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Agencias

Diario de Chiapas

Los Juegos Olímpicos de Tokyo 2020 pero disputados a mediados de 2021 tras un aplazamiento de un año por el coronavirus, bajaron su telón la noche del domingo (madrugada de México) con un balance surrealista para Japón y para el mundo.

Al compás de la percusión y el tema “Mundos que Compartimos” (una noción optimista pero irónica de los Juegos) Tokio entró en sintonía con París, la sede la cita de verano en 2024. Y así, los Juegos Olímpicos más extraños que se conozcan empezaron a despedirse.

Celebrados en medio de un resurgimiento de la pandemia, con el rechazo de la mayoría de los japoneses y trastornados por meses de problemas administrativos, estos Juegos presentaron una serie de obstáculos logísticos y médicos como ninguno otro. También dieron espacio a una seria discusión sobre la salud mental y, en cuanto al deporte, ofrecieron emocionantes momentos de consagraciones y varias decepciones.

“Ustedes fueron más veloces, saltaron lo más alto y fueron más fuertes porque todos estuvimos juntos y solidarios”, proclamó a Bach a la familia olímpica a la clausura los Juegos. “Esto resultó ser más admirable dados los muchos desafíos que tuvieron que afrontar debido a la pandemia. En estos momentos tan difíciles, le dieron el más preciado obsequio: la esperanza”.

“Por primera vez desde el inicio de la pandemia, el mundo entero llegar a estar juntos”, añadió.

En estos Juegos, la propia palabra “juntos” generaba pavor. Se vetó la presencia de público. Una serie de protocolos mantenían a los deportistas con mascarillas y guardando la distancia en las premiaciones, mientras se restregaban sudados en ciertas competencias. Pero no había otro remedio. Eran riesgos que podrían mitigarse, pero al mismo tiempo se tenía que seguir adelante.

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