Letras Desnudas

Mario Caballero

Vi unos minutos de la entrevista que un medio local le realizó hace unos días a Paco Rojas, en la que éste comentó que él y su partido están viendo la posibilidad de que asuma una regiduría en el próximo gobierno de Tuxtla Gutiérrez. La verdad, como dice el presidente López Obrador, ¡Ya chole!

Ciertamente, en el país existen políticos que merecen no una segunda, ni una tercera, sino varias oportunidades con tal de que alcancen el cargo público por el que tanto han luchado. Se trata de personajes nobles, inteligentes, que se han ganado el respeto de los ciudadanos, además de honrados y con buenos resultados en sus responsabilidades públicas.

En contraparte, hay muchos que mejor deberían jubilarse. Sí, emprender el retiro digno antes de seguirla regando y manchando su desacreditada imagen pública. Son políticos que tuvieron su oportunidad y la desaprovecharon. No representan nada para la sociedad. Son cartuchos quemados cuya presencia en el escenario político o su sola mención merece el repudio general.

No me cabe duda que Paco Rojas se encuentra en este segundo grupo. Incluso, calificarlo como “cartucho quemado” no le hace justicia. Es tanto su desprestigio que se complica encasillarlo en un solo adjetivo. Es más, su imagen es la misma que la de Vicente Fox: la de un tipo lenguaraz, desubicado e incongruente. Y a pesar de que ha perdido no una, ni dos, ni tres, sino cuatro elecciones al hilo, parece no admitir que ya le llegó la hora de jubilarse.

El punto es, de darse el caso, ¿qué piensa hacer con una nueva oportunidad como regidor? ¿Acaso relanzar su malograda carrera política, misma que está terminando como su carrera como ginecólogo, dando lástima?

Además, su anterior periodo como regidor se recuerda por su oportunismo y complicidad con Carlos Morales Vázquez, quien cerrará su administración como el primer político en haber logrado reelegirse como alcalde de Tuxtla Gutiérrez (gracias a su hermano Plácido que presuntamente traficó influencias en las más altas esferas del poder para conseguirle la candidatura de Morena), pero sólo para encabezar seis años de corrupción y abusos de poder. Sin olvidar su incompetencia, por supuesto.

CÓMPLICE Y SERVIL

Por ahora tengo la impresión de que son puras habladas de Paco Rojas eso de que está buscando colarse al gobierno tuxtleco como regidor. Empero, de ser cierto, me parece que se está equivocando de estrategia si su objetivo es catapultar su candidatura a la alcaldía para el 2027. ¿Por qué?

En primer lugar, Paco ya no puede engañar a la gente con el cuento de que pretende el puesto para servirle a los tuxtlecos.

Segundo, tomando en consideración el gran número de personas que votaron en su contra el pasado dos de junio, es fácil intuir que los ciudadanos ya se dieron cuenta que está obsesionado con el poder.

Un político verdaderamente interesado en servirle a la población sabe que no necesita de los cargos públicos para hacerlo. También puede serle útil a la sociedad a través del voluntariado, organizando campañas de colectas o médicas, participando en proyectos altruistas, ofreciendo servicios comunitarios, etcétera.

Pero para Paco si no hay un beneficio político y económico de por medio, no mueve un dedo a favor de la sociedad. Prueba de ello es que no hizo nada por los tuxtlecos durante los pasados tres años.

Perdió la elección de 2021, su tercera consecutiva a la presidencia municipal, ¿y cómo demostró su vocación de servicio? ¿Qué hizo por los tuxtlecos? ¿Realizó alguna gestión? ¿Encabezó alguna causa social? O, por lo menos, ¿participó en algún movimiento de la sociedad civil? Para nada.

Siendo médico ginecólogo, dueño de uno de los sanatorios privados más grandes de la ciudad, ¿ofreció consultas gratuitas para mujeres en situación de vulnerabilidad? Tampoco.

Vaya, ni siquiera pronunció una sola denuncia en contra del gobierno de Carlos Morales después de haber armado un escándalo con eso de que impugnaría los resultados de la elección.

Es cierto, de vez en cuando salía con algún videíto en las redes sociales, pero al final le merecían el reclamo de la gente. “Oportunista”, “vividor”, “farsante”, “sinvergüenza”, fueron algunos de los epítetos que me tocó atestiguar que le proferían sin que él pudiera decir algo en su defensa. Simplemente, no le creían.

Con tantos años, ya debería saber que la gente no es tonta. Tiene memoria. Es capaz de comprender cuando un político les quiere ver la cara. Ahora, con este nuevo intento por ocupar una regiduría, seguramente será repudiado. Y con justa razón.

TRONCO DE REGIDOR

Haciendo un poco de memoria, en 2018 perdió su segunda elección sucesiva, pero logró incrustarse en el presupuesto como regidor plurinominal.

Al tomar protesta juró ser un guardián de los intereses de la gente. Así lo dijo: “Necesitamos ser una oposición responsable, ya basta de ser regidores opacos. Debemos comprometernos en nombre de los tuxtlecos porque su voto es la razón por la que estamos aquí. En mi caso, si se trata de seguir saqueando a Tuxtla, no cuenten conmigo”.

Pero, cual vil oportunista, pronto se puso del lado de Carlos Morales. Y no puede negarlo.

Cuando Morales Vázquez intentó imponer un impuesto al consumo de energía eléctrica, ¿qué dijo Paco? Que la medida era necesaria.

Ante el incremento alarmante de la delincuencia en la ciudad, donde se registraron desde asaltos bancarios hasta homicidios cometidos a plena luz del día y en zonas céntricas de la capital, guardó un profundo silencio. Reporteros de mi casa editorial lo buscaron para conocer su postura al respecto, pero evadió el tema.

Además, él fue uno de los regidores que aprobó y defendió públicamente la compra de contenedores para basura por un monto superior a los 28 millones de pesos por adjudicación directa a la empresa Veolia, la consentida de gobierno de Carlos Morales, y lo hizo a sabiendas de las irregularidades y de la corrupción que está transacción implicó.

También aprobó el incremento del impuesto predial, sin importarle que los tuxtlecos enfrentaran una situación económica complicada derivado de las consecuencias de la pandemia de Covid-19.

Por si fuera poco, no promovió ninguna acción para ayudar aunque sea con víveres a las miles de familias que perdieron sus empleos durante la emergencia sanitaria. Tampoco cuestionó la negligencia del presidente Carlos Morales que se negó inclusive a condonar o prorrogar el pago del servicio de agua potable en ese mismo periodo.

Peor todavía, nunca dijo nada por la muerte de más de 20 trabajadores del Ayuntamiento que enfermaron de coronavirus al ser obligados a trabajar en el momento más crítico de la pandemia. Trascendió que el alcalde los amenazó con despedirlos si no se presentaban a sus centros de trabajo, donde no les fue proporcionado ni gel antibacterial.

JUBILACIÓN: URGE

Paco Rojas debería pensar seriamente en retirarse de la política. Su imagen está desgastada. Ser regidor en este momento, después de su humillante fracaso en las elecciones recientes, sería insultar a la ciudadanía que tanto dice querer servirle.

Y por más que salga ahora a los medios de comunicación a alegar que otra vez le hicieron fraude, tan sólo revela que es un mal perdedor. Ese ha sido su cuento desde la elección de 2015. En lugar de hacer una autocrítica de todo lo que ha hecho mal, evade su responsabilidad. Es una mera víctima de la “mafia”. Pobrecito.

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