El Informador
Oralia F. López
La palabra “Navidad” encuentra sus raíces en el latín “nativitas”, que se traduce como nacimiento, lo que conecta directamente con la celebración del nacimiento de Jesús en Belén, una festividad de la tradición católica, marcada el 25 de diciembre.
La víspera navideña, conocida como la “Nochebuena” del 24 de diciembre, adquiere su propio esplendor con reuniones familiares y una opulenta cena que incluye delicias como bacalao, pierna de cerdo rellena y ensalada de manzana, aunque en México puede varias a platillos propios de cada región.
Este festín, más allá de sus sabores, simboliza la abundancia que acompaña la llegada de Jesucristo. Además, convergen algunas de las tradiciones nacionales.
Las arraigadas tradiciones católicas en México también se manifiestan en rituales como las posadas y la rosca de Reyes. Las posadas, que conmemoran el peregrinaje de María y José hacia Belén, inician el 16 de diciembre, culminando con el ritual de “pedir posada”. La rosca de Reyes, por su parte, simboliza la Epifanía y la adoración de los Reyes Magos al Niño Jesús, celebrándose con este pan el 6 de enero.
No menos significativo es la decoración con el Nacimiento o la instalación del árbol de Navidad. Esta última es una costumbre que, de origen extranjero, se arraigó en México a lo largo del siglo XIX.
Además, la Navidad en México se enriquece con tradiciones arraigadas como las pastorelas, los villancicos y las emblemáticas piñatas. Estas últimas, con su forma de estrella de siete picos, trascienden como parte integral de la identidad nacional: rompiendo la piñata, también simbólicamente se eliminan los pecados capitales que representan.