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Agencias
Alcanzar la felicidad es un gran tema de la humanidad que ha intrigado a las culturas, y cada una la ha entendido de una manera distinta, según diversos factores biopsicosociales y culturales, afirma Ana Beatriz Moreno Coutiño, profesora del Posgrado de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM.
Es un estado aspiracional, una