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¿Federalismo fiscal mexicano a revisar?

¿Federalismo fiscal mexicano a revisar?

Mtro. Esdras E. Cruz y Cruz

“Contrario a lo que muchos creen desde el centro del país, los gobiernos estatales

no cuentan con instrumentos de importancia para influir en el desarrollo de sus regiones y afrontar los grandes rezagos que existen en materia económica y social; por ello se propone impulsar un nuevo pacto hacendario, (…)” tomado del libro “Un nuevo pacto hacendario visto a través de los ojos de Oaxaca”. (Nuevo pacto hacendario. Derechos reservados, Esdras E. Cruz y Cruz; 2010, primera edición. ISBN: 03-2010-080610502600-01).

He vivido de cerca las relaciones hacendarias intergubernamentales desde 1980 hasta el 2010, desde la entrada en vigor del Sistema Nacional de Coordinación Fiscal, la creación de la Ley de Coordinación Fiscal, mismo que ha sido modificada a lo largo de estos 40 años; la última reforma trascendente fue realizada en 2008 relativa a las fórmulas de distribución de las participaciones a los estados y municipios; el objetivo es atender adecuadamente el desarrollo de las regiones, buscando equilibrar las participaciones por habitantes, a pesar de procurar consensos, igualdad, solidaridad y empatía entre los 32 estados de la república, siempre ha quedado de manifiesto el descontento y la división entre los estados del centro, bajío y norte del país con los del sur-sureste, todo porque se aduce, el trilladísimo “estados ricos y pobres”; los estados con el mayor PIB siempre en estas cuatro décadas, han alegado la necesidad de que las participaciones a los estados

y municipios se distribuyan con la variable denominada ‘resarcitoria’ y los estados con menor PIB con la variable ‘redistributiva’, así entre esas diferencias ha transitado el federalismo fiscal de México en 40 años.

El protagonismo del gobierno federal, se basa en que capta aproximadamente el 95% de los ingresos públicos del país, radicando ahí que las grandes decisiones políticas y económicas sean centralizadas, he ahí la gran incongruencia con el ‘Sistema Nacional de Coordinación Fiscal’, los estados y municipios reciben los recursos federales solo para su ejecución, el gasto público viene etiquetado, provocando baja efectividad para la atención de la problemática social de los gobiernos locales, esta fuerte tendencia al centralismo sobre las decisiones del país en los últimos 40 años ha provocado no solo dependencia económica sino hasta de poder político sancionatorio, dejando a un lado el aprovechamiento de las ventajas y beneficios que tienen todos los integrantes de la nación, que contribuirían sin duda a la mejora del equilibrio y dinámica socioeconómica de las regiones.

Lo anterior conlleva la necesidad de revisar desde la perspectiva de las entidades y

municipios, en el marco de un federalismo solidario y disruptivo que rompa la “suma cero” (aumentar el porcentaje de distribución de la recaudación fiscal participable mínimo 30%); impulsar la cultura del incremento de la recaudación con la colaboración de los distintos niveles del gobierno (más potestades fiscales de base amplia a los estados y municipios), dar más facultades a las entidades federativas para combatir la evasión fiscal (ceder la fiscalización del ISR o IVA a los estados); descentralizar facultades, responsabilidades y recursos hacia los gobiernos locales (esto es la esencia del federalismo); dotar de mayores capacidades de fiscalización a los estados para la vigilancia, la transparencia, la rendición de cuentas y la fiscalización del gasto público (órganos autónomos de fiscalización locales auténticos).

El esquema fiscal actual no ha sido solución para generar los recursos fiscales suficientes, el modelo de coordinación fiscal tampoco ha podido corregir la desigualdad existente en cuanto al desarrollo de las diversas regiones, la principal problemática es los criterios de eficiencia, sin considerar la limitación de recursos que tienen los estados para atender sus necesidades, aunado a esto las actuales reglas de distribución de transferencias federales, no contemplan mecanismos suficientes para revertir la condición de las regiones más pobres (el sur contra el norte tiene 80 –dice 800 el original- años de diferencia para obtener el mismo grado de ingreso per cápita).

Los efectos de la insatisfacción social con el económico y político de la actualidad, exigen la necesidad de un federalismo con sentido solidario, que resuelva las desigualdades de desarrollo social y económico para alcanzar un verdadero pacto unidos como un solo México.

El centralismo no genera buen gobierno, el centro muchas veces está ausente de los problemas o parte de la impresión inexacta de los males en los estados, por lo que hoy en día las brechas de desigualdades son cada vez mayores, la indignación asociada a la calidad de los gobiernos en turno, la impunidad, la corrupción, la pobreza, la pandemia, el desempleo, el escándalo mediático, el norte contra el sur, afectan dramáticamente al Pacto Federal, promueven ideas que pueden generar conclusiones erráticas que van desde el rompimiento del Pacto Fiscal y construir separadamente un sistema nacional lo cual es inviable, lo viable es un sistema democrático de pesos y contrapesos que opere a plenitud. Es preciso revisar el Pacto Federal y sus condiciones estructurales intergubernamentales para generar justicia social y mejores condiciones de vida.

Merecen, requieren y se necesitan redireccionar sin duda alguna, los criterios de coordinación fiscal evidentemente, pero depositar en el federalismo fiscal la solución para que nuestro país transforme su economía no es suficiente, sí ayuda pero no resuelve, sumado a que los ingresos fiscales en relación al PIB, México ocupa el último sitio entre los países de la OCDE (16.1% del PIB), el promedio que recaudan los países de la OCDE es equivalente a 34.2% del PIB; evidentemente antes de la gran crisis económica provocada por la desaceleración económica, la pandemia y el aislamiento, los últimos estudios económicos realizados para el 2020 y 21 señalan que México tendrá una caída del PIB entre un 6 y un 8%; por cada punto de PIB que se pierda seguramente caeremos en una menor recaudación en poco más de 3 puntos en relación al PIB.

Por lo que la perspectiva económica, la recaudación participable, la distribución de las participaciones y las trasferencias federales, se deteriorarán gravemente y desacelerarán el desarrollo a un nivel tal en que las brechas de la pobreza y el desarrollo se alejarán, por lo que, no obstante, es muy importante el revisar el Pacto Fiscal, en mi opinión además es fundamental la atracción de inversión privada, nacional y extranjera, las políticas públicas que promuevan oportunidades de empleo bien renumerado, estrategias, estímulos fiscales para mejorar las condiciones y prosperidad de los negocios en todas las localidades del país; resolver las apremiantes necesidades financieras, está en la promoción del desarrollo económico, no es la única solución las participaciones fiscales federales, resolver la crisis que tenemos en puerta evidentemente no está en el gasto público, más aun si este se encauza particularmente, en los programas sociales y en obras o en proyectos que derrocharán muchos recursos que hoy no son ni rentables ni viables.

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