar los avances del Tren Maya y de los resultados de la estrategia de seguridad en el estado, se habló de que Chiapas, junto con Oaxaca y Guerrero, es la entidad que más presupuesto recibe para el bienestar de la población, por un monto de 30 mil millones de pesos cada año.

Claro está que la tarea de cambiar la realidad de Chiapas no es y no ha sido sencilla. Al definir la agenda política se tuvo que cuestionar lo habitual, deshacerse de los vicios heredados, convocar a una adhesión social, diseñar nuevas estrategias y oxigenar la política.

Fue así que entre AMLO y Rutilio lograron, a través de los programas del bienestar, atacar de raíz la delincuencia en Chiapas y, con la ejecución de obras públicas, como el Tren Maya o la modernización vial y ferroviaria, beneficiar a cientos de chiapanecos en materia de empleos, salud, fomento al turismo y educación.

No queda duda que gracias al compañerismo de López Obrador ha habido mayor certeza en el gobierno del doctor Escandón Cadenas.

Parte de esa certeza ha sido la cooperación institucional que permitió que Chiapas se encuentre en los estados más seguros del país; el impulso del bienestar en los hogares; el esfuerzo que se hace frente a la pobreza y la desigualdad mediante estrategias y políticas públicas; el destino de apoyos sociales a sectores de la población antes abandonados, como los adultos mayores, personas con discapacidad, estudiantes de todos los niveles, jóvenes, mujeres embarazadas, trabajadores del campo y del mar, en fin.

Son excelentes noticias por donde se vea. Resultados de una relación política entre dos gobernantes que tienen una nueva visión del futuro que quieren para el país y los chiapanecos, y la voluntad política para alcanzar las transformaciones que México y Chiapas necesita.

@_MarioCaballero

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