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Roque Gil Marín Vassallo

Comitán, Chiapas

Al llegar la fecha en que se celebra el aniversario luctuoso de este titán zapoteca, los mexicanos no hemos sido capaces, hasta hoy día, de darnos un momento de profunda y honesta reflexión para analizar y evaluar lo que representa no solo para nuestra nación, sino para todo el continente americano, tanto la obra heroica como su legado jurídico y su praxis política que, con su ejemplo y valor, fraguó para la eternidad el jurisconsulto, el Presidente Indio, el Benemérito de las Américas, Lic. Benito Pablo Juárez García.

La valiosa y trascendente obra histórica que el Indio de Guelatao donó a México, desbordó, desde los momentos en que se realizaron sus hazañas patrióticas, los límites nacionales y fue aceptada y aplicada en otras latitudes de Norte, Centro y Sud América, que enarbolaron como propias la filosofía social y la retórica de su política nacionalista, para consolidar definitivamente la emancipación de sus pueblos que, con el apotegma juarista que dice: “Entre los individuos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”, se lanzaron a la lucha para poder disfrutar del derecho inalienable de ser libres y soberanos en cuerpo y alma.

Don Benito Juárez, no es solo uno más de los tantos héroes que hay en todas las naciones del continente americano, es el héroe más grande y absoluto, pues sus virtudes indianas, su ideología emancipadora y su ejemplo convincente lo elevan, en integridad axiológica, sobre Lincoln y Washington, que amalgaman otros valores anglosajones; también sobre Bolívar y Miranda, sobre Sucre y San Martín, sobre Morazán y Barrios, cuyos espíritus indómitos se fusionan en la sangre inmortal de la patria latinoamericana.

El Liberalismo Juarista es -además de una doctrina política- algo así como el termómetro que mide el calor de la sangre agitada de nuestros pueblos que, habiendo creado y engrandecido poderosos Imperios pre-colombinos cuyos vestigios comprueban su grandeza y su importancia, consideraron inaceptable y vergonzosa la condición a la que por ignorancia de los conquistadores hispanos, se vieron sometidos a una esclavitud que, por la grandeza de su pasado jamás hubieran merecido.

La Doctrina del Presidente Juárez, se dirige a perfeccionar las virtudes y a corregir los defectos que las capacidades de cada individuo le permiten concebir, procurando la fusión inaudita de encontrados intereses a los que, de forma convincente, pudo sumar a su causa para convivir en paz, fundando su propuesta en otro más de sus postulados en el que sentencia: “Nada por la fuerza, todo por el derecho y la razón”, principios que frenaron de forma contundente las pretensiones hegemónicas de los grandes imperios europeos.

Aún se pueden escuchar en los ecos del recuerdo, el tropel de los caballos y el chillido de las ruedas de la Carroza Peregrina, que cual Arca de la Alianza ondeaba las banderas de la salvación y de la esperanza, mediante un nuevo pacto que derogue los preceptos de un decálogo obsoleto, anacrónico, y se instaure el imperio de la verdad y del derecho para poder alcanzar la promesa bíblica que afirma: “Hablad y practicad la verdad, porque la verdad os hará libres.”, y la libertad nos dará progreso y el progreso, felicidad.

Los hombres que como Juárez, ofrendan su vida por salvar a sus pueblos ¡no pueden morir, jamás mueren! Siguen viviendo en el grato recuerdo de todos aquellos que como entes bien nacidos, saben agradecer y reconocer el valor increíble de la libertad, de la paz y de la soberanía de nuestra amada patria. Salud.

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