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AMLO mide con distintas varas a funcionarios

Comentarios Políticos

 

Armando Domínguez

 

AMLO mide con distintas varas a funcionarios

Para comenzar… La falta de reglas sobre la sucesión presidencial, origen de los ataques, renuncias y sacudidas en el gobierno de AMLO. Aunque parezca lugar común decirlo, todo lo que sucede en la política mexicana no es producto de la casualidad. Y en ese contexto se inscribe la guerra, el escándalo y la crisis que provocó en la 4T la boda de Santiago Nieto y Carla Humphrey. El primer misil, lanzado desde Guatemala, sin duda iba dirigido al corazón de la capital, buscando provocar un daño irreversible a Claudia Sheinbaum, pero dejó más daños colaterales de lo que se podría esperar. Cayó Nieto, uno de los hombres clave en la carrera que emprendió López Obrador contra la corrupción. Sucedió dos meses después de haber corrido la misma suerte Julio Scherer, el poderoso consejero jurídico que hacía las veces de vicepresidente de la República. Si a eso le sumamos la salida de Olga Sánchez, de Gobernación y la caída de José Luis Vargas, de la presidencia del Tribunal Electoral, estamos atestiguando la más estruendosa de las sacudidas de este gobierno. Y sirva todo este recuento para insistir en que nada es por arte de magia. Todo apunta a la adelantada sucesión presidencial en cuya carrera, auspiciada desde Palacio Nacional, existe una guerra soterrada de todos contra todos. Al margen de la luchita que intenta hacer la oposición, la disputa en este momento es intestina: fuego amigo; técnicos contra rudos, puros contra neomorenistas. Agarran parejo los del partido guinda. Porque para nadie es un secreto que, de cara al 2024, los punteros son: Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard y Ricardo Monreal. Unos meses atrás y de aquí para adelante, han sido y seguirán siendo el blanco de todos los ataques. En gran medida porque fue AMLO quien, con sus encartes y descartes, los puso en el centro de la diana como si de un juego de tiro al blanco se tratara. Al mejor estilo de la época romana, abrió el coliseo, soltó a los leones y echó a sus mejores gladiadores a la arena. Peor aún, no hay definiciones claras, lo que ha sido aprovechado por los equipos de los suspirantes para hacerse pedazos en una guerra de baja intensidad. Un día golpean a uno y otro día cambian. No dan tregua y nadie los apacigua. Los ánimos están más exacerbados que nunca, lo que hace pensar que nada bueno dejará la carrera adelantada desde Palacio Nacional, porque no hay reglas claras ni árbitro con autoridad para detener el fuego amigo. Fatal.

Andrés Manuel López Obrador exigió al secretario de Salud, Jorge Alcocer, y a sus colaboradores resolver, sin excusas, el desabasto de medicamentos en el país. Incluso, comentó que no puede dormir tranquilo al no haber fármacos para atender a los enfermos. En fin, que ya no quiere escuchar excusas de ningún tipo. Los padres de los niños que padecen de la falta de medicamentos deben estar igual o peor que el Presidente de molestos, ya hartos de excusas y de la falta de eficiencia para que las medicinas lleguen a todo el país. El titular del Ejecutivo comentó después que no fue un regaño al titular de Salud, sino que exigió resolver el abasto de medicamentos. De hecho, aseguró que le tiene toda la confianza a Alcocer, pero que se deben acabar las excusas. Hasta se dio tiempo para recordar el perfil del secretario: premio nacional de Ciencias, reconocido mundialmente en su especialidad. Caso similar pasó con el ex titular de la Unidad de Inteligencia Financiera, Santiago Nieto, del que reconoció que es un hombre íntegro y profesional, pero que no permite extravagancias en su gobierno que afecten la transformación. El mandatario insistió que todos los colaboradores de su gobierno tienen que aprender a vivir en la justa medianía, debido a que la sociedad mexicana está cansada de los lujos de la clase política. “El pueblo se cansa de tanta pinche transa”, dijo AMLO. Un poco peculiar el proceder de nuestro Presidente, ya que por una parte regaña y, hasta “acepta renuncias”, pero por otra no se cansa de lanzar elogios a sus colaboradores. La administración pública no sólo es de un proceder éticamente correcto, austero, de aprender a vivir en la justa medianía, sino de ser eficientes también. Se calificó de escandaloso lo ocurrido en Antigua, Guatemala, alrededor de la boda de Santiago Nieto y Carla Humphrey, consejera del Instituto Nacional Electoral (INE), ¿pero no es más grave lo que ocurre con el desabasto de medicamentos para atender a la gente? Existe gente que no tiene recursos para poder pagar los tratamientos de enfermedades muy costosas, como es el cáncer, y que el Estado no pueda asegurarles los medicamentos para atenderse es muy escandaloso y ameritaría también una que otra “renuncia” en la mesa presidencial. Además de que el servidor público tiene que ser eficiente y eficaz, también tiene que ser congruente y tratar todos los asuntos bajo un mismo criterio. Este gobierno a veces se parece más a un partido de fútbol, en donde el árbitro no aplica un criterio similar para todas las jugadas, en algunos casos considera que era de amarilla, en otras de plano de roja, y en muchas más, simplemente se hace de la vista gorda y finge no ver la falta. Esto también confunde a la gente y la harta, ya que no hay un trato parejo en todos los casos, y a veces parecería que hay jugadores consentidos por el árbitro y que a éstos se les tolera de todo, incluso patadas bajo la mesa. Terrible.

