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México, Hamas e Irán

Razones

Jorge Fernández Menéndez

Lo ocurrido esta madrugada del sábado en Israel con el ataque terrorista de Hamas, que ha dejado centenares de muertos, secuestrados, innumerables rehenes cuya suerte se ignora, tiene muchas similitudes con el atentado terrorista del 11 de septiembre del 2001 en Nueva York.

Entre las similitudes están los evidentes fallos de la inteligencia y la seguridad, en un caso de Estados Unidos, en el otro de Israel, en ambos de buena parte de los sistemas de Occidente que se retroalimentan en muchas ocasiones mutuamente, y en el impacto geopolítico que lograron esos ataques. Reconfiguraron alianzas y acuerdos en Medio Oriente y en muchos otros puntos del globo. Y existen similitudes también en la forma en que ha reaccionado México ante los mismos.

En 2001 el gobierno de Vicente Fox tardó muchísimo en pronunciarse públicamente ante el ataque a las Torres Gemelas y el Pentágono. El presidente Fox había hablado con su homólogo George W. Bush, al que había visitado apenas una semana antes de los ataques, dos días después de los mismos en forma privada y en México se seguía discutiendo que tipo de apoyo ofrecería México a Estados Unidos. Pero la primera declaración oficial del gobierno se produjo hasta el 18 de septiembre, una semana después del ataque. Claro que se establecieron mecanismos de colaboración que se han mantenido, muchos de ellos, hasta el día de hoy, pero no sólo esa demora en reaccionar ante el 11-S sacó a México de la agenda estadounidense, sino que también la relación se dañó en el ámbito público en forma notable.

Resulta incomprensible que, ante el ataque de Hamas, el presidente López Obrador haya dicho que México no tomaría partido. En 1973, ya en la guerra de Yon Kipur, hace 50 años, el gobierno de Luis Echeverría, que pretendía liderar lo que se denominaba como el Tercer Mundo, terminó condenando a Israel por una guerra donde ese país había sido el agredido. Recordemos que entonces Israel fue atacado por los ejércitos de Siria y Egipto, y tres semanas después los invasores fueron derrotados. Eso provocó incluso un boicot turístico contra México. Ahora ni siquiera es así, el ataque proviene de una organización terrorista que, en términos estrictos, no representa al pueblo palestino ni al mundo árabe, pero que está impulsada y financiada por el gobierno de Irán, que ha tejido buenas y oscuras relaciones con algunos de los socios privilegiados de esta administración, como Nicaragua, Venezuela (sobre todo) y Cuba.

Existen historias de la relación de México con Irán muy extrañas. Ya le hemos contado aquí la historia del avión iraní-venezolano que estuvo varios días en el aeropuerto de Querétaro, en 2022, y nunca se supo porqué ni que carga depositó y transportó. Su destino, luego de varios recorridos, fue Buenos Aires, en Argentina. Allí fue retenido por pedido de las autoridades estadounidenses y se destapó un verdadero escándalo. Los tripulantes (20) eran en su mayoría de la Guardia Revolucionaria iraní, considerada un grupo terrorista por la Unión Americana, el avión era venezolano, pero en realidad habría sido cambiado de matrícula porque era un avión también de la misma Guardia iraní. Nunca se supo qué transportaba y porque tenía una tripulación tan abundante incluyendo mandos de esa organización militar de Irán.

Pocas cosas inquietan más a Washington que la relación establecida por otros países con Irán, y la relación con grupos como Hamas y Hezbolá. Aquel avión estaba boletinado por autoridades aeronáuticas, pero también por la Oficina de Control de Bienes Extranjeros (OFAC), con la que México mantiene una relación particularmente estrecha. Era propiedad de la compañía estatal venezolana Conviasa, que está en la lista negra de la OFAC que, como se sabe, elabora un listado de personas y empresas con las cuales está prohibido operar, basada en lo que considera una amenaza para la seguridad nacional de la Unión Americana.

La Guardia Revolucionaria Iraní, y su grupo de élite llamado Qduas, que son los que crean en realidad a Hamas, también están en esa lista, y son considerados agentes terroristas porque se considera que venden y aprovisiona ilegalmente de armas a organizaciones como Hamas y Hezbolá.

Todos esos datos constan en las listas que cotidianamente utilizan y supervisan los gobiernos, como la de OFAC, incluyendo por supuesto el de México. Nunca se debió permitir el ingreso a nuestro país de ese avión, no se podía comerciar con él ni tampoco aprovisionarle combustóleo, se debería saber que, por lo menos, los ochos miembros iranís de su tripulación, eran miembros de la Guardia Revolucionaria, porque estaban denunciados como tales y que el comandante es un miembro activo de la misma, familiar directo, además, del ministro del interior de Irán.

Todo eso, en México quedó en la oscuridad. Ahora con los ataques de Hamas y Hezbolá contra Israel, el gobierno federal decide “no tomar partido” pese a que entre los muertos y secuestrados hay mexicanos, y las imágenes que vimos son simplemente brutales. No se quiere comprender que Hamas no es el representante del pueblo palestino ni del mundo árabe, como tampoco lo fue en su momento Al Qaeda. Y reaparecen aquellas historias con Irán que estaban en las tinieblas.

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