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Editorial

Asesinato de Víctor, otro golpe bajo al periodismo

Ejercer el periodismo sigue siendo la actividad más peligrosa en este país violento. Las mujeres y hombres que andan en busca de la verdad siempre serán un obstáculo para aquellos que ven estropeados sus planes maquiavélicos.

En el país, en este último sexenio, la violencia y muerte ha entrado a muchas familias cuyo líder era un reportero o reportera que hacía su labor profesional de informar a los mexicanos, aún sabiendo que su vida corría peligro.

Esta actividad sigue siendo una calamidad para la seguridad física de quien se atreve a investigar actos de corrupción. Esta función que apasiona tiene sus riesgos y hoy, lamentablemente, quienes tienen la obligación de ir tras la nota informativa y profundizar en la investigación de la misma, sobre todo cuando se detecta que hay irregularidades en los llamados peces gordos, también son presa fácil para callarlos, para silenciar por siempre las letras que se teclean en la máquina de escribir.

La semana pasada, Chiapas volvió a ser noticia nacional con la muerte de Víctor Alfonso, un periodista independiente de apenas 39 años, quien fue encontrado sin vida en las inmediaciones del municipio de Jiquipilas. Su centro de operación era Cintalapa de Figueroa, donde era director y editor del periódico virtual “Realidades”.

¿Quién lo mató y porqué con tanta saña como haberle amarrado las manos, cubierto el rostro con cinta canela, tener señales de tortura y dispararle balazos en su anatomía? Una pregunta que debe contestar y aclarar la Fiscalía General del estado.

Su asesinato ha puesto en alerta al medio periodístico, tanto que esta semana salieron a las calles un nutrido grupo de tunde máquinas para exigir justicia. Se plantaron frente al Palacio de Gobierno para lamentar el hecho y exigir que el desagradable y trágico acontecimiento no quede impune.

Más allá de su función que desempeñaba, a la que muchos colegas lo consideraban un hombre que procuraba siempre andar en busca de la verdad, Víctor, con su muerte, demuestra que la falta de una política estratégica contra la violencia, tiene a todo aquel que ejerce esta noble profesional, en manos de los poderosos, de quienes, a través de las armas, buscan callar no sólo la verdad, sino la vida misma de quienes, creen ello, osan desafiarlos.

El caso de Víctor trae a la memoria el artero crimen de Mario Gómez, también un inquieto periodista, egresado de la Unach, quien se había destacado por denunciar los atropellos que se registraban en la zona norte del estado. Él fue abatido afuera de su casa, por un par de sujetos que iban e motocicleta.

De este suceso registrado en el 2018, hay al menos tres detenidos, aunque las versiones que se han manejado en redes sociales y por los propios familiares de la víctima, es que el actual alcalde de Yajalón estaría involucrado en el crimen. Una denuncia que también le corresponde aclarar a la Fiscalía del estado, pero que a seis años del acontecimiento, cada día se pierde esa esperanza.

Fredy López Arévalo, el otro chiapaneco que fue ultimado a tiros afuera de su casa y cuyos sicarios, supuestamente fueron encontrados abatidos a tiros y encontrados en el interior de una cajuela de un auto, por los rumbos de Frontera Comalapa. Verdad o mentira, lo que es cierto es que los ministerios públicos han quedado a deber en sus investigaciones en estos dos casos, aunque esperemos que, en este último, haya una respuesta que convenza a la familia de Víctor y del propio gremio periodístico.

El miedo se ha apoderado de los comunicadores de la zona de Cintalapa, tanto que han optado por callar y nomás ser meros trasmisores de lo que ven y escuchan. Mientras el caso se investiga, prácticamente han hecho eco del silencio para su seguridad y de sus familias.

Se comprende la situación de temor, pero no se vale que quienes están atrás de este artero crimen, anden tan campantes, burlándose de la justicia. No se requiere esforzarse mucho, el compañero Víctor había realizado varias publicaciones contra actores políticos del municipio, sólo es cuestión de que la Fiscalía se aboque con profesionalismo a las investigaciones y entregue cuentas claras de este hecho que ha conmocionado a quienes hacen uso del micrófono, de las redes sociales y de los medios impresos.

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