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Letras Desnudas

Mario Caballero

 

¡Chulada!

 

Picada por su narcisismo, Jerónima Toledo Villalobos grita que ella merece quedarse otro trienio en la presidencia municipal de San Cristóbal.

La pregunta es ¿tiene méritos para reelegirse?

Comencemos por saber quién es ella. Toledo Villalobos no es de San Cristóbal de las Casas, tal como le gusta presumir en los actos públicos, en los que no desaprovecha la oportunidad para lucir sus costosísimos atuendos regionales. Vaya, ni siquiera nació Chiapas, sino en Oaxaca.

El verdadero lugar de su nacimiento es Ixtepec, una ciudad localizada en la región del Itsmo de Tehuantepec. Es indígena zapoteca y su lengua materna es el zapoteco.

Por tal motivo, impugnaron su triunfo electoral de 2018. Pero debido a que el Artículo 20 constitucional reconoce la ciudadanía chiapaneca a los que han residido por 5 años o más en la entidad, nada impidió que una fuereña como ella gobernara a los sancristobalenses.

Cuestionar su procedencia no tiene que ver con que si está posibilitada legalmente para manejar los recursos de un pueblo que no es el suyo. Se critica por el entendido de que de la misma manera en que no ha nacido la persona que cuide lo ajeno, tampoco ha nacido el político que se preocupe por satisfacer las necesidades y resolver los problemas de una sociedad con la que no tiene ninguna relación, ni de parentesco ni de costumbres.

Por eso no es extraña la antipatía de Jerónima Toledo hacia la población. Misma que se refleja en que nada ha hecho por resolver los problemas del agua potable, la basura, la seguridad y ha abandonado a decenas de comunidades que viven en la más cruda pobreza y marginación.

También se plasma en el desenvolvimiento de su gestión, carente de transparencia y desbordante en escándalos de corrupción. De lo que más se habla en el municipio no es de sus resultados, porque no los tiene, sino de su desmedido enriquecimiento.

 

ARRIBO AL PODER

Siguiente en la lista: su llegada a la presidencia municipal. Es claro que, al no tener una destacada trayectoria política, puesto que no hace mucho tiempo se desempeñaba como docente del Cbtis No. 9, en San Cristóbal, difícil creer que haya ganado la elección por representar la mejor propuesta. No.

En la gestión anterior, en la que fue regidora, fue criticona y trató siempre de tener sus cinco minutos de fama, pero hasta ahí. Nunca presentó una idea para combatir la inseguridad, mejorar los servicios básicos, fomentar el turismo o fortalecer la economía de la localidad.

Si consiguió la alcaldía fue por la misma razón por la que muchos otros alcaldes también lo lograron, como Carlos Morales Vázquez y Emmanuel Sánchez Cordero, de Tuxtla Gutiérrez y Comitán, respectivamente. Y esa razón es: el efecto Andrés Manuel López Obrador. Creer lo contrario sería engañarnos a nosotros mismos.

 

CAPACIDAD DE GOBIERNO

Otro punto a analizar es su capacidad para gobernar. A pesar de surgir desde las filas de Morena, el gobierno de Jerónima Toledo no es precisamente de izquierda. Aparte de su evidente distanciamiento de la sociedad, no ha sabido generar políticas públicas de combate a la pobreza y la dispersión social: los dos grandes males del municipio.

Considero que los altos niveles de inseguridad en San Cristóbal y haber olvidado a los habitantes que sufrieron inundaciones tras la tormenta Eta, son los temas que más clarifican la incompetencia de Toledo Villalobos para gobernar.

Durante el primer año de gestión, la tasa de feminicidios fue mayor a la tasa nacional y la de homicidio doloso registró 5.05 carpetas de investigación por cada 100 mil habitantes, para estar entre las más altas del estado. El número de secuestros fue dos veces más alto que el último año del gobierno anterior y la tasa de homicidio reportó un aumento de 59.41% comparado con el 2018.

Durante el 2020, la situación no cambió. Todo lo contrario, la población aparte de quejarse por la violencia, acentuó sus denuncias por la presencia de grupos del crimen organizado, que se dedican a secuestrar, asaltar, extorsionar, vender drogas y a asesinar.

El lunes reciente, dos sujetos armados entraron a la tienda Sam´s Club y se llevaron un botín de 1 millón 174 mil pesos, producto de las ventas del turno de la mañana.

Respecto a lo segundo, un mes después de las inundaciones, Jerónima Toledo y su cuerpo de gobierno no se aparecieron ni para recolectar los montones de basura acumulados en las calles de las colonias afectadas.

Fueron alrededor de 5 mil damnificados de distintas colonias, quienes perdieron prácticamente todo. Y el gobierno municipal no organizó brigadas de ayuda y de atención médica. Por lo cual, cientos de niños y ancianos enfermaron por el frío, las aguas negras, la basura y la falta de alimentos.

La declaración de una de las afectadas de la colonia La Isla describe el nivel de indolencia de esta alcaldesa que pretende reelegirse. Dijo: “Nos quedamos atrapados en el agua, no podíamos cocinar porque no teníamos energía. Mi nieto me decía, abuelita, tengo hambre, y yo sólo le respondía ‘es que no tenemos nada’”.

 

HONORABILIDAD

Esta lista estaría incompleta si no vemos el aspecto de su honorabilidad. Sin embargo, no hay tal. Toledo Villalobos persiguió y golpeó a todos los que se opusieron a sus abusos de poder. Por ejemplo, a los miembros de la organización “Sentimientos de la Nación” los combatió con grupos de choque porque le reclamaban la imposición como director rural a una persona que ellos no conocían, pero que servía a los intereses de ésta.

Este mismo año, un grupo de colonos de la Bienestar Social exigieron la intervención del gobernador del estado ya que no aguantan el hostigamiento de Jerónima Toledo, quien los ha atacado hasta con los policías.

No puede llamarse honorable, menos aun cuando dio la orden a sus escoltas de agredir a la persona que la calificó de incongruente e irresponsable, ya que la sorprendió desayunando en un restaurante de la ciudad, sin respetar la sana distancia, con dos de sus colaboradores en medio de la pandemia.

 

HONESTIDAD

Su honestidad da mucho que desear. De entrada, Jerónima Toledo se fijó un sueldo mensual de 90 mil pesos, que es más de lo que gana el gobernador Rutilio Escandón Cadenas y sólo 18 mil pesos menos de lo que percibe el presidente de la República.

Por otro lado, ha realizado grandes dispendios como gastar 440 mil 800 pesos en una comida y 334 mil 080 pesos en una cena, como las que celebró durante la realización de la Feria de la Primavera y la Paz 2019.

En abril de 2020, es decir, a 19 meses de que tomara posesión de la presidencia municipal, Toledo Villalobos mandó a construir una residencia conocida como la Casa de Piedra, en el fraccionamiento Real del Monte de esa ciudad, con un valor de más de 4 millones de pesos. No es todo. En su natal Ixtepec está construyendo una escuela privada con un costo que supera los 6 millones de pesos, que prestará servicios a alumnos del nivel básico y medio superior.

¿De dónde obtuvo todo ese dineral si durante ese tiempo su sueldo como alcaldesa apenas le reportó dos millones de pesos? Obvio, de la corrupción.

Por todo ello, pensar en la reelección de Jerónima Toledo es francamente delirante. Es apostarle a otros tres años de ingobernabilidad, atraso y saqueo.

 

yomariocaballero@gmail.com

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