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Editorial

Altamirano, el otro frente donde se ha desatado el diablo

En Altamirano, municipio enclavado en la zona norte del estado, ya no se sabe qué pasará ante la ola de hechos delictivos que se registran en esta región, considerada en estos momentos, “tierra de nadie.

Día con día se presentan sucesos delictivos o las disputas por el control en el ayuntamiento forman parte de los enfrentamientos que mantienen asolada la zona. El gobierno se ha mantenido ocupado en atender otros frentes que esta región se ha dado el lujo de crear grupos armados que mantienen el control político y social.

Una serie de acontecimientos en los últimos días pueden dar cuenta de ello. El viernes, por ejemplo, el grupo armado llamado 14 de Agosto al servicio del Concejo Municipal incendiaron la vivienda de la señora Raymunda Pérez, en el barrio Las Casitas.

En Altamirano la aparición del “gatillero” Gabriel Montoya Oseguera, síndico de este municipio, mantiene a raya a todo aquel que le protesta sus acciones. Los pleitos a muerte que prevalecen con los ejidatarios que no se han dejado impresionar por su poderío, mantiene a este municipio a un paso de la “guerrilla”.

La Secretaría de Gobierno en esta zona no opera pues no se ve el trabajo político y de reconciliación del delegado de Gobierno. Los llamados de auxilio para que acudan a brindar garantías han sido en balde, no hay respuesta.

El problema no es menor y por tanto el gobernador Rutilio Escandón Cadenas debe saber que las autoridades ejidales y de barrios han hecho público que el Concejo Municipal está solapado por la Secretaría de Gobierno, el propio Congreso estatal y los mandos medios de la Secretaría de Seguridad Pública que operan en la zona.

La alerta no ha sido tomada en cuenta y ello podría ser un llamado de atención urgente para que no se vaya a presentar un hecho desagradable como el que se presentó en el 97 en la zona de Chenalhó, en Acteal.

El problema nadie lo quiere decir, pero desde la llegada de Montoya Oseguera, las cosas han subido de color, en el sentido de que ha habido enfrentamientos con resultados trágicos y el saldo puede ser alarmante de no tomar cartas en el asunto a la voz de ya.

Entonces la pregunta es, ¿qué hace la alcaldesa María Gloria García López para poner orden o mantener a raya al síndico Montoya? La respuesta es muy sencilla, nada. Es más, está confirmado, según relatan los propios habitantes, que sólo es un títere de Gabriel y ojalá no se malinterprete, pero se nota que le falta capacidad, rigor y don de mando para enderezar la gobernabilidad.

Por ello, urge, primero, el relevo de todos los cuerpos policiacos de la zona, incluidos los que están en Ocosingo; urge también que los operadores políticos mafiosos estén fuera de toda negociación y principalmente, reforzar la seguridad con la Guardia Nacional y el Ejército Mexicano.

Los pobladores de este municipio y sus comunidades lo único que piden es que los atiendan en sus demandas, que les cumplan con lo que ha prometido el cuerpo concejal, pero ante la presión, la autoridad responde con balas, con hostigamiento, con palos.

La conformación de un grupo armado bajo las órdenes del regidor ha sido la respuesta para este “caudillo” de Montoya, que se ha prometido estar en el poder a “punta de pistola”.

El movimiento 14 de Agosto es el encargo de aplicar la “justicia” del regidor. En esta zona todos saben quiénes son y al gobierno sólo le basta con llamar a los ejidatarios o representantes de barrios para que conozcan los generales de quienes están atrás de la barbarie.

Algo habrá que emprender a la voz de ya para poder establecer la gobernabilidad en este municipio, cuya población confió en la palabra de Montoya Oseguera y le dio su apoyo para encabezar una rebelión que lo llevó a dirigir los destinos de Altamirano y no es exagerado lo que se dice, pues él es que manda, lo dice la vox populi.

Hoy no sólo no los toman en cuenta, sino que son silenciados. El regidor ha mandado a marcar las viviendas de todos aquellos que se pasan de lanza y protestan. Están advertidos que si continúan inconformándose las balas los callarán o quemarán los inmuebles.

En los hechos recientes registrados en el barrio Las Casitas, donde hubo una persona muerta y cinco lesionados, el Concejo Municipal, presto, salió a culpar al ex alcalde Roberto Pinto Kanter. De que este inmiscuido no podría dudarse, pero de que se afirme como un hecho consumado, pues tampoco porque no es ministerio público para dictaminar culpas o exoneraciones.

Lo que sí queda claro es que el conflicto está más álgido que nunca, por ello es necesario que haya atención institucional pronto en este frente “donde se ha desatado el diablo”, “capaz y que quieran tapar el hoyo cuando ya el niño se haya ahogado”.

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