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La Leyenda de San Pascualito

Roque Gil Marín Vassallo

Comitán, Chiapas

En Chiapas, tenemos un valioso tesoro cultural en nuestras leyendas y narraciones populares, surgidas en todas las épocas de nuestro devenir histórico, cuyas versiones se encuentran fusionadas con páginas históricas tanto de la Época Precolombina como de la Conquista Española, El Virreinato, la Colonia, Los Imperios y nuestras gestas libertarias.

En Tuxtla Gutiérrez surge una bella, cautivadora e interesante leyenda que brotó durante “La Revolución Mapache”, que se realizó entre los años de 1914 a 1920 y se dice que fue creada para tratar de frenar esta cruenta guerra fratricida que terminó con la expulsión de nuestro estado, de las tropas “Carrancistas” que solo vinieron a Chiapas a robar todo lo que pudieron, para sostener a un gobernante acusado de ladrón, asesino y traidor: Venustiano Carranza Garza.

Se trata de la Leyenda de San Pascualito, en referencia a San Pascual Baylón, que nació en el Pueblo de Bailén, provincia de Jaen, España, y que llegó a Ser el Papa Pascual III, entre los años 1164 a 1168 y se le identifica como “El Anti Papa”.

Esta leyenda combina la historia con la fantasía popular, pues los tuxtlecos aseguran que San Pascualito se caracteriza por sanar de todos sus males a los enfermos que claman sus favores, pero que, al salir por las noches, recorría las calles de Tuxtla Gutiérrez, buscando “almas” para llevarlos “al otro mundo”. Y causaba pánico entre los creyentes, que evitaban andar de noche en la calle para no ver a su Carretón de la Muerte, pues se afirmaba que quien lo miraba era “Llevado por el Santo a una tumba”.

También se dice que quienes morían a causa de la Peste, eran recogidos por San Pascualito, que los metía en su Carretón Negro tirado por dos mulas “prietas” y los iba a sepultar en lugares lejanos y secretos para que nadie los viera y así no se contagiaran de este mortal mal.

Cada 17 de mayo, en su templo, se le rinden homenajes a sus restos mortuorios que se encuentran en un ataúd dentro de su templo y frente al que sus creyentes se hacen “Limpias con albahaca y tulipanes rojos para curarse de sus males”, y es por esto que esta práctica dio inicio al culto a la Santa Muerte, que hoy es venerada en muchos lugres de México y del mundo.

Su templo se ubica en la Sexta Calle Poniente, casi esquina con la Tercera Av. Sur, en el Barrio epónimo; fue construido por el empresario tuxtleco don Rubén Palacios, que evitó que el clero católico romano acabara con esta creencia, y en la Ciudad de México logró que el Arzobispo Ortodoxo Nacional enviara a Monseñor Fray Agustín García de la Cruz, como Primer Arzobispo de la Iglesia Católica Ortodoxa Griega y declaró al templo como Catedral Ortodoxa para Chiapas y Centro América, y Fray Agustín pudo implantar con sus ejemplos de amor cristiano, el culto a este santo. ¡Felicidades!

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