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Bonsái, el delicado arte de lo pequeño

Marco Alvarado / Diario de Chiapas

“Es como tener otro hijo en casa, pero si conectas con el arte que implica su cuidado, incluso llegas a tener una experiencia espiritual”, cuenta Buenaventura Campos, mientras muestra los diferentes bonsáis que han cultivado los integrantes de la organización chiapaneca Kokoro No Mori.

También asegura que es más que un simple pasatiempo, y así lo están entendiendo en países donde los problemas por el estrés aumentaron entre la población.

“Mientras te interesas por su desarrollo llegas a vivir más que una terapia ocupacional; la paciencia y el interés son fundamentales en este arte”.

Un bonsái es, en pocas palabras, “un árbol en una maceta”, que tiene las características de un árbol viejo, pero en una miniatura a la que se debe mantener cuidando de que tenga los nutrientes suficientes.

Si se busca cumplir con los requisitos de “un buen bonsái” cuenta que la miniatura debe ser una réplica exacta de la especie en su ambiente natural, como las que muestra esta organización, que se ha especializado en cultivar especies nativas de Chiapas.

Para lograr que estos pequeños árboles alcancen las características deseadas “hay diferentes técnicas y cuidados”, sin embargo, los fundamental es crear un vínculo con el árbol elegido.

“Uno llega a sentir que tiene otro hijo, con el que se platica, se invierte tiempo y paciencia”.

Buenaventura se inició en esta aventura en miniatura desde hace 13 años, y como él un importante número de personas están viendo a los bonsáis como algo más que árboles curiosos y réplicas exactas: es también una manera de conectar con su espiritualidad.

También resulta sorprendente que si estos árboles se trasplantan, su crecimiento será como cualquier otro de su especie, así que mantenerlos pequeños es una muestra de los efectos de la paciencia y el cariño con el que se les cuida.

“Es una diversión, un compañero, una forma de emplear tu tiempo sin prisas”, asegura.

Por cierto, no toda planta en una maceta es un bonsái, como tampoco aquellos que se venden por 200 pesos. Un auténtico bonsái demandará compromiso, y a cambio devolverá el esmero asombrando a todos aquellos que lo conozcan.

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