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HORIZONTE EDUCATIVO

Senectud y actividad sexual

Lilia Ma. Calderón/Las Margaritas, Chiapas lcalderon2009@hotmail.com

Segunda y última parte

El hombre mayor, por lo general, admite masturbarse en solitario, como medio para lograr autosatisfacción y alivio de las tensiones eróticas, mientras que la mujer añosa suele negar u ocultar este acto, y en ello influyen los prejuicios culturales sobre la sexualidad femenina, que aún persisten en la sociedad. Algunos autores sugieren que la masturbación en determinadas mujeres aumenta el sentimiento de soledad y la angustia por la falta de intimidad compartida; otros, sin embargo, aconsejan la práctica de este acto como medio eficaz para que la mujer aprenda a reconocer la calidad del orgasmo.
La existencia de prejuicios sociales con pautas culturales rígidas, así como determinadas actitudes sociales y familiares ante la vida sexual del anciano, como la censura, el reproche, el miedo, las risas o los chistes, entre otros prejuicios y mitos, propician una desinformación permanente de la temática sexual en la edad geriátrica. En otras ocasiones, la persona se convierte en destinatario de sus propios prejuicios y ello funciona como el principal responsable de la desvalorización sexual.
Lógicamente, la sexualidad en el hombre y la mujer de edad avanzada sufre modificaciones que son generadas por el propio envejecimiento fisiológico y exigen una adaptación de la conducta sexual de la pareja que propicie una sexualidad gratificante, libre de frustraciones y ansiedades que podrían conducir a la interrupción innecesaria de la actividad sexual, pero ninguno de los cambios para ambos sexos traduce disfunción sexual.
Las disfunciones sexuales que se observan en la senectud, se deben más a causas psicológicas y prejuicios sociales que a una causa orgánica. Son el resultado de conflictos neuróticos, en los que la edad lesiona la autoestima, por lo que la sexualidad en la tercera edad depende menos de lo orgánico que de lo social.
Mucho antes de arribar a la tercera edad, el individuo debe comenzar a recibir información sobre los cambios que van a ocurrir en su vida sexual con el decursar de los años. La escasa información que todavía se advierte al respecto, constituye, sin dudas, un factor principal implicado en la génesis de gran parte de los trastornos del funcionamiento sexual, que se observan en este grupo poblacional.

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