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Letras Desnudas

Mario Caballero

La condena del senador Ricardo Monreal a las agresiones contra el ejercicio del periodismo en México, me hizo recordar la historia de Camille Desmoulins, quien era abogado y político igual que él y un profundo defensor de la libertad de prensa. Fue republicano y apoyó la Revolución Francesa.

Desmoulins no era un francés de la alta burguesía. Por el contrario, venía de algo similar a lo que en la actualidad llamamos clases medias. Aun así, logró convertirse en uno de los personajes más relevantes de la Revolución.

Se educó leyendo casi exclusivamente a autores griegos y romanos. Terminó sus estudios de abogado el 7 de marzo de 1785, pero nunca pudo convertirse en un abogado prominente a pesar de su gran inteligencia, sus conocimientos, y fue por su problema en el habla. No es que tartamudeara, pero sí balbuceaba.

Comenzó a dar sus primeros pasos en la política a sus 28 años de edad. Ahí conoció a Maximiliano Robespierre, de quien fue un gran amigo y compañero de mil batallas.

Con él se opuso a la iniciativa que pretendía dividir o más bien partir a los cuerpos políticos en dos: políticos activos y políticos pasivos. También estuvieron en contra de la declaración de guerra. Sin embargo, cuando Robespierre llegó al poder como miembro del Comité de Salvación Pública, que instituyó el régimen de terror (periodo caracterizado por la brutal represión por parte de los revolucionarios), Desmoulins se desmarcó de su amigo y comenzó a apoyar posiciones políticas más moderadas.

Desmoulins creía que la política era para servir al pueblo, no para servirse de él. Por tanto, el 12 de enero de 1793 votó a favor de la muerte del tirano Luis XVI, y posteriormente secundó a Arthur de Dillon en la condena del régimen de terror. Esto significaría el principio del fin de su amistad con Robespierre.

El 5 de diciembre del mismo año, publicó el primer número del periódico Le Vieux Cordelier (“El viejo cordelero”), que él fundó y desde el que protagonizó la crítica más ferviente al régimen implantado por el gobierno de comités. Con la aparición de su tercer número, la ruptura con Robespierre se acentuó, mientras Camille Desmoulins se decantó por el apoyo a la política de Georges Danton y emprendió con mucha mayor fuerza su actividad en el diario, creyendo que a través del cuestionamiento a las decisiones del poder y los abusos de sus integrantes lograría impulsar cambios de importancia para el país.

En el séptimo número de la gaceta, publicó: “¿Qué distingue a la república de la monarquía? Una sola cosa; libertad para hablar y libertad para escribir. Si se permitiera la libertad de prensa en Moscú, mañana Moscú sería una república. Así es que, a pesar de Luis XVI y las dos facciones de derecha, y de todo el gobierno, conspiradores y realistas, la libertad de prensa por sí sola nos ha llevado de la mano hacia el 10 de agosto y terminando con una monarquía de mil quinientos años casi sin derramamiento de sangre”.

Y concluía: “¿Cuál es la mejor defensa de un pueblo libre contra las invasiones de los déspotas? Es la libertad de prensa. ¿Y el siguiente mejor? Es la libertad de prensa. Y después de eso, lo mejor sigue siendo la libertad de prensa”.

LA CONDENA

Por eso las palabras de Ricardo Monreal me recordaron la lucha de Desmoulins. Pues 229 años después fue otro político el que habla de que es fundamental para la transformación del país lograr que prevalezca la libertad de prensa. Y precisamente en el marco del Día Mundial de la Libertad de Prensa, el senador zacatecano condenó las agresiones que pretenden inhibir o reprimir el ejercicio periodístico.

Monreal siempre me ha parecido un político que está casado con la realidad de México y que es un hombre que pertenece a su tiempo. No es alguien que hable nomás por hablar o que lance peroratas tratando de quedar bien con alguien. Además, no es de esos actores políticos que anda detrás de los reflectores. Su carrera y sus buenos resultados son los que hablan por él. Prueba de ello es que nunca ha perdido una elección.

Cuando felicita, lo hace con toda humildad y sinceridad. Y cuando cuestiona o critica, lo hace con los pelos de la burra en la mano. Para muestra un botón. La crítica al gobernador de Veracruz, Cuitláhuac García, al que acusó de utilizar figuras jurídicas inconstitucionales para reprimir a la oposición. Después de ello se supo que el gobernador morenista tenía a más de mil personas en la cárcel de manera injustificada.

Pero aparte de ello, la condena que hizo sobre las agresiones contra medios y periodistas es de lo más pertinente, ya que no sólo confirma lo antes dicho sino también pone el dedo en la llaga. Sí, ahí donde otros legisladores no han querido ni siquiera hablar; ahí donde los funcionarios del nivel federal han sido omisos; ahí donde una de las presidenciables ha incluso ha abonado a la violencia contra la prensa; ahí donde nadie ha hecho nada para evitar que sigan los ataques y los asesinatos de periodistas.

Lamento mucho decir que al momento de redactar esta columna se dio la noticia de que otro periodista fue asesinado. Se trata de Luis Enrique Ramírez Ramos, director del portal Fuentes Fidedignas. Su cuerpo fue encontrado en un camino de terracería cercano al ejido El Ranchito, en Culiacán, Sinaloa. Con él suman nueve periodistas asesinados en lo que va del año.

“Tenemos mucho que hacer para lograr las mejores causas para el ejercicio del periodismo; por eso, en nuestro ámbito de acciones, nos empeñamos en que la libertad de prensa prevalezca, se afiance en el marco de la transformación de México”, dijo.

Ricardo Monreal no está equivocado. Las y los periodistas merecen la protección de sus derechos, que las autoridades diseñen estrategias para que puedan ejercer su profesión con seguridad y libertad, que se empleen mejores protocolos de actuación ante las agresiones y exista un pacto de no agresión en contra de ellos. Porque un periodista no es un enemigo, sino un agente de cambio que con su trabajo de informar, reportar, cuestionar y opinar, nutre la pluralidad y fortalece la democracia.

Mejor todavía, lo dicho por Monreal debe tomarse como un llamado a todos los funcionarios, de todos los órdenes de gobierno, a no insistir en la polarización política y en no continuar con la violencia verbal contra la prensa. Porque ha sido a partir de ello que los crímenes contra medios y periodistas se recrudeció.

FELICITACIONES

El tres de mayo, Monreal felicitó a la prensa por su aportación al flujo informativo, a la generación de opiniones y a la dinámica de la democracia. También se condolió por las y los periodistas que han sido privados de su vida. “Mi abrazo solidario para las familias, para los medios donde trabajaban y para las comunidades que nos privamos de su presencia”.

Por mi parte, también lo felicito. Pues tuvo el valor para levantar la voz a favor del gremio periodístico. Lo hizo con sensatez y a pesar de ser parte del sistema que mucho ha contribuido a agravar la violencia contra los comunicadores.

Esto último, desde luego, no es un asunto cualquiera. Y habla de la congruencia, prudencia y del compromiso social que le caracteriza. Lo aplaudo.

yomariocaballero@gmail.com

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