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María Elena Rovirosa

Libro generacional que ha desempeñado un papel muy importante en la vida humana, exhortando a tener conocimiento mediante su lectura, brindando un bálsamo a todos sus lectores en diferentes circunstancias y situaciones. En la Biblia se impone un trabajo permanente para que se haga perceptible como el mensaje de salvación, entendiéndose como salvación el camino de comunicación que conduce a Dios Padre. La Biblia se ha difundido entre las comunidades cristianas y los creyentes, buscando en ella la luz y orientación para su vida cotidiana. Son cada vez más los aspirantes a conocer una atmósfera divina, donde es muy posible que se tenga que abandonar el razonamiento para entrar en coherencia con el lenguaje de la fe. En este proceso de maduración, las ediciones de la Biblia tienen aplicado un buen acierto en su gramática utilizada para la traducción de los textos originales, ya que los rollos fueron escritos en griego, hebreo y arameo. La insistencia a comprender sus pasajes, se convierte en una orientación para obtener un nuevo estilo de vida, donde la paz interior cobra sentido. Se nos presenta como una herencia por cobrar, donde se hace ausente la contratación de un notario para reclamar un Antiguo y Nuevo Testamento. Así es como las riquezas de este libro, nos motiva para escudriñar los momentos más dolorosos de personajes, también conocidos como profetas. Una obra con gran volumen de hojas donde cada individuo centra su atención y tiempo dedicado muy personal, y es allí, su relación de identificación. Sus renglones con presentación subyacente iniciando desde Génesis hasta el Apocalipsis, están colmados de alianzas, creaciones, orígenes, discursos, oraciones, leyes, bendiciones, hechos y promesas, que saturan de esperanza como hilo conductor de las historias narradas. Es un libro de amplio horizonte, que menciona la problemática de las naciones del mundo entero e identifica en un salto audaz la resolución de las mismas. Cada capítulo y versículo llenan de armonía su comprensión. El maná y las codornices son una manifestación de la providencia de Dios, mismo que se ha hecho presente en nuestra etapa de contingencia con el Covid19 donde la cementera tierra, no ha dejado de ofrendar alimento y que también hemos sentido la gran necesidad de compartirlo. Hoy la sed continúa por la respuesta de una interrogante: ¿Está el Señor con nosotros o no? El Salmo 46 nos brinda su respuesta. Yo Soy.

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