Enrique Flores Amastal Ciudad de México
RECUENTO
Los recuentos se hacen siempre
cuando la persona está a punto de partir,
“dicen”, yo no sé, ven la película de su vida.
Parece ser que pierden el habla,
y la vista, en el caso de mi hermano así fue.
Pero no es que muera, si acaso duermo,
pienso en mi niñez, en lo que puedo recordar,
caminar la tierra a pie, descalzo, con frio,
en los inviernos, el
zacate del maíz amogotado,
y la imagen de mi padre trabajando.
Pero así con las carencias, que no veía,
fui feliz, y se iniciaron los sueños,
sueños que han pasado siete lustros
y no se han ido, surgen nuevos,
es decir, soy un hombre soñador.
Tengo una familia, sí, sin ellos
mi vida quizá habría tomado otra dirección,
pero no, los sueños ahora me llevan
por nuevos derroteros, nuevos horizontes,
otras bellezas y aromas
envuelven mi existencia.
Muchos sueños infantiles son, ahora, realizaciones.
En esas realizaciones vive mi familia
que también sueña y se esfuerzan
porque sus sueños sean realidades.
Mi padre ya partió a la otra dimensión,
dos hermanos que concluyeron su finalidad
también siguieron a mi padre.
Quedamos varios
hermanos, y nuestra madre
que vigila nuestros pasos,
una mujer que ronda ya cerca los cien años,
en lenguaje de hoy diría que fue y es una guerrera
sacó adelante a sus hijas e hijos.
El tiempo infinito sigue
y no se irá cuando me ausente,
nuevas conciencias surgirán,
hombres o mujeres y mi familia
seguirá diversificándose, creciendo.
Los recuentos se hacen siempre
cuando la persona está a punto de partir,
“dicen”, yo no sé, ven la película de su vida.
Enrique Flores Amastal
