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Agencias

Diario de Chiapas

Al Barcelona le sobró un minuto para conquistar la Supercopa y al Athletic le sobró fe y corazón para llevarse el trofeo a Bilbao.

Cuando los azulgranas ya descontaban el tiempo para empezar a celebrar el título, una falta en diagonal lanzada por Muniaín fue rematada por Villalibre ante la pasividad generalizada de toda la defensa, comenzando por un Jordi Alba que se agachó, y llevó el partido a una prórroga impensable… En la que apareció un imperial Iñaki Williams para conseguir un golazo, soberbio, que provocó la remontada de los leones y el hundimiento del que, pensándose campeón, se volvió a casa con las manos vacías.

Al equipo de Koeman le pesaron las piernas y le faltó el aire consumido en la semifinal del miércoles. Si respondió con presteza a la presión de la Real Sociedad, le costó mucho más imponer su ritmo ante el Athletic, que también le presionó y ante el que respondió con mucha más lentitud en la conducción del balón, con más pausa, paciencia y falto de profundidad.

El mismo 2-3 de hace diez días con el que Marcelino debutó en el banquillo de los leones se repitió, pero esta vez con los papeles cambiados. El Barça interpretó que el partido acabaría cayendo a su favor, imponiendo su calidad y su mejor remate pero no cayó en la cuenta de que enfrente tenía a un rival que para nada se iba a rendir a la evidencia.

Acabó ganando el Athletic con Messi en la caseta, expulsado después de propinar un manotazo a Villalibre para dejar en inferioridad a un Barça desesperado. Hundido… Y derrotado. El Athletic campeón. Cinco años después la Supercopa volvió a Bilbao.

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