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Argentina, devaluación, inflación, crispación

Razones

Jorge Fernández Menéndez

Buenos Aires, 21 de noviembre. – El primer día hábil en Argentina después del triunfo de Javier Milei ha sido prácticamente un anuncio de lo que vendrá en ésta muy corta transición de poder, apenas 18 días, y en los primeros días de gobierno del nuevo presidente.

Hoy se reunió Milei con el mandatario en funciones Alberto Fernández, que tuvo una catastrófica gestión y que hace prácticamente seis meses que no aparece públicamente. Las caras de ambos en una mesa, en la residencia oficial de Olivos, con sólo un vaso de agua entre los dos, es un poema: lúgubres, serios, falsamente civilizados y nada más.

En realidad, en el encuentro de dos horas y media lo que se discutió fue quién se hacía cargo de lo que quiere Milei en sus primeros días de gobierno: hay que devaluar, pero Milei quiere que lo haga Fernández (y por ende Sergio Massa, el candidato derrotado del oficialismo que sigue en el cargo de ministro de economía) mientras que el gobierno, que termina el 10 de diciembre, no quiere pagar ese alto costo político. Una suerte de analogía de lo sucedido en México entre noviembre y diciembre de 1993, el verdadero preludio de nuestra crisis de 1994.

Los mercados, en Argentina recibieron al nuevo gobierno deslizando el peso a la baja e incrementando la devaluación, porque se sabe que ésta, adopte la medida Milei o antes Fernández, será inevitable. El país no tiene recursos, no tiene reservas, los supermercados se adelantaron a la inflación esperada y de lunes a martes los precios aparecieron con más de un 40 por ciento de alza. La estrategia de Milei no se puede implementar sin dólares y se corre el riesgo de que, como ha pasado muchas veces en este país, el choque cambiario se combine con una inflación no controlada.

Milei se comienza a topar con la realidad y, por ende, ya la “dolarización” del país se está transformando, como dijo ayer, en una “libre competencia de monedas”, lo que es común en buena parte del mundo y que en Argentina le llaman convertibilidad, como le denominó el ex presidente Carlos Saúl Menem, la principal referencia política de Milei, que lo considera “el mejor presidente de Argentina en el último medio siglo”. La destrucción del Banco Central ha pasado de ser un imperativo programático a un “horizonte moral”, lo que eso quiera decir.

En ese contexto, Milei tomará algunas medidas de muy corto plazo muy espectaculares para mantener las expectativas: por eso ha anunciado que privatizará YPF (el equivalente argentino a Pemex, que ya fue estatal, ya fue privatizada, volvió a ser estatizada por Cristina Fernández y ahora volverá al sector privado), anunció que también privatizará el sistema público de radio y televisión, con fuerte presencia en todo el país. Otro tema ampliamente polémico es la derogación de la llamada ley de alquileres que rige el proceso de renta de casas, departamentos y locales en un contexto de alta inflación, una política que hoy no funciona, y que, cuando se derogue, funcionará aún menos, porque no tendrá normas regulatorias.

El presidente electo ha anunciado que reducirá su gabinete de 18 ministerios (secretarías de Estado) a sólo ocho, básicamente política interior, exterior, seguridad y justicia, defensa, infraestructura y un plenipotenciario ministerio de capital humano que controlará desde la educación hasta la salud, pasando por el trabajo, la secretaría de las mujeres, los apoyos sociales que serán gradualmente retirados y muchas otras áreas. Ese recorte, de por sí muy grande, significará, dicen los especialistas, un 0.8 por ciento del PIB, pero para esos mismos especialistas el recorte mínimo tendría que ser del 4 por ciento del PIB.

Hacerlo sin un grupo legislativo significativo, sin un solo gobernador, con un alto porcentaje de la población que se ha acostumbrado a los apoyos sociales, con muchos que se quedarán sin trabajo por el propio recorte, será políticamente muy complejo, aunque el propio Milei esté dispuesto a asumir el costo, y su aliado el expresidente Mauricio Macri, que se considera más moderado, ayer aseguraba que seguramente todo esto generará resistencias y que por ende tendrá que haber represión.

Esto genera también otro fenómeno. Los grupos de ultraderecha que coexisten en la coalición de Milei, comienzan a exigir de inicio medidas que aquí serán altamente resistidas: acabar con el derecho al aborto, con las leyes de género, con las relacionadas con el cambio climático (que estos grupos niegan) y el negacionismo a la pasada dictadura militar que busca la liberación de cerca de mil 200 detenidos, procesados y condenados por distintos delitos de lesa humanidad.

Me preguntan si Milei es un liberal. No, no lo es, es un autoritario de derecha, que asume medidas liberales en economía, con una política retrógrada en libertades civiles, derechos de las mujeres y las minorías. Es un liberal económico y un autoritario que plantea cancelar derechos y libertades individuales. Se acerca mucho más a la agrupación española Vox que al Partido Popular.

¿Tiene futuro su gestión? Quién sabe, todo es impredecible, incluyendo las propias reacciones y decisiones de Milei, que se suele contradecir en sus propios dichos. Mientras tanto, la devaluación sigue y será inevitablemente mayor sin saber hasta dónde llegará, la inflación se incrementa en forma notable, la situación social se ve mucho más tensa, independientemente de por quién se haya votado. Argentina, insistimos, ha dado un salto al vacío. Nadie sabe hoy dónde y cómo aterrizará.

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