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Libro narra la historia de la presa

Silvano Bautista I. / Diario de Chiapas

Con los ojos húmedos y tristes los trabajadores se despedían de sus familiares para emprender el sueño de venir a Raudales. Corría el año 1959 – 1960, cuando iniciaba la vida en Raudales Malpaso y el proceso de construcción de la presa hidroeléctrica del mismo nombre, cita el libro “Presa Malpaso, relatos de luz”.

Daniel Vázquez Pimentel, autor del libro, es considerado cronista de esta región y señala que el texto es una recopilación en memoria de todos los hombres y mujeres que llegaron hace 61 años a construir la Presa Netzahualcóyotl a Raudales Malpaso, en busca de un futuro para ellos y sus familias.

El trabajo y esfuerzo de esas personas, contribuyó a engrandecer esta tierra, hoy llamada Mezcalapa. El texto, contiene narraciones de hombres que fueron partícipes en la construcción de la Presa Netzahualcóyotl o Malpaso entre los años 1959 – 1964.

La obra representó un gran reto para los ingenieros, técnicos y obreros mexicanos, al ser un proyecto grande con dificultades enormes que tenía a cargo la entonces Secretaria de Recursos Hidráulicos en la boquilla de Raudales sobre el río Grijalva.

El objetivo fue evitar inundaciones en la planicie tabasqueña y generar energía eléctrica a través de poderosas turbinas; en México se había construido presas, pero ninguna como la que se ejecutaba en Malpaso, era la obra hidráulica más grande jamás construida en un país con condiciones climáticas adversas.

El libro recuerda vivencias y anécdotas de hombres de “miradas recias y diccionarios cortos”. Fueron miles de horas del esfuerzo de hombres y mujeres que transformaron para bien el espacio natural y fundaron el pueblo de Raudales hace 61 años.

“Para los hombres constructores, Malpaso no fue un trabajo, fue una misión”, relata Vázquez Pimentel.

A Raudales los hombres venían con la esperanza de encontrar empleo en esa quieta montaña virgen en medio de la selva que jamás había sido explorada, donde las lluvias se prolongaban hasta por tres meses con gigantescos truenos.

Muy lejos, entre montañas, arroyos, veredas y ríos se encontraba la ciudad de Quechula, y los lugareños hablaban de la presa, del desarrollo que llegaba a la región.

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