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¿Faltó presupuesto…? ¡y sobró dinero!

¿Faltó presupuesto…? ¡y sobró dinero!

Mtro. Esdras E. Cruz y Cruz.

El presupuesto para el gasto 2021 ha sido aprobado entre “dimes y diretes”, entre polémicas de los legisladores militantes de otros partidos y los de Morena, unos alegando en el sentido de que es un presupuesto que les castiga y les reduce de manera trascendente diversos programas esenciales en sus estados y los otros, orgullosos y convencidos de haber aprobado el mejor presupuesto para la población de México; la verdad es que viene a colación el popular dicho: “El que parte y reparte se queda con la mejor parte”; ahora bien, así ha sido siempre: el partido en el gobierno envía la iniciativa de los presupuestos con márgenes de gastos a ciertos programas o proyectos buscando rentabilidad y control político.

Articular un presupuesto con un marco normativo que permita un nuevo modelo transformador que privilegie la construcción de un presupuesto sin fetichismos históricos, sin identidad imaginada, sin ideologías políticas, sin oportunismo electoral, tal como si estuviésemos entre dos guerras, cuyas consecuencias de haberse confeccionado los presupuestos con ventajas para unos y desventajas para otros y falsos razonamientos, han hecho residuales los procesos de asignación del gasto a las 32 entidades federativas, pudiendo decirse que esto deriva en un presupuesto únicamente reactivo al gobierno en turno y no cuestiona ni considera al presupuesto como un instrumento para articular y jalar el desarrollo y el bienestar como única prioridad.

Desentrañar y establecer en primer plano la interpelación crítica, es la actividad que debió ponerse en discusión por parte de los actores políticos de México, en el presupuesto de egresos 2021, para un tiempo nada esperanzador en el que es de esperarse un desafortunado empeoramiento de las condiciones de vida de la población, no existen planteamientos ni mucho menos transferencias de recursos para mejorar las condiciones sociales de la población mexicana que está y continuará en un desmoronamiento de su condición económica, de pobreza, de desempleo, de salud, de inseguridad, etc.

La acumulación de problemas irresolubles tal como el aumento de la pobreza laboral en gran parte del país, que recrudece la desigualdad; la población en esta condición pasó de 35.7 a 44.5%, representando el nivel trimestral más alto desde el 2005, cifra señalada por el Consejo Nacional de Valuación de la Política De Desarrollo Social (CONEVAL); lo anterior generado por la pérdida de empleos y el aumento en el costo de los alimentos de primera necesidad; solo por mencionar algunos de los estados que registraron estos niveles de pobreza laboral, están: Chiapas, Ciudad de México, Guerrero, Hidalgo, Morelos, Oaxaca, Puebla, Quintana Roo, San Luis Potosí, Tabasco, Tlaxcala y Veracruz.

En el presupuesto 2021 no se tomaron las medidas oportunas para proteger el empleo, mucho menos para entregar una transferencia temporal a quienes se quedaron sin ingresos y sin trabajo; ninguno de los programas sociales atiende a la fuerza productiva, continuarán atendiendo a sectores que no sufrieron el impacto de la crisis, tales como: adultos mayores, personas con discapacidad y estudiantes; la pobreza laboral muestra o expone a nuestros gobernantes, en el nulo diseño de la recuperación del empleo y el colapso laboral demuestra que el trabajo en México no es la solución para salir de la pobreza, en fin, otra decisión que va a recrudecer la violación a los derechos laborales es el erradicar el ‘outsourcing’, sin implementar medidas de gradualidad al salario mínimo, con el objetivo de cubrir al menos con dicho salario, el costo de dos o tres canastas básicas.

El agotamiento de los recursos fiscales, el colapso estructural de la economía y la crisis financiera son los síntomas del rebase del modelo político mexicano, el peso del traqueteado sistema o modelo de desarrollo, ha alcanzado niveles insostenibles y el presupuesto de egresos ya no es un instrumento para la estabilidad social, cada vez representa para la administración pública un costo cada vez más grande para conducir a nuestro país a un crecimiento transformador, la quiebra del estado de bienestar provocado por el estrechamiento de los márgenes de beneficio del ingreso fiscal, determina y llama de manera urgente a la interpelación política sin el ejercicio de un antagonismo dividido y con ello garantizar la subsistencia del pacto social del estado de bienestar, y cuyo objetivo deje de reproducir la salvaje miseria originada, por el desempleo, falta de inversión, el sobre endeudamiento, la falta de consumo por la austeridad implantada, el creciente contagio entre los inversionistas locales y extranjeros que en un ciclo de desaceleración económica: generar inversión, es una de las medidas eficientes para superar la crisis financiera, basta mencionar al respecto que las cifras preliminares de la IED (Inversión Extranjera Directa) al tercer trimestre del 2020 comparadas para el mismo periodo del 2019 se observa una disminución del -19.3%.

El mundo está dirigiendo sus baterías en desarrollar un sistema impositivo fuerte, contrariamente a lo que estamos haciendo nosotros, nos estamos moviendo hacia un esquema en el caso de los ingresos no tributarios en la producción, exploración y refinamiento de combustibles fósiles, lo cual es un sinsentido tomando en consideración que las economías desarrolladas tienden a una política de cambio climático, eliminando el uso de estos combustibles; al respecto cabe destacar que además, el considerado gigante energético de los mexicanos se encuentra bastante disminuido posiblemente herido de muerte, y concretamente en lo que va del año, la deuda de PEMEX pa’acabarla de debilitar, la deuda se disparó 27% en lo que va del año.

Por otro lado, el origen del débil crecimiento que campea en México desde hace más de 20 años han desmotivado a la formalidad de las empresas y evidentemente de los trabajadores; hoy en día, el 70% de las empresas en nuestro país son informales por lo que, sin duda, el crecimiento económico se ve afectado en casi un 50% por lo que la tasa de crecimiento del PIB que se esperaba fuera de 4%, apenas se comporta en promedio del 2%, produciendo una disminución en los ingresos tributarios entre un 3 y 4% en relación con el PIB.

Así entonces, insistir en las mismas reformas, en las mismas asignaciones, en las mismas alternativas, agudizarán la descomposición presupuestaria y social de México; el actual sistema mexicano ya tocó su techo histórico, es decir, la implosión de las finanzas públicas lleva urgentemente a la búsqueda de políticas que gestionen en el horizonte del bienestar una reforma que garantice la subsistencia del pacto social del estado de bienestar, ya que el costo para desarrollarlos, ya no es asumible por el sistema fiscal en crisis, la crisis es inherente al crecimiento, es decir, consustancial y en proporción a la reducción de los fenómenos económicos, desempleo, pobreza, pobreza laboral, debe estar en proporción y en relación con el crecimiento con el sistema tributario mexicano… ¡falta presupuesto, pero sobra dinero!

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