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México y la Migración

Mtro. Andrés Vázquez López

Desde que el hombre es hombre, ha existido el fenómeno migratorio. La migración es parte de la explicación para entender cómo se conforma el mundo actualmente. A veces voluntaria, pero muchas veces forzada por el hambre, la guerra, la inseguridad, la falta de oportunidades, las enfermedades, la persecución o todas las anteriores juntas, el hecho es que el ser humano va de un lugar a otro en busca de mejores condiciones para vivir, lo cual es legítimo. Sin embargo, en un mundo desigual, básicamente regido por el egoísmo, no se ve muy bien recibir en tierras prósperas a más personas con quienes compartir esa prosperidad. Por ello, vemos a todo lo largo y ancho del mundo, que se edifican murallas de uno u otro tipo, para evitar que las oleadas de personas que por una u otra razón buscan un nuevo lugar para vivir, se asienten en los territorios de las naciones más prósperas o siquiera, cerca de ellos.

Es así, como por años hemos visto cómo innumerables embarcaciones de africanos han naufragado en el mar Mediterráneo, destacadamente en las costas de Lampedusa, Italia. Incluso nos hemos indignado con imágenes inolvidables, por tristes y trágicas, como las del niño sirio, Aylan Kurdi, tristemente ahogado al naufragar la embarcación en la que, junto con sus padres, huía de la guerra que azota a su país hasta la fecha, encontrando la muerte en las costas turcas; país este último, que, por su posición geográfica, es utilizado por la Unión Europea, como escudo natural para evitar que los migrantes sirios y de todo Medio Oriente, lleguen a su territorio. Justo como hace Estados Unidos con México, a propósito de la migración centroamericana.

A todo lo largo de Europa, vemos cómo las naciones de ese continente, el más rico del mundo, cierran sus fronteras, con alambradas de púas y miles de policías y soldados, para evitar la llegada de migrantes y para que en caso de que entren en sus territorios, los intercepten de inmediato, muchas veces con lujo de violencia. La nación europea que más migrantes ha recibido en los últimos años, ha sido la Alemania de Ángela Merkel, a quien su electorado, azuzado por movimientos supremacistas, ha cobrado factura electoral, utilizando el tema de la migración para explicar los males que aquejan a su país, llamando al odio contra los migrantes, tal y como ocurrió en los años previos a la Segunda Guerra Mundial.

En la misma Europa, los británicos han esgrimido como una de las razones para su

reciente salida de la misma Unión Europea, su reticencia a recibir más migrantes, cosa a la que estaban obligados de acuerdo a las leyes europeas. Prefieren cerrar su isla para sí mismos, tal cual lo hace España con sus ciudades norafricanas de Ceuta y Melilla, rodeadas completamente por bardas perimetrales de seis metros de altura y vigiladas por sofisticados sistemas tecnológicos, además de las fuerzas de seguridad españolas, que buscan a toda costa evitar el paso de migrantes del continente negro a su territorio.

En América, como ya se ha dicho, las cosas no son mejores. Destacadamente la situación es complicada para nuestro país, atrapado por un lado por su situación geográfica, al ser un paso natural entre los Estados Unidos y el resto del continente; y por el otro por su situación de dependencia económica del mismo vecino del norte, cuyas presiones han llevado al Gobierno de la 4T, a hacer el trabajo de contención migratoria que tanto complace al actual ocupante de la Casa Blanca. Tristemente no miente Donald Trump, cuando afirma que México paga el muro de la frontera sur de su país, la cual confunde no con la que divide su país del nuestro, sino con la que divide México del resto de Latinoamérica. La Guardia Nacional mexicana, se ha convertido en la práctica, en una fuerza cazamigrantes que le hace el caldo gordo al republicano. Por otro lado, la actitud de los gobiernos centroamericanos no ayuda mucho. Su cooperación efectiva para retener en sus territorios a sus nacionales, es prácticamente nula. Los migrantes acusan graves condiciones de inseguridad y violencia, como las principales causas para abandonar sus lugares de origen. Lo cierto es que, ante una situación como ésa, ningún muro humano, ni tecnológico, ni de concreto, detendrá a los migrantes. Lo único que los mantendrá en sus lugares de origen, es el mejoramiento gradual de sus condiciones de vida y de sus oportunidades de desarrollo. Por eso, justo es señalar que, así como el gobierno de México se equivoca cuando planta a la Guardia Nacional en la frontera sur de nuestro país para interceptar a los migrantes, de la misma manera acierta cuando fomenta la inversión y la creación de empleos en los países centroamericanos. Únicamente con medidas así se logrará frenar la migración masiva y descontrolada que hemos visto en los últimos años. Tristemente muchos mexicanos no alcanzan a ver o no quieren ver esta realidad y en su simplismo, atacan estas medidas del gobierno federal, llamando a una mayor militarización de la frontera sur de México. Cabe mencionar, por cierto, que, pese al compromiso del gobierno estadounidense en este sentido, los Estados Unidos no están apoyando la mejoría de las condiciones de vida en Centroamérica, omitiendo entrarle al verdadero problema y contentándose con medidas cortoplacistas, como erigir muros en su frontera sur o en la nuestra, igual que lo hacen las naciones de la Unión Europea en sus fronteras más próximas con Oriente Medio.

Otro aspecto de este problema, también es la falta de cooperación de los migrantes por cumplir las leyes mexicanas. En su desesperación, ignorancia y miedo, los migrantes en su mayoría, se han negado una y otra vez a realizar los trámites que solicita nuestro país para permitirles el paso por nuestro territorio. Todos hemos visto esas escenas surrealistas en las que, por un lado, migrantes centroamericanos buscan forzar la puerta del puente fronterizo, mientras que, por el otro, fuerzas mexicanas buscan mantenerla en pie e imperdibles el paso. Hemos sido testigos de cómo se internan en territorio nacional, huyendo desordenadamente y corriendo en todas direcciones, perseguidos por la Guardia Nacional, detenidos in situ y devueltos a las instalaciones migratorias para su repatriación. Con una actitud así, tampoco se ayudan, aunque hay que comprender que la desesperación de estas personas es tal, que lo que menos desean es esperar a un trámite burocrático que probablemente tampoco les garantice el ansiado paso. Todo un rompecabezas el que plantea la migración para México y el mundo, sin embargo,

emulando un poco nuestra Historia y atendiendo a lo que señala el presidente López

Obrador, hay que recordar que, a lo largo de los años, México se ha caracterizado por ser un país abierto y hospitalario, muchas veces considerado un refugio seguro para personas de todo el orbe, que buscan un mejor lugar para vivir. Habría que plantearse con seriedad las opciones que se tienen y encarar el problema de una manera más inteligente, y haciendo valer los acuerdos que se tienen para ello, especialmente con el gobierno estadounidense. No será sencillo y mucho menos en los tiempos electorales que corren en aquél país, pero es la única opción digna que nos queda.

Ojalá que sí

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