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ERA: graduado con honores

Desde mi Trinchera

Diego Victorio

 

ERA: graduado con honores

Majestuosa e imponente como siempre, la Casona de Xicoténcatl, abrió sus puertas para abrazar la culminación del periodo del líder cameral Eduardo Ramírez Aguilar.

Con ese número nueve vintage en sus costados y fachada, la antigua sede del Senado de México se aprestaba, a su vez, a atestiguar el inicio de la ruta de un chiapaneco que tiene una cita con el destino.

La vieja casa de sesiones senatoriales, esta vez, lucía maquillada por nuestro sincretismo cultural aldeano.

Afuera, unos danzantes Parachicos hacían amena la llegada de los asistentes. El peculiar sonido del chinchín, tambor y carrizo te proyectaba hasta a la fiesta grande de Chiapa de Corzo, sin importar que estuvieras en el ombligo del país.

Adentro las cadenciosas notas del hormiguillo -que lloraban de una madera chiapaneca- erizaba la piel.

Una marimba de La Trinitaria interpretaba popurrís de los hermanos Domínguez, exquisitos compositores comitecos.

Las sillas ubicadas, a la distancia que marcan los protocolos de salud, en el patio central del edificio, patrimonio histórico del país, se iban ocupando.

Una sencilla y austera escenografía aguardaba la llegada de quién sería el actor principal.

Templete de material común, parecía una especie de madera, un podium propiedad del Senado y una pantalla eran los elementos que componían el escenario.

En uno de los pasillos de la amurallada Xicoténcatl, estaba montada ya una exposición de ropa, comidas y bebidas típicas de Chiapas, que sería contemplada y degustada posterior al evento.

La puntualidad de los asistentes daba nota, así como la impecable logística para que ningún vehículo interrumpiera la circulación de la calle Donceles, avenida destinada para descender de los vehículos.

El desfile de personajes de la política nacional estaba para abrir boca, desde la ministra Yasmín Esquivel, esposa de uno de los empresarios más cercanos al Presidente Obrador, José María Riobóo, hasta el consagrado legislador Dante Delgado, líder de Movimiento Ciudadano.

El gobernador de Sinaloa, el priista, Quirino Ordaz, sorprendió a su llegada que, los asistentes, de reojo, siguieron su trayecto hasta que ocupó su lugar.

Doble expectación generó, a su ingreso, el gobernador electo de Querétaro, el panista Mauricio Kuri, quien estrechaba la mano a las decenas de senadores que habían sido colocados en las primeras filas.

Un saludador Samuel García, gobernador electo de Nuevo León, pausó su trayectoria para dedicarle varios minutos a su líder nacional Dante Delgado. Reían y musitaban y, volvían a las carcajadas.

Layda Sansores, gobernadora electa de Campeche, quien polemiza por todo, esta vez proyectaba felicidad, quizá por los logros de su amigo Eduardo Ramírez, que en unos minutos más saldría a escena.

Los gobernadores electos de Sinaloa y Zacatecas Manuel Rocha y David Monreal, discretos y en perfil bajo avanzaron por uno de los pasillos hasta llegar a sus butacas.

La admiración de entre quienes esperaban sentados el inicio del informe del presidente del Senado de la República, era la presencia de representantes diplomáticos de países como Argentina, Bélgica, Corea, Gran Bretaña, Israel, entre muchos otros.

Murmullos de asistentes, que habían sido colocados sobre el costado derecho, empezó a cundir el ambiente:

Un personaje cubierto con doble cubrebocas y careta de plástico, como si fuese camuflado, enfundado en un estilizado traje azul rey apareció de repente, de la nada: era Manuel Velasco Coello, amigo personal de Ramírez Aguilar.

Fue un instante porque sobre el otro sector hacía su entrada el presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado Ricardo Monreal y, las miradas viraron sincronizadamente para seguirle.

En eso se oye al jefe de ceremonias anunciar una especie de tercera llamada y comenzamos.