Para finalizar… Ebrard y Monreal no tropiezan dos veces: Ambos rechazan la encuesta para elegir al candidato presidencial de Morena, porque uno y otro han sido víctimas de sondeos opacos. Manzana de la discordia entre los aspirantes de Morena a la candidatura presidencial de 2024 será la encuesta para definirla, método anunciado por el dirigente nacional de ese partido, Mario Delgado, para complacer a su jefe máximo, quien ha utilizado esa fórmula en la que siempre ganan sus favoritos. Ni el canciller Marcelo Ebrard, ni el líder de los senadores morenistas, Ricardo Monreal, quieren que la designación se realice de esa manera, al menos no como hasta ahora ha acostumbrado hacerlo el partido en el poder. Porque las encuestas en Morena nadie las conoce y nunca se transparentan los resultados. Y la rechazan porque ambos han sufrido en carne propia el látigo del gran elector. En el caso de Ebrard, debió ceder la candidatura presidencial del PRD a Andrés López Obrador, en 2011, aunque ganó dos de los tres reactivos: “¿Cuál es su opinión respecto a…?” y “¿Por quién o quiénes nunca votaría?”. En ese entonces, el actual Presidente sólo triunfó en la pregunta “Si los candidatos a la presidencia en el 2012 fueron los siguientes ¿usted por quién votaría?”. Por su parte, el senador zacatecano, en 2018, aventajó en más de 20 encuestas, incluida una de la UNAM, como el favorito para ser el abanderado a la jefatura de Gobierno. Sólo en la de Morena fue rebasado por Claudia Sheinbaum. Ambos saben de lo que hablan, y por ello empujan en bloque a explorar otro método. Incluso, Monreal ha sugerido una consulta popular, o sí una encuesta, pero a población abierta, organizada y ejecutada por el Instituto Nacional Electoral, dando a la vez un espaldarazo al organismo incómodo de la cuatroté. Del otro bando, Sheinbaum y Delgado defienden a capa y espada su ya institucionalizado método tradicional de elegir candidatos, aunque genere inconformidades. “No hay otra opción más que esa, mientras no se modifique el estatuto del partido”, ha reiterado la jefa de Gobierno. Y Delgado: “Yo no creo que esté desgastado (el método de la encuesta), yo creo que no hay que caer en las trampas de la derecha, que trata de desprestigiar la forma en que nuestro movimiento toma sus decisiones”. Hasta ahora, la opinión del gran elector morenista está de lado de Sheinbaum y Delgado, pero es un hecho que ni Ebrard ni Monreal están dispuestos a prestarse nuevamente a otro ejercicio opaco en el que sólo vale la opinión de una persona. Y mucho menos a declinar sus aspiraciones en favor de quien asume como la consentida del Presidente. Acertado.

¿Cómo ve?

Así las cosas…

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