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Letras Desnudas

Mario Caballero

Una de las cosas que me gustó de Morena fue que desde su surgimiento como partido político logró algo que parecía imposible en aquellos años, sobre todo durante las elecciones de 2018. Esto es, devolverle a la gente las ganas de volver a creer en la política.

Nadie podrá negar que la elección de 2018 fue una verdadera fiesta democrática gracias a que Morena y su candidato presidencial, Andrés Manuel López Obrador, convencieron a la gente a salir a votar con base a sus buenas propuestas y a la promesa de erradicar la corrupción.

Ese año no sólo ganaron la Presidencia y algunos estados, entre ellos Chiapas, sino reconfiguraron el mapa político, para tres años más tarde ser gobierno en 23 entidades de la República, incluyendo la de San Luis Potosí, que obtuvo mediante coalición y que es encabezado por un político del Verde.

Este 2024, Morena llega con un significativo apoyo ciudadano, el cual le brinda grandes posibilidades de retener la Presidencia. No obstante, ha comenzado a repetir los mismos errores que tanto criticó de sus oponentes. Entre otros, postular a políticos impresentables. Como muchos a los que seleccionó recientemente para las candidaturas a las diputaciones federales.

EL DIABLITO

Comienzo por cuestionar la candidatura de Roberto Albores Gleason, al que la coalición Sigamos Haciendo Historia tuvo la grandiosa idea de lanzar para el distrito electoral federal número ocho, con cabecera en Comitán de Domínguez, obvio tras las siglas del Partido del Trabajo, su nueva militancia.

Preguntar en qué estaban pensando en Morena al momento de postular a Albores Gleason suena a una pregunta estúpida. Sobre todo, porque nada se sabe sobre las encuestas que supuestamente se realizaron para la selección de los candidatos. Es más, ni siquiera se sabe si en verdad se llevaron a cabo. Lo que nos permite suponer que dichas candidaturas se cocinaron en la opacidad, por “dedazo”, por imposición a placer y capricho, como las que tanto se le criticaron al PRI.

Pensemos que sí realizó las encuestas, pero ¿Albores fue el que alcanzó el puntaje más alto entre los demás aspirantes a dicha candidatura? Nada más ponerlo así suena ilógico.

Admito que el nombre de Albores podría ser es conocido en su tierra natal debido al famoso apellido de su familia, pero de ahí que la gente lo haya elegido entre el resto de los aspirantes a pesar de su descrédito es difícil de creer.

Una de dos. O los comitecos son muy tontos o Morena nos está engañando. Como sea, Roberto Albores acarrea desprestigio a la coalición oficialista amén que su postulación representa un superlativo acto de incongruencia.

Para empezar, Albores no tiene ni de lejos ninguna historia con el movimiento obradorista, sino es un político que hasta hace poco era del PRI, cuya última encomienda que desempeñó tras estas siglas fue la de candidato a la gubernatura, donde despotricó contra Morena, el entonces candidato Rutilio Escandón y, por supuesto, el hoy presidente López Obrador, al que en reiteradas ocasiones calificó de mentiroso y de ser “un peligro para México”.

Para terminar, no es posible que Morena, partido que le ha declarado la guerra a la corrupción y al viejo régimen neoliberal, al que estuvo ligado Roberto Albores siendo senador de la República entre 2012 y 2018, haya respaldado a este político que posiblemente está involucrado en el fraude a Segalmex y que ocupando otros cargos como secretario estatal fue señalado de desvío de recursos públicos, nepotismo, tráfico de influencias y abuso de poder.

Por tanto, fue una incongruencia candidatear a un expriista que tanto difamó al movimiento, que presuntamente le pagó 10 millones de pesos a Amadeo Espinosa Ramos para que lo impulsara al Gobierno del Estado por el PT y que hoy aparece en la lista de candidatos a diputados federales mediante un proceso poco transparente.

ZEBADÚA

Otro impresentable en la lista es Joaquín Zebadúa Alva, quien a pesar de no haber hecho nada en los pasados tres años por su distrito electoral con sede en Pichucalco, va por la reelección.

Al PRI mucho se le criticó por postular a gente incompetente e irresponsable a los cargos legislativos, que nada más llegaban al Congreso de la Unión a cobrar un jugoso sueldo por aprobar a ciegas todo lo que su partido les ordenaba. Ahora, Morena hace lo mismo.

Nadie en ese partido podrá desmentir que Zebadúa Alva es un político inútil, que nada más utilizó a la gente de ese distrito para alcanzar una curul en la Cámara de Diputados, porque después nunca más volvió a visitar ninguno de los 22 municipios que comprende dicha demarcación electoral. No se le conoce ninguna gestión, ninguna iniciativa en beneficio de sus representados, sino sólo se dedicó a hacer grilla a favor de uno de los aspirantes a la gubernatura y, lo que es peor, en contra del hoy precandidato Eduardo Ramírez Aguilar.

Para más inri, la candidatura representa para Joaquín Zebadúa una puerta de escape a la impunidad. Puesto que hasta nuestros días siguen pendientes las acusaciones en su contra por peculado, malversación de recursos públicos, enriquecimiento ilícito y fraude.

No olvidemos que durante su gestión como alcalde de Berriozábal (2018-2021) fue señalado, entre otras cosas, por desfalcar el erario municipal por más de 45 millones de pesos, que eran fondos etiquetados para la rehabilitación de la red de agua potable y cuya obra quedó inconclusa y en algunos tramos ni siquiera se realizó.

EL MEMO

El último candidato impresentable en esta lista es Guillermo Santiago Rodríguez, mayormente conocido como “diputado tómbola”. Su cargo más reciente fue el de director del Instituto Mexicano de la Juventud.

Memo es un tipo con suerte, nada más. De ahí en adelante no tiene ningún mérito personal y menos profesional, ya que hasta donde se sabe sigue sin concluir la carrera en Ciencias de la Comunicación que dejó tirada antes de 2015, cuando Morena le dio una diputación federal plurinominal mediante el proceso de insaculación, es decir, su nombre salió de una tómbola y así se hizo diputado.

Lo más triste de este personaje que fue seleccionado por el distrito federal número nueve, con cabecera en Tuxtla Gutiérrez, siendo originario de San Cristóbal, es que después de hacer todo un alboroto con la gira “La gran robadera”, según para exhibir los actos de corrupción de la administración pasada, hoy es él el que tiene que aclarar los presuntos desvíos de los recursos y las becas del Imjuve, su sorprendente riqueza y, por si fuera poco, su relación con el grupo criminal conocido como “Los Motonetos”.

Fuentes a este columnista revelan que Memo Santiago utilizó los fondos de las becas para presuntamente financiar a mencionado grupo criminal, ya que según documentos de la dependencia la mayoría de éstas fueron destinadas a la zona norte de San Cristóbal, donde esta banda delincuencial, acusada de secuestros y asesinatos en ese municipio, tiene su guarida.

yomariocaballero@gmail.com

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