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Enrique Buenrostro / Tecpatán

En un pueblo donde toda la gente se conoce, cuando alguien muere, el dolor es también de todos. Y eso se vivió la tarde del pasado martes, en la comunidad de Nuevo Naranjo, municipio de Tecpatán.

En la vereda que lleva al camposanto, dolidos, hombres, mujeres, niños y niñas, avanzan en silencio. El ataúd blanco está en medio de la multitud. El tono ambarino de las últimas luces de la tarde, acentúa las miradas tristes y lacrimosas, al tiempo que expira en las ya oscuras copas de los árboles y desaparece en las negras siluetas de las lejanas montañas.

Un camión recolector de basura, del ayuntamiento de Tecpatán, acabó con la vida de Denia Fernanda la mañana del pasado lunes.

Chapoteos. La columna de gente atraviesa un río, antes de encumbrar a la meseta donde se ubica el panteón. Un pequeño grupo se detiene apenas remonta el río y aguarda sobre rocas. Esperan a las personas que vienen rezagadas. La mayoría ha avanzado, se oyen sus voces; los que esperan, lo hacen en silencio; se oye el murmullo del agua, el lenguaje de la misma naturaleza, es como si alguien rezara una plegaria en silencio.

Un año con diez meses tenía Denia Fernanda. Su muerte provocó un clamor conjunto por la justicia. El pueblo de Nuevo Naranjo se unió a pedir justicia, a exigir un juicio justo, de manera pacífica. El conductor y sus tres ayudantes fueron entregados por la autoridad comunitaria a la Policía Ministerial, para que se iniciara el proceso legal, con pleno respeto a los derechos humanos de las personas.

Y esta tarde, es también el pueblo la que está terminando por llegar al camposanto. Se oyen llantos. Lloran hombres, mujeres, jóvenes y niños. Son hombres, mujeres, jóvenes y niños que también están enterados que esta tarde se avanzó en la búsqueda de la justicia al alcanzar la conciliación con el Ayuntamiento de Tecpatán.

Despiden a Denia.

El Sol ya se ha marchado tras una alta montaña, y se anuncia una noche profunda.

Denia ha sido sepultada.

Alguien más llora, junto al sepulcro.

Todo el pueblo siente la muerte de Denia.

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