Justo minutos después de la voz off el público expectante indaga con la vista por dónde sería el ingreso del personaje principal de esa mañana.

Se interna por el lado izquierdo del patio, haciendo un recorrido corto, y, a partir de ahí, todo fue algarabía. Vítores, aplausos y ruido ensordecedor cimbró el antiguo senado.

En seguida, un video de algunas de las iniciativas y reformas vestido y editado con imágenes de Chiapas, atrae el interés de los asistentes.

Cápsula que atemperó la adrenalina y el nerviosismo de Ramírez Aguilar que, junto a su esposa Sofía, veían detenidamente asintiendo con la cabeza la aprobación del videoclip.

Vino la participación de Eduardo Ramírez Aguilar y aquel edificio volvió a estallar, aplausos y consignas de ánimos se oían al unísono.

El discurso, excepcional. Retórica y contenido.

La comunicación no verbal, -gesticulación-, majestuosa.

El feeling, seguridad y precisión en el mensaje, evidenció el enorme crecimiento, en todas las aristas, de Eduardo Ramírez.

Parafraseando a Rosario Castellanos, Ramírez, dijo que Chiapas siempre ha estado en los momentos trascendentales de la vida política del país y ahora no es la excepción.

Interrumpido por las palmas, pausó, bebió un sorbo de agua y continuó diciendo que durante su gestión de presidente del Senado prevaleció el respeto, libertad, tolerancia y madurez.

A la diestra de la figura del prócer Belisario Domínguez, construida por el artista Miguel Miramontes, Eduardo Ramírez, destacó que una vez sentadas las bases de la transformación, es importante dejar atrás la polarización, para dar paso a la conciliación y unidad nacional.

La reducción del IVA en la frontera sur, iniciativa suya, trajo otro largo lapso de aplausos y, en paralelo, que los empresarios se levantaran de sus asientos.

Finalizó diciendo que deben prevalecer los acuerdos para la construcción de un México más justo, más democrático y más solidario.

Bajó del templete y, la multitud, se volcó a reconocerle sus logros, con aplausos, claro.

Dulce María Sauri, presidenta de la Cámara de Diputados, lo sujetó de los hombros, al tiempo que le transmitía un mensaje de admiración.

Tocó el turno de Ricardo Monreal Ávila, que, jubiloso aún por la efervescencia, destacó públicamente la sencillez y habilidades de Ramírez, al tiempo de añadir que es un chiapaneco emergido de la cultura del esfuerzo.

La prueba de que Ramírez Aguilar aprobó con honores su período de presidente, lo que en política puede considerarse como una graduación del doctorado, es que en el recinto los sinodales daban altas calificaciones al ponente, sin importar que fuesen de la oposición.

Y, vino lo insospechado, ciento cincuenta minutos de felicitaciones a Ramírez Aguilar, quien ha conseguido la aprobación de los jueces para seguir transitando en política.

Largas filas de los asistentes para lograr ceñirle un abrazo, tomarse una fotografía, darle una palmada o un saludo de mano, lo que fuera.

Una conexión genuina con quienes, en su mayoría, viajaron desde diferentes puntos de Chiapas.

Aquel encuentro era natural, sin presiones ni asistencias forzadas.

Ediles en funciones y electos, legisladores federales en funciones y electos, diputados locales en funciones y electos.

Empresarios, líderes sociales, charros, campesinos, médicos, una muchedumbre que, anhelaba desearle éxitos a Ramírez, se arremolinaba en el patio central de Xicoténcatl.

Ramírez se sentía en casa, con su gente, tanto que, orgulloso de sus orígenes, danzó sosteniendo y agitando la sonaja, como en son de triunfo, junto a esos personajes multicolores declarados Patrimonio Cultural Inmaterial.

Mientras el senador coahuilense Armando Guadiana, animoso arengaba a continuar la estampa chiapaneca.

Hay, pues, en Chiapas, un político con doctorado y graduado con honores, presto para lo que le depare el futuro. Así, como lo marcan los cánones. HASTA PRONTO.

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