El 09 de diciembre se ha convertido ya en un símbolo del terrible drama que cotidianamente viven los migrantes en su paso por México.
Marco Alvarado/Diario de Chiapas
Que haya pasado un año del accidente carretero en el que murieron 56 migrantes en Chiapas, y aún no haya detenidos “evidencia la impunidad y la corrupción que impera”, opinó el Arzobispo de Tuxtla Gutiérrez, Fabio Martínez Castilla.
Al recordar la volcadura del tráiler ocurrida el 09 de diciembre sobre el tramo Chiapa de Corzo – Tuxtla Gutiérrez, el clérigo lamentó la ausencia de la justicia en este caso que puso los ojos del mundo en México y el fenómeno migratorio, con oleadas de miles de personas que no dejan de cruzar por la frontera sur.
Sobre este hecho, Martínez Castilla reiteró el llamado a las autoridades para que no dejen impune este caso, pero también para que eviten que se repita una situación así, por lo que consideró que es momento para que se establezcan condiciones para la tan anhelada migración segura, ordenada y regular, que tanto se necesita en medio de esta crisis humanitaria.
También comentó que el 09 de diciembre se ha convertido ya en un símbolo del terrible drama que cotidianamente viven los migrantes en su paso por México, lo que obliga a resolver esta situación, que sigue doliendo a los familiares de los fallecidos.
Sin embargo, puso énfasis en la tardanza de justicia, un hecho que padecen miles de mexicanos y mexicanas, como también les sucede a los migrantes que son víctimas de algún delito en su transitar por el país rumbo a Estados Unidos.
“A un año de aquel fatídico accidente en el que mayoría de los muertos eran de origen centroamericano, y aún no sabemos quién o quiénes fueron los culpables; esto no ayuda para nada al país, porque nos deja una sensación de impotencia ante la impunidad; esto no hace sino poner en evidencia la corrupción que aún prevalece en torno al tema migratorio”, destacó.
También reiteró el llamado a los habitantes para que no se den en nuestras comunidades expresiones de xenofobia y rechazo frente a los migrantes que pasan por nuestras ciudades y pueblos; “antes bien, abramos nuestro corazón, vivamos la caridad que nos mueve a reconocer en el otro, en el extranjero, a un hermano”.
