Actitud Fem
Recuerdo cuando comenzó la cuarentena. Para ese momento yo llevaba encerrada ya dos semanas y la idea de no salir de casa me estaba volviendo loca. Quería caminar, ver a mis amigas, tener una cita.
Hice muchos planes para cuando se acabara la pandemia: fiestas, reuniones, viajes en grupo y viajes en pareja. No podía soportar la idea de estar tanto tiempo en casa y me imaginaba a principios de junio paseándome por alguna playa.
Cuando avisaron que el fin de la Jornada de Sana Distancia comenzaría, me dieron ganas de llorar. Y no de alegría, como me hubiera imaginado, sino de ansiedad y estrés.
Pero más allá de lo positivo que he descubierto encerrada, la verdad es que no tengo ganas, siento aun miedo.
Cada vez que alguien me dice: cuando esto se acabe nos vemos, pienso en que no sé cómo se cuida esa persona. Todos sabemos las reglas: lavarse las manos, usar mascarilla, no tocarse el rostro. ¿Pero lo cumplen ellos? ¿Lo cumplen las demás personas con las que conviven?
La idea de que salgamos y la despreocupación de todos lleve a un segundo brote, me asusta.
Tengo conocidos que fallecieron por COVID 19 y amigos que perdieron a sus familiares, así que me tomo esto muy en serio.
Tengo ansiedad, sí, pero también paz con las medidas que tomo.
Habrá un momento en el que nos podamos volver a ver como antes, y me parece que para mí, ese momento está aún muy lejos.