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El cuerpo en que nací, breve temporada en el Foro Lucerna (CDMX)

IQ Icunacury Acosta & Co. / Diario de Chiapas

Adaptación libre de la novela de Guadalupe Nettel, realizada por Bárbara Perrín. Dirección: Benjamín Cann.
Elenco
María Perroni Garza, Tamara Vallarta* Paulina Treviño* (*Alternan funciones).
Sinopsis
Guadalupe es una niña durante finales de los años 70, enfrentándose al reto de crecer y encontrar su identidad entre las locuras liberales de la época, una familia tan rara como cualquiera y el cuerpo en el que le tocó nacer. Un cuerpo que a veces se siente defectuoso y otras veces como su más grande orgullo, pero siempre como una eterna outsider.
La obra, adaptación de la novela homónima de Guadalupe Nettel, es una historia de iniciación contada desde dos voces: la niña que vive y la mujer que recuerda. Ambas Guadalupes presentan las mismas anécdotas con diferentes perspectivas. La pequeña Lu se sorprende y reacciona desde el presente y la Guadalupe adulta tiende a poetizar el pasado, dudando a veces de su propia memoria.
Temporada
26 de abril al 16 de junio 2024: Viernes 20:30 h; Sábado 18:00 y 20:30 h; Domingo 18:00 h.
Teatro: Foro Lucerna. (C. Lucerna 64, Juárez, Cuauhtémoc, 06600 Ciudad de México, CDMX).
Entrada general: $450 en Ticketmaster
Créditos
Diseño de escenografía e iluminación: Matías Gorlero
Diseño de Vestuario: Estela Fagoaga
Diseño musical: Federico Schmucler y Julio Cann
Asistente de dirección: Miguel Santa Rita
Producción: Magnifico Entertainment
Producción teatral nacional realizada con el estímulo fiscal del artículo 190 de la LISR (EFIARTES)

Acerca de la obra
Nadie tiene un referente distinto a su propia mirada, ni otro punto de comparación. Estar en el mundo es aceptar que estamos condicionados a percibir de cierta manera tanto física como afectivamente, estar en el mundo es también aceptar el cuerpo en el que nacimos y las modificaciones que este sufre con el tiempo y la experiencia.
Inspirada en la infancia de la autora, El cuerpo en que nací es la historia de una niña que nace con una mancha sobre la córnea del ojo derecho. A lo largo del relato, la narradora lleva a cabo una reconstrucción de su infancia a partir de traumas y eventos que marcaron su manera de percibir y entender el mundo. Para ella, su diferencia física y las convicciones ideológicas de sus padres fueron aspectos que la colocaron al margen de la sociedad en los años 70.
Se trata de una historia llena de sentido del humor, pero también de realismo, en la que el mundo infantil se presenta mucho más ominoso de lo que parece a simple vista.
Escuché el libreto de El cuerpo en que nací escrito por Bárbara Perrín durante una lectura dramática que organizó Benjamín Cann, me gustó reconocer en él los ejes temáticos más importantes de la novela y también a sus personajes. Hay una fidelidad hacia el tono y hacia el espíritu de la época en la que está situada la historia. Me pareció un acierto convertir lo que en principio hubiera sido un monólogo, en un diálogo entre la narradora niña y la narradora adulta, lo cual permite al espectador fluir entre las dos perspectivas. El de Perrin es un texto capaz de conmover y de hacer reflexionar sin perder nunca el sentido del humor. Se trata de un libreto inteligente y a la vez adaptado para un público muy amplio.
Guadalupe Nettel

La novela El cuerpo en que nací está narrada como un monólogo: la autora platica consigo misma. No exalta, o pontifica. Solo platica. Y nos muestra que estás leyendo una vida que seguramente se parece a la tuya, aun cuando los hechos concretos no sean los mismos. Y te conmueve. Leer una vida simple, con problemas como cualquier vida podría tener, te conmueve.
Hoy pienso que narrar de la vida, de ese gran tema, consiste en contar de vidas simples, de esas que se parecen a la tuya: complicadísimas, y sin embargo tan simples. Tan iguales, aunque los sucesos sean tan diferentes: a alguien se le muere un padre, a alguien le quitan el trabajo, alguien tiene un problema físico, alguien necesita dinero, a alguien la vida le hace mudarse a otro país, alguien se ve obligado a vivir con quien no desearía, alguien tiene que seguir reglas que no le gustan, alguien extraña a alguien… todos, problemas que si los pones en el microscopio de un escenario teatral, podrían ser una tragedia. O una comedia. O la eterna búsqueda de la propia identidad. O el enfrentarse a los designios divinos. Todo eso, es esta obra.
Para la adaptación contamos con Bárbara Perrín, quien hizo un trabajo de adaptación con mucha sensibilidad a partir de la novela. La revisó la autora de la novela. Decidimos que podría ser lo que finalmente es: un diálogo entre la autora y ella misma en diferentes momentos de su vida. Es un monólogo a dos voces, o un diálogo consigo misma.
La obra sucede en un mundo que no es realista: es simbólico. Un mundo que se crea a partir de dos mujeres sentadas en dos sillas. No son espejo una de otra: son dos mujeres diferentes a pesar de ser la misma. Bien: dos sillas. Y dos actrices. Muchos zapatos, que simbolizan que cada vez que te cambias de zapatos, te pones “en los zapatos” de otra. En el lugar de otra, en un lugar diferente. Un balón de fútbol, porque la niña es una gran defensa. No es gratuito, verán, que su puesto en la alineación sea “la defensa,” cuando el personaje tiene la percepción de que en la vida uno debe defenderse constantemente.
Nuestro personaje tiene un problema físico, en un ojo. También es un símbolo, aunque parta de un hecho autobiográfico, que el “defecto” esté puesto en un ojo: su visión de la vida está afectada. O alterada. O deformada. Se ve diferente con cada ojo, se ve de maneras diferentes, aunque sea vista por la misma persona. Es, digo, una obra sobre aceptarse uno mismo a pesar de reconocerse. Es el trayecto, hasta cierta edad, de una vida en la que una mujer, o dos, o doscientas, va descubriendo quién es a partir de enfrentarse a su destino: los obstáculos y los estímulos que el destino, la vida, las decisiones de sus padres, le ponen enfrente.
Dos actrices dialogan recordando y reviviendo. Pero cada una puede ver, iluminar el mundo de manera diferente: lo que para una es trágico, para ella misma siendo otra persona, es cómico. Lo más serio es juego, lo más divertido es un recuerdo doloroso… son dos porque todos, de alguna manera somos plural, y depende de qué zapatos me pongo en el mundo, y de cómo lo ilumino, el mundo cambia y puede ser diferente.
Benjamin Cann

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