Carmen Nozal
Ciudad de México
El escultor Miguel Peraza, heredero de una tradición que por generaciones ha dado forma en el bronce a los sueños de un imaginario colectivo nacional, explica que dicho conjunto representa la realidad contemporánea de nuestra identidad social y urbana. Tras ser vandalizado en los años 2019 y 2020, sufriendo daños severos y pérdidas de piezas completas, se requirió de la restauración con los moldes originales. Representado con un maletín, dirigiéndose a alimentar las venas de los grandes rascacielos que devoran cotidianamente su labor, esta escultura fue sujeta a un arduo trabajo llevado a cabo durante los últimos tres años por técnicos y expertos, particularmente de la Fundición Neleco, bajo la coordinación de Miguel Peraza.
De este modo, se logró anclar esta obra de manera definitiva, durante las primeras horas del pasado domingo 30 de mayo para la contemplación y el disfrute del pueblo mexicano. En medio del cerco sanitario, la reinstalación de este conjunto escultórico, ubicado en el corredor del Paseo de la Reforma sobre la calle de Lieja, forma parte del patrimonio cultural de la humanidad, ofrece una preciada esperanza de vida, celebrada por numerosos hombres y mujeres comprometidos con el arte, la libertad creativa y el respeto a la propiedad pública y privada, y principalmente con el respeto a la dignidad de todo ser humano. Por ello, esta recolección es una muestra palpable de la intervención certera del público, de la solidaridad de creadores de todas las disciplinas y, de las autoridades por conservar parte de la historia del patrimonio nacional. Finalmente, esta escultura forma parte del momento histórico de las esculturas urbanas que se fueron sembrando en distintas regiones del mundo, por un movimiento internacional de artistas ocupados en el ser cotidiano, hoy obra icónica de la vida cotidiana de la existencia de todos los comunes. El logro significa la reivindicación del derecho a la cultura, pues como bien ha dicho Miguel Peraza:
“Si no es para todos, no es arte”.
Fue hacia los años ochenta, cuando al escultor mexicano Miguel Peraza le llegaron algunas lecturas que lo dejaron profundamente impresionado. Trataban de la entrega de la ciudad de Calais, en el momento histórico en el que a Rodin le encargan la escultura de Los burgueses de Calais para recordar la rendición de la ciudad, donde el cabildo no estaba de acuerdo, simbolizándolo con sogas al cuello. Se sabe que el alcalde es el que porta la llave, y de ahí se deriva la tradición de entregarla a los visitantes distinguidos. Sin embargo, en la historia de Calais se hizo para evitar el derramamiento de sangre porque se tenía la certeza de que no contarían con medios para enfrentar la invasión inglesa. Tiempo después, Rodin le pide al alcalde de la ciudad que cuando sea colocada la escultura, se haga a ras de piso con el ánimo de entender que no se trata de mostrar la monumentalidad histórica, sino de realizar un homenaje de reconocimiento a los hombres comunes. Finalmente no lo logró y la obra quedó expuesta en un pedestal. A pesar de ello, en la actualidad, las réplicas de Los burgueses de Calais están a ras de piso en numerosos museos, gracias a que Rodin luchó por ello. Esta anécdota quedó impresa en la memoria de Miguel Peraza y tiempo después dio frutos con gran beneficio artístico.
También en los años ochenta, cuando deja las esculturas de campo de corte rural, las experiencias en la sierra y la alfabetización, Miguel Peraza comprende que la otra parte del campo estaba en la ciudad. Por ello, se requería hacer un homenaje a los ciudadanos de a pie, que recorren esos espacios donde todos nos mezclamos y donde caminamos, en medio de nuestro anonimato, por alguna de las grandes urbes. De una u otra forma, todos provenimos del mundo rural que ahora se ha urbanizado. Desde esa época, Miguel Peraza pensó en una exposición que titularía La Marcha de la Urbanidad, la cual fue planteada entre 1987 y 1988 para la Galería Praxis. De ahí resultaron una serie de personajes de la vida cotidiana, que enriquecieron la parte del anti monumento que mostraba esa exhibición. Además, Peraza contó con la suerte de que a su inauguración llegara José Madariaga Lomelín, director y dueño de una importante asociación financiera. Gracias a esa visita, resultó un encargo que en primera instancia se llamó El espíritu Probursa, obra develada en 1990. Posteriormente, la escultura empezó a tener su propia itinerancia y, de alguna forma, cobró vida y salió al mundo.
Finalmente, este grupo financiero adquiere Multibanco Mercantil México y parte de las obras que se llevan es la emblemática escultura que hoy conocemos como el Hombre del portafolio, realizando su traslado a las instalaciones de Paseo de la Reforma y Montes Urales, en las Lomas de Chapultepec.
Como sabemos, México entra en una profunda transformación financiera y, paulatinamente, la banca mexicana va desapareciendo hasta quedar en manos de la banca extranjera. Multibanco Mercantil es comprado por (ELIMINË BBV) Bancomer y, a su vez, este es adquirido por el Banco Bilbao Vizcaya (BBV), quien adquiere las instalaciones financieras con todas las obras de la colección.
La escultura fue colocada dentro del límite de un edifico de Teodoro González de León sobre Paseo de la Reforma y Montes Urales. Este hecho hizo pensar que la obra le pertenecía a la Ciudad de México y no a la institución bancaria y, de alguna forma, los habitantes se la fueron apropiando hasta llegar a cambiarle el nombre, bautizándola como Monumento a los godines, o a los trabajadores que llevan sus sueños o su alimento adentro de un portafolio. Hoy, la institución se ubica en uno de los rascacielos más importantes de la Ciudad conocido como la Torre Bancomer, pero que en realidad es la BBV. Tras una negociación con el gobierno de la Ciudad, resuelve donar la escultura a la Ciudad de México.
Hace un par de años, lamentablemente, la escultura sufrió un accidente automovilístico y más tarde, fue vencida hasta ser derrumbada en un acto vandálico. Tras estos hechos, en un esfuerzo conjunto entre la ciudadanía, intelectuales, artistas, instituciones y el Gobierno de la Ciudad de México, encabezado por la Dra. Claudia Scheinbaum, se logró recuperar el conjunto escultórico “Hombre del portafolio”.