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Bajan las Vírgenes de Copoya

Karla Gómez / Diario de Chiapas

Guadalupe Ramírez, de 48 años de edad, es una de varias mujeres que, sin importarles el peso, deciden cargar a una de las vírgenes de Copoya: Candelaria, del Rosario y María Olochea, en las cajas de maderas que se calculan pesan de 20 a 30 kilogramos.

Se colocan al lado de los cargueros, van tomando su turno, se esperan, hasta que el momento ha llegado cuando gritan “cambiooo”, mientras se les ilumina el rostro. Se persignan. De manera silenciosa rezan, piden, agradecen. Son partícipes de una tradición ancestral, que prevale pese al urbanismo de Tuxtla Gutiérrez.

Soportan el peso con la cabeza a través de una banda. Al igual que los hombres, caminan pese a la temperatura de Tuxtla Gutiérrez que estaba a más de 30 grados centígrados. Nada importa en este 30 de enero, salvo vivir con fe y devoción la tradicional bajada a las vírgenes de Copoya, que salieron de la casa del presidente de festejos, en Llano del Tigre, Copoya.

“Le tengo amor, cariño a las vírgenes. Desde hace tres años participo en esta caminata, siempre las pido. Hago promesas, les tengo fe, me dan ánimos para salir adelante, para tener salud”, agrega Ramírez, quien a la altura de la 7ª Sur y Calle Central se ha desplazado con las imágenes que serán recibidas en la casa de Juan Ramón Álvarez, en la 6ª Sur y 7ª Poniente.

Durante el traslado, se acompañan de la música de tambor y carrizo, y, de los bailes de Napapok etzé, las Yomo etzé y las Suyu etzé, quienes caminaron acompañando a las vírgenes de “Copoyitas”.

En la caminata, las personas salían de su casa o, se asomaban desde un establecimiento comercial. Ahí parados veían pasar a las virgencitas, ahí parados observaban el contingente que ocupaba más de media cuadra.

Es la festividad a la virgen de Candelaria, dice, Óscar Fernando de la Cruz Mendoza, albacea principal de la priostería y mayordomía zoque de esta ciudad capital.

“Se llega otro año de la festividad, de servirle a la madre santísima, entre sus festejos y la alegría”, apunta.

Y pese a que se cuestiona la tradición por no tener a las vírgenes originales, agrega que “hubo un conflicto en el 2004 con la iglesia católica, las imágenes de la época colonial quedaron en el recinto religioso; ellas, bajan como embajadoras, las que tenemos pero también son antiguas”.

Con el estruendoso sonido del cuete y de las bombas, se anunciaba el paso de las virgencitas, ahí van después de los parachicos, del cuerpo de baile, de los músicos, de los cuidadores; ahí van caminando por las calles de Tuxtla que alegremente las recibe con el río de colores que ofrece, con el aroma de sus flores de temporada, con la fe que se contagia y permanece por los pobladores. Acá estará por 60 días, estará en diferentes barrios, como: El Cerrito, San Francisco, San Roque, San Jacinto, San Pascualito; en las colonias Xamaipak, El Roble, Patria Nueva, La Victoria, Agua Azul, Kilómetro 4 y La Pimienta.

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