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Jorge Éver González Domínguez

Chiapa de Corzo, Chiapas

“Cuando la luna se mancha de la noche, el cantar silencioso de grillos y de ranas saltan en la quietud y la nostalgia. Y me quedo dormido en el filo de tu indiferencia”.

Este once de los corrientes, la Institución Cultural Internacional América Madre, filial Tuxtla Gutiérrez, se dio cita en céntrico espacio cultural de la capital chiapaneca, para llevar una velada muy romántica con poesía, música y recuerdos, el tema fue: Cartas de amor, donde más de veinticinco poetas chiapanecos leyeron con todo el sentimiento sus poemas de amor.

En el marco del Día del Amor y la Amistad, llovieron poemas en una noche donde la luna era la que iluminaba los corazones.

El presidente de la institución Internacional, Dr. Víctor Hugo López Cancino, dio la bienvenida a los asistentes y sin más preámbulo se comenzó a derramar los sentimientos ante la poesía.

Así intervinieron: Socorro Trejo Sirvent, Chary Gumeta, Martha Zambrano Oropeza, Lorena Esteban, Sara Martínez, Letizia Pérez, Diana Irene Velázquez, Lupita Zepeda, Saúl Trejo, Socorro Carranco, Patricia Villalba, Yolanda Molina Quiñones, Didier Gómez Trujillo, Marlene López Sánchez, Violeta Montero y Viky Marín, entre muchos más.

La velada Cartas de amor, se llenó de romanticismo y nostalgia, Martha Zambrano leyó con entonada emoción un poema hacia sus hijos: “Espero que esta misiva cumpla mi deseo de expresarles, el gran amor que siento por ustedes, uno diferente al que acostumbramos a celebrar este día y que nació hace 36 años… crecieron y la forma de amar cambió…”.

Mientras Letizia Pérez leyó con pausado acento: “ …no puedo inspirarme entre tus ojos de tierra húmeda, en tu nariz de cavidades duras. En las cascadas de tu pelo, raíz y muérdago.

En tus cejas pobladas de árboles. En tus emociones cercanas al cielo ¡No puedo! Tu boca emisora de mi alegría falleció y me enterró sin epitafio, en una bóveda clandestina de faroles azules y neblina… Para evitarme de tu mirada, de tu preciosa mirada, que viajó al infinito de otras sábanas, sin importar nada, ni mis lágrimas sinceras, sin escamas, ni mi dolor aterido de mujer enamorada… aun así, aseguraste que me amabas, como una sombra envenenada, con vehemencia de martillo pusiste cada letra en las palabras ¡Te amo! ¡Te amo! ¡Te amo, no lo dudes! ¿Qué clase de maldad practicas?”.

Así la noche devoró la tarde y las Cartas de amor, se humedecieron de amor, dolor y sentimiento, en una velada llena de poetas en la capital chiapaneca.

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