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Letras Desnudas

Mario Caballero

Hasta al momento, le ha salido muy barato a Marcelo Ebrard la relación con Juan Sabines Guerrero. No ha pasado de una que otra crítica a nivel local y de un refilón en la prensa nacional. Pero de existir una verdadera alianza entre ellos, el historial de Sabines podría indudablemente socavar las aspiraciones del canciller.

En lo personal, siempre he creído que Ebrard es uno de los funcionarios más inteligentes y preparados del gobierno federal y uno de los políticos más influyentes de México y América Latina. Sin embargo, a la hora de elegir a sus aliados encuentra su propia desgracia.

Recordemos que él fue el principal promotor de la carrera política de Miguel Ángel Mancera. Primero lo impulsó como procurador de justicia del Distrito Federal durante su gobierno. Por último, lo hizo candidato a la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México cuando Mancera era la cuarta opción. La primera era Alejandra Barrales, a la que Ebrard le perdió la confianza; la segunda era Mario Delgado, que no creció en las encuestas; la tercera fue Martí Batres, quien no tenía empatía con Marcelo, y hasta el final, el chabacano Mancera, al que el hoy canciller regañaba frente a todos durante las juntas de trabajo por su poca seriedad y carácter liviano.

Miguel Mancera terminó siendo el sustituto de Ebrard por obra del mismo Ebrard. Pero una mañana, seducido por el poder que nubla a las mentes débiles, lo traicionó. Salió ante los medios a decir que Marcelo era culpable de las irregularidades en la Línea 12 del Metro, tanto de construcción como financieras.

En consecuencia, Ebrard tuvo que exiliarse en París y, conocedor de las reglas de la política mexicana, guardó silencio ante la embestida que se le venía encima. Incluso, la alianza que Mancera trabó con el gobierno de Peña Nieto le impidió ser diputado suplente en la elección de 2015. Y regresó a la política hasta que lo mandó a llamar el presidente Andrés Manuel López Obrador, que lo nombró como uno de los coordinadores electorales de Morena.

¿LA MISMA HISTORIA?

Una historia muy similar podría sucederle si continúa su relación con Juan Sabines Guerrero.

Hoy, Juan Sabines dice que le ve un gran futuro político a Marcelo Ebrard. En junio pasado, dijo para un medio de comunicación local: “Tiene una gran trayectoria, tiene un gran pasado y también un gran futuro, sin duda alguna. El canciller no para, es muy activo, es muy dinámico, aún con Covid-19 resuelve problemas y da instrucciones como la de apoyar a los estados de la República”. Pero no siempre fue así.

Sabines tiene un doctorado en oportunismo. Cuando supo que Felipe Calderón había ganado la elección presidencial, rápidamente salió a felicitarlo y se convirtió en uno de sus mayores aplaudidores. No le importó que Andrés Manuel López Obrador hubiera sido pieza clave para que él obtuviera la candidatura al gobierno del estado. Simplemente, lo traicionó.

Esto, por supuesto, le agenció una buena relación con el panista que lo colmó de todo tipo de beneficios económicos y de protección ante las acusaciones de corrupción y desvío de recursos públicos.

Y así, enfermo de poder y lleno de estupefacientes como estaba, alucinó con ser candidato a la presidencia con el apoyo de Calderón. Se sintió, inclusive, capaz de enfrentarse a Peña Nieto. Por lo mismo, le jugó las contras a Marcelo Ebrard mediante una campaña de desprestigio, ya que también éste era aspirante del PRD a la presidencia de la República. Supongo que esto no lo ha olvidado el secretario de Relaciones Exteriores, que no es ningún tonto.

Dicho esto, sorprende que lo tenga como aliado. Peor aún, que esté corriendo el riesgo de ser nuevamente bloqueado o, por lo menos, salir manchado por la corrupción de Sabines Guerrero.

¿QUÉ LE VE?

Juan Sabines presume ser un estadista y un gran asesor político. No es lo uno ni lo otro. Es, con todo rigor, un oportunista y un cínico cualquiera.

Esto puede verse en la forma en que está utilizando el consulado para alimentar su hambre de poder. Más allá de la falta de resultados de su gestión, está el abandono del cargo. Pues está más tiempo en México que atendiendo sus responsabilidades en Orlando. Es decir, cobra un jugoso sueldo sin trabajar.

Últimamente, se le ha visto acompañando a la presidenta municipal de Acapulco, Abelina López, de quien presume ser su asesor. Pero la verdad es que en esa ciudad, Sabines tiene grandes intereses inmobiliarios. En otras palabras, está abusando de la confianza de la alcaldesa para obtener facilidades, protección y recursos públicos para seguir haciendo negocios al amparo del poder. A cambio, le da unas palmaditas en la espalda y realiza una que otra gestión, sí, aprovechándose de su nombramiento diplomático. Esto, en una sola palabra, se llama oportunismo.

Esto seguramente lo sabe Marcelo Ebrard. Por lo que también sorprende que lo esté consintiendo. No es todo. Le ha autorizado a Sabines que lo represente en las gestiones. Tal como sucedió en días recientes en los que él firmó una carta de intención entre la alcaldesa y el ejecutivo de la empresa Red Meters, David Moth, para la rehabilitación de dos plantas tratadoras de aguas residuales, en la que le instruyó a Sabines hacerse cargo de las gestiones antes autoridades y empresas de Estados Unidos.

Insisto: Ebrard no es ningún tonto. Pero ¿por qué tanta confianza? ¿Acaso no recuerda que Juan Sabines siendo gobernador de Chiapas utilizó obras como ésta para desviar recursos públicos?

Ahí tenemos, verbigracia, el proyecto de mejoramiento urbano y saneamiento del río Sabinal, en Tuxtla Gutiérrez, que según sería la Venecia chiapaneca, pero que sólo sirvió para el desvío de más de 300 millones de pesos a través de la Fundación Hombre Naturaleza, A.C., presidida por el cantante Emmanuel, quien fue de los artistas más beneficiados durante el sabinato.

No sería insensato pensar que las supuestas gestiones que hará para la realización de las obras de Acapulco, le servirán para seguir llenándose los bolsillos con dinero ilícito.

VAYA PAREJA

Como cereza en el pastel: Isabel Aguilera de Sabines, quien también presume ser asesora política de Abelina López. Quizá la alcaldesa del puerto de Acapulco desconoce con qué tipo de fichitas se está metiendo. De “Chabelita”, sólo por mencionar algo, acabó con el inventario de la Casa de las Artesanías de Chiapas. Hay registros de que se llevó toda la mercancía de ámbar, como aretes, pulseras, collares; asimismo vestidos tradicionales, bordados, sombreros, etcétera. Al respecto, no se sabe si terminaron en su alhajero, en su caja de seguridad o en una tienda de su propiedad en Estados Unidos. Una pareja tal para cual.

LA APUESTA

Conclusión: que pareciera que Marcelo Ebrard tiene una apuesta en Juan Sabines Guerrero, apuesta que hasta el momento le ha salido muy barata. Ahí donde muchos miramos oportunismo, él tal vez mira una oportunidad. Se está dejando seducir por cantos de sirena. Como la nota que Sabines hizo que se publicara el mismo día que el canciller visitó Chiapas, donde presume que lo acompañó en el citado evento de Acapulco, con la pretensión de demostrarle que tiene presencia en el estado y control sobre algunos medios.

@_MarioCaballero

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