Roberto Morales Figueroa
Cristiano y Messi: por qué importa el equipo.
«En su vida, un hombre puede cambiar de mujer, de partido político o de religión, pero no puede cambiar de equipo de fútbol.» (Eduardo Galeano – Escritor y periodista uruguayo)
Messi ya es campeón del mundo, Cristiano Ronaldo no.
A pesar de su liderazgo y guiar con el ejemplo de la disciplina, Cristiano Ronaldo -el mejor jugador del mundo, punto se acabó- no ha podido ser campeón mundial con Portugal.
Messi en cambio, un pecho frío cuyos destellos de genialidad -innegable- parecen esconderse en momentos decisivos, tuvo la fortuna de coronarse campeón en la última edición de la Copa Mundial de la FIFA. Su equipo la Selección Argentina de futbol, disputó la muy competida final contra una joven Francia llena de estrellas en ascenso.
Francia carecía de liderazgo, Portugal lo tenía de más, Argentina tenía hambre de victoria. La gloria de Argentina se relaciona directamente con Messi, su fama mundial pesa y lo hace protagonista. La victoria obedece a un trabajo conjunto evidente.
Lionel apenas empezaba a caminar, cuando Carlos Salinas comenzaba su sexenio de la mano de un gabinete creado “a su imagen y semejanza” como lo denominó Enrique Krauze. Surgido de unas elecciones presidenciales muy discutidas, no tenía tiempo que perder y debía gobernar desde el minuto uno. Antes de tomar posesión como Presidente, Salinas envió por el mundo a Jacques Rogozinski en preparación para lo que sería el proceso privatizador de ese sexenio. Antes de hacer las cosas hay aprender a hacerlas.
Con sus claroscuros, Salinas tuvo la habilidad de armar un equipo muy capaz, que fuera evaluado por sus resultados y no por sus intenciones. El resto es historia.
Un buen equipo aligera la carga de un gobernante, hace más fácil la toma de decisiones y crea las condiciones para materializar los proyectos. Se trata de que todos encaminen los esfuerzos a un objetivo común: gobierno de resultados.
Algunos siglos atrás, los espartanos tenían muy claro que su falange era tan fuerte como el más débil de sus miembros. Dominaron la guerra por años. Actuando como una sola unidad impenetrable, el trabajo en equipo fue su base. Cada uno de ellos haciéndose responsable de su propia tarea.
En un teatro de batalla más contemporáneo, las actuales precampañas dan cuenta de la trascendencia de los equipos.
Diré una obviedad: Claudia va a ganar, de eso no hay duda. Se soporta en un equipo inmenso, que va desde su círculo más cercano, hasta el último operador de tierra en el lugar más alejado de la geografía mexicana. Sus correligionarios la respaldan y arropan. En ellos se sostiene. Su equipo la acompaña.
El tres veces doctor y cuatro veces heroico -como el Puerto de Veracruz- Samuel García se apoya principalmente en su esposa Mariana Rodríguez. Lo sabe y lo asume, aunque la idea de aceptarlo no le guste mucho. La Chavacana mayor sabe cómo utilizar las redes sociales, y aunque en esta elección no serán tan determinantes como sí lo serán en 2030, tiene sensibilidad para llegar a la gente. Al parecer Sam se deja aconsejar, sus recientes actos dan cuenta de ello. A pesar de sus limitaciones avanza.
Xóchitl en cambio, no tiene en quien apoyarse. Todo parece indicar que, si la tendencia continúa, la coalición caerá al tercer lugar, como cuando Roberto Madrazo fue candidato. “Lo que se ve no se pregunta”, dijo el maestro Juan Gabriel. Es público y notorio que a la precandidata del Frente la están dejando sola.
El liderazgo de los gobernantes es vital, pero igual de indispensable la conformación de su equipo. Estamos ya a mediados de la segunda década del Siglo XXI, hoy la sociedad demanda resultados acorde a este tiempo.
Las precampañas ya arrancaron, el destino: las elecciones del ’24. Es bueno el momento para conformar los equipos a conciencia. Y bien vale la pena recordar una sabia reflexión: “si quieres llegar rápido ve solo, si quieres llegar lejos ve acompañado”.