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Letras Desnudas

Mario Caballero

A lo largo de la vida del PRI han surgido distintos grupos de poder que han operado desde la clandestinidad con una solvencia política y económica inimaginable. Son manipuladores, capaces de desaparecer a cualquiera que estorbe a sus planes y cuyo propósito siempre ha sido la retención del poder. Nunca se han detenido a pensar en la cursi idea de gobernar para el bien común.

UN POCO DE HISTORIA

Uno de esos grupos, y quizá el más importante, es el llamado Grupo Atlacomulco que para muchos es el mejor mito jamás contado.

Todos en el PRI lo niegan y tal vez tengan fuertes motivos para hacerlo. En 2011, el exgobernador del Estado de México, Eruviel Ávila, dijo: “Este denominado grupo yo no lo conozco, no existe. Yo tengo años de participar en el PRI y nunca lo conocí”. Pero una cosa es que traten de negar su existencia y otra muy diferente que no exista en verdad.

Como si se tratara de una leyenda urbana como la llorona o el chupacabras, se cuenta que todo empezó en 1904 cuando una bruja de Atlacomulco, de nombre Francisca Castro Montiel, predijo que de ese pueblo marginado y empobrecido saldrían seis gobernadores y que uno de ellos llegaría a ser Presidente de México. Al final, esa profecía se hizo realidad.

Esta mujer se encargó de darle identidad a esta agrupación política que con el transcurrir de los años se dio cuenta que el poder político conduce al poder económico. Aunque los priistas lo desconozcan, hay evidencias que está integrado por un linaje de familias que gobernaron el Estado de México desde el siglo diecinueve y que fue el que llevó a Enrique Peña Nieto a convertirse en presidente de la República.

El Grupo Atlacomulco no está legalmente constituido. No tiene papeles. Tampoco reglas definidas, ni ritos de iniciación como cualquier culto secreto, ni requisitos de ingreso, pero eso no lo hace menos real.

Su actividad política puede rastrearse siguiendo los apellidos por varias épocas. En 1890, por ejemplo, cuando Maximinio Montiel Olmos (abuelo del exgobernador Arturo Montiel) agrupó a políticos del lugar para defenderse de los embates de los aliados porfiristas. En ese entonces, Atlacomulco era un pueblo sin importancia, desconocido.

La hermandad de Atlacomulco surgió de las familias más acaudaladas de dicho pueblo y de Acambay, que se unieron con el propósito de defender sus privilegios a finales del siglo XIX. Se considera a Isidro Fabela Alfaro como el fundador de la agrupación. Sin embargo, según los estudiosos del tema Carlos Hank González fue quien llegaría a ser el máximo exponente de esa cofradía que, sin reconocimiento legal alguno y sin ningún código de conducta, logró tener el control total de esa entidad que llega hasta el anterior gobernador del Estado de México, el priista Alfredo del Mazo Maza.

Cierto día, Hank González le dijo a un reportero: “No hay ningún grupo político en el Estado de México”. Antes, la Secretaría de Gobernación había elaborado un expediente del profesor Carlos Hank a través de la relación que tenía con éste cuando fue gobernador de dicha entidad.

Por esa investigación se supo que Isidro Fabela fue impuesto como gobernador del Estado de México por el expresidente Manuel Ávila Camacho. Ya en el poder se rodeó de amigos para administrar los recursos y ejercer el control político. Uno de ellos fue su pariente Alfredo del Mazo Vélez, pero el más importante de todos fue el profesor rural Carlos Hank, con quien hizo una serie de negocios con dinero público. Básicamente esas transacciones no eran ilegales, pero sí inmorales.

Carlos Hank era originario de Pachuca, Hidalgo, y fue registrado en Atlacomulco de acuerdo con el acta de nacimiento número 471. Era de orígenes humildes, que en sus años de infancia y juventud solía vender dulces caseros de casa en casa para sostenerse económicamente. Gracias a la amistad con Fabela llegó a ser director de Gobernación en el Estado de México, diputado federal y quiso ser senador, pero la oposición del entonces secretario de Recursos Hidráulicos, Alfredo del Mazo, impidió que llegara al Senado.

Hank González se enriqueció de manera brutal con los recursos destinados a la introducción de la red de agua potable. En complicidad con el exgobernador Fabela, construyó las primeras empresas que son parte del patrimonio y de la inmensa fortuna del clan. Según documentos guardados por la Secretaría de Gobernación, Hank quiso ser presidente de la República. Ser hijo de padre de nacionalidad alemana lo imposibilitó, pues el artículo 82 constitucional establecía como requisito obligatorio ser hijo de padre y madre mexicanos.

Aunque no logró ser presidente, dejó una auténtica maquinaria de poder en función de intereses políticos y económicos por los que han pasado los Del Mazo, los Montiel, los Peña. Otros integrantes de esa mafia son el expresidente Adolfo López Mateos, Roberto Barrios, Alfredo Becerril Colín, subsecretario de Recursos Hidráulicos en la administración de López Mateos, y el obispo de Toluca, Arturo Vélez Martínez.

Desde Isidro Fabela hasta Alfredo del Mazo Maza, la mayor parte de los gobernadores de esa entidad, como Alfredo del Mazo González, Alfredo del Mazo Vélez, Emilio Chuayffet, César Camacho, Arturo Montiel, Ignacio Pichardo Pagaza, Mario Ramón Beteta, entre otros, han sido identificados con ese grupo, incluso Enrique Peña Nieto que resultó ser heredero de sangre de las familias Del Mazo y Montiel.

La riqueza de esas familias les permitió tener el control del PRI y manejar a su antojo las candidaturas del partido, aunque no siempre salieron vencedores en cuanto a la presidencial. No obstante, son considerados los culpables de la centralización del poder y el control del Congreso y de las autoridades electorales en tiempos recientes. Más allá de la habilidad política que pudieran tener, es el dinero lo que mejor las representa.

De Atlacomulco han emanado políticos y caciques que durante décadas se adueñaron del destino de los mexicanos, conduciéndolos a situaciones de pobreza extrema y marginación. Hasta antes de las elecciones de 2018, mucho se hablaba de su injerencia en la mayoría de los estados del país. Imponían desde alcaldes hasta gobernadores.

En resumen, se constituyó como una cofradía política que mucho daño le hizo a México y la democracia.

EL LOGRO

Los de Atlacomulco han sido una gran escuela para los priistas. Se creyó que con la muerte de Carlos Hank en 2001, se acabaría ese legado de podredumbre que copó al priismo desde sus inicios. No fue así.

Enrique Peña Nieto, identificado como miembro de esa agrupación, desde la Presidencia los protegió y les concedió una serie de privilegios. Entre ellos, el hecho de que Alfredo del Mazo se haya quedado con el gobierno del Estado de México en 2017 después de que la candidata de Morena era la favorita y la que mayor nivel de aprobación tenía de acuerdo con las encuestas. Es decir, su triunfo electoral no fue una casualidad, sino un plan diseñado desde las entrañas del poder.

Sin embargo, con la llegada de la Cuarta Transformación el Grupo Atlacomulco está prácticamente acabado. Si algún logro en verdad destacable podemos atribuirle al gobierno de Morena, que hoy gobierna 23 estados del país, es precisamente éste: erradicar a los viejos grupos que por décadas controlaron el destino de la nación e impidieron el progreso de México.

yomariocaballero@gmail.com

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