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33 Aniversario luctuoso de Armando Duvalier

Canto de amor a Chiapas
Para don Cesar A. Lara

(Fragmento)

Quiero ¡oh!, Chiapas decirte mi homenaje
porque llevo tu sangre entre las venas,
en los ojos tu inédito paisaje
y en mi sueño la miel de tus colmenas.

No tengo la poética elocuencia
de las aves que te hablan en su idioma;
mas te doy mis versos la cadencia
que aprendí de tus labios de paloma.

Tu suelo es una nítida esmeralda
vestida con olor de madreselva
y llevas en la frente la guirnalda
que hicieron las orquídeas de tu selva.

¿Quién puso en el relieve de tu mapa
donde florece el corazón del día,
una alfombra de musgo en Cintalapa
y un poeta que dijo tu poesía?

Chiapa de Corzo luce su donaire
con la elegancia de su criolla veste:
una randa de flores en el aire
y la tarde en un fino xicalpeste.

Pichucalco es un búcaro de flores
que destapa en el aire sus redomas,
la jaula de sus pájaros cantores
y el estuche de azúcar de sus pomas.

Comitán de las Flores, tus mujeres
son una pajarera de alegría,
si con los dardos del amor nos hieres
se endulza de esperanza la poesía.

Tuxtla, indita de encantos hechiceros,
lleva al viento la aurora en sus holanes,
en las noches, aretes de luceros,
y en los labios carmín de flamboyanes.

Tapachula es la tierra prometida
que florece en tus costas fascinantes
y fue una estrella que quedó encendida
en el sueño dorado de Cervantes.

En San Cristóbal de Las Casas arde
el blanco fuego del fervor cristiano;
si viviera Ramón López Velarde
por ti se abriera el corazón ufano.

Las mujeres del verde Villa Flores
son vírgenes de fuego azucarado
y sus hombres alegres cantadores
que se juegan la vida en un “volado”.

Montebello es un prisma de colores
donde bebe el crepúsculo su tinta
y en tu selva vibrante de rumores
pasa a galope el bronco Usumacinta.

Fue tu suelo un emporio de cultura
muchos antes que llegara la conquista;
Palenque nos legó su arquitectura
y Bonampak su corazón de artista.

Te quiero en cada rosa porque el alba
sacude entre los aires sus jilgueros,
porque arrastra la noche en el Grijalva
un sonoro puñado de luceros.

Y te amo por tu verde geografía
ataviada con frescos sembradíos,
por tus aves envueltas de armonía
y los hilos azules de tus ríos.

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