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Al basurero de la historia

Letras Desnudas

Mario Caballero

Escuché la entrevista que Miguel Ángel Osio le realizó ayer a Carlos Morales Vázquez durante su noticiero matutino en la radio. Entiendo que ésta fue para que el presidente municipal comentara las acciones que está realizando su gobierno para evitar posibles daños a la ciudadanía durante la presente temporada de lluvias. Empero, con todo respeto para el periodista, el espacio que le brindó al alcalde fue para que éste se curara en salud.

Para mí, y creo que para muchos otros, Carlos Morales siempre ha sido un cínico y un oportunista. No desaprovechó los minutos al aire para decir que todo está en orden, que su cuerpo de gobierno está trabajando constantemente para mantener bajo riguroso resguardo la integridad y el patrimonio de las personas y que la autoridad municipal está preparada para enfrentar cualquier eventualidad.

Qué coma su churro.

Si en verdad su gobierno estuviera preparado y hubiera trabajado en acciones preventivas, nadie se hallará hablando de las afectaciones ocurridas en diversas zonas de la ciudad por las lluvias recientes o éstas, por lo menos, pudieron ser de menores consecuencias.

Le digo algo: Carlos Morales acabará en el mismo lugar que Paco Rojas, Yassir Vázquez Hernández, Fernando Castellanos y Juan Sabines Guerrero: en el basurero de la historia.

TODO UN VERTEDERO

Extrañamente, me he encontrado con algunas personas que en un inicio tuvieron la impresión de que Carlos Morales iba a ser un buen gobernante. Recuerdo que uno me dijo que hasta lo veía con la fuerza y la capacidad para pasar a la historia como el mejor presidente municipal de Tuxtla. A todos les contesté lo mismo: “vas a morir engañado”.

A mí nunca me pareció que fuera a desempeñar un buen papel, vaya ni lo más cercano a lo aceptable. Es más, a varios colegas les aseguré que al final de su gobierno entregaría los peores resultados en décadas. A pocos días de finalizar su segundo trienio podemos ver que así ocurrió. No es que yo hubiera sido un profeta. La diferencia es que pude ver que detrás de la imagen de perdonavidas de Carlos Morales hay una persona frustrada, codiciosa y enferma de poder. Amén de traidora.

Si en 1995, teniendo él una edad de 31 años, fue capaz de votar a favor de Julio César Ruiz Ferro para que éste se convirtiera en gobernador interino en lugar de su hermano Plácido, quien también buscaba asumir ese cargo ante la dimisión de Eduardo Robledo, ¿qué esperanzas había para los tuxtlecos? Ninguna. Sobre todo, considerando que Morales Vázquez ni siquiera es de Tuxtla, sino de Coita. Su único interés por la capital fue y sigue siendo el poder.

O, a ver, ¿con qué méritos contaba para ser elegido alcalde de la capital?

Antes de alcanzar el puesto había sido dos veces diputado federal y una vez diputado local. ¿Sabe qué es lo que más se recuerda de su paso por la Cámara? La vez en que se fue a los golpes contra uno de sus homólogos. Situación tan bochornosa que a la par de haber sido nota nacional, puso en ridículo el nombre de Chiapas.

Su último puesto había sido el de secretario de Medio Ambiente e Historia Natural, en la administración pasada, del que salió con sendas acusaciones de corrupción, malversación de recursos públicos, tráfico de influencias y extorsión.

En su momento se dijo que recibía moches de dinero en efectivo de varias empresas a las que protegió a pesar de que éstas contaban con denuncias por contaminación y daños a la salud. Inclusive, hubo comentarios de que el consorcio Cales y Morteros del Grijalva, sobre el que pesan demandas penales por daños ambientales, financió su primera campaña a la presidencia municipal.

Por esas razones nunca creí que iba a ser un buen gobernante. Todo lo contrario, aprovecharía su mejor oportunidad para lograr una buena jubilación. Es vox populi que le encanta el dinero y hay indicios que durante los casi seis años que lleva en el puesto ha acumulado una riqueza inexplicable.

Además de los pésimos resultados de su gestión, es un corrupto más, del peor estilo priista. De veras que aprendió el dictum del padre del Grupo Atlacomulco al que pertenecía: “Un político pobre es un pobre político”.

ALGUNOS INDICIOS

Naturalmente, el caso más evidente es el de Veolia, la empresa favorita de Carlos Morales.

Fuentes a este columnista revelan que por la compra de 3 mil 834 contenedores para basura que hizo por adjudicación directa a este consorcio en abril de 2020 por una suma superior a los 28 millones de pesos, más la posterior de mil 100 contenedores a un costo total de 10 millones 957 mil 458 pesos, Morales recibió un diezmo de 15 millones.

A esto súmele que durante todo este tiempo no se ha revelado el destino de los cientos de miles de pesos que ingresan mensualmente a la Tesorería Municipal por los servicios de los sanitarios de los mercados públicos. Tan sólo en el mercado Juan Sabines se cobra una cuota de recuperación de hasta 15 mil pesos diarios, del que nadie sabe a dónde van a parar. Aunque esto es lo de menos.

Lo realmente importante es el dispendio que se genera en la asignación de la obra pública.

De acuerdo con información proporcionada por personal del Ayuntamiento, su hermano Jorge Morales es el encargado de administrar y asignar los contratos de obra. Por lo mismo, los más jugosos se destinan a las constructoras de su propiedad, que operan bajo prestanombres, y las que están vinculadas a su familia.

Entre esas empresas se encuentra Innovatec Constructora y Comercializadora, S.A. de C.V., que es representada por un tal Hugo Alberto Molina Ruiz, presunto prestanombres de Jorge, que ha obtenido diversos contratos a lo largo de estos años. Por ejemplo, antes de culminar el primer periodo de Carlos Morales se le adjudicaron cuatro obras por un monto de 5 millones 877 mil 389 pesos con 47 centavos, las cuales obtuvo sin licitación de por medio y no se sabe si fueron ejecutadas y entregadas.

EL PEOR

No es casual, en ese sentido, que haya malversado decenas de millones de pesos en la promoción de Aquiles Espinosa García, al que quiso imponer como su sucesor. Obvio, con tanta corrupción y con una fortuna inexplicable, requería de alguien que le cubriera las espaldas. La mejor tapadera para un expriista corrupto es otro priista corrupto. Por fortuna, no lo logró.

Otra cosa a lamentar es el terrible daño que le hizo a Tuxtla. Todo por su incompetencia y codicia.

Hoy por hoy, la capital chiapaneca no es segura. Seis de cada diez ciudadanos se sienten inseguros en la colonia donde viven, de acuerdo con la más reciente Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana del Inegi.

Los delitos que más se cometen son homicidio doloso, feminicidio, homicidio culposo, secuestro, extorsión, robo con violencia, robo a casa habitación, robo en negocio, robo a transeúntes, violación, narcomenudeo, robo de vehículo y lesiones dolosas. El Observatorio Ciudadano Chiapas precisa que el uso de arma de fuego fue el principal medio para cometer el delito de homicidio doloso en 2023.

Carlos Morales, por lo tanto, no pudo haber pasado a la historia como el mejor alcalde de Tuxtla Gutiérrez porque nunca estuvo en su mente gobernar y hacer el bien común, sino sólo alcanzar el poder por el poder mismo. Así que terminará sus seis años de gobierno como uno de los peores, pero con harto dinero.

yomariocaballero@gmail.com

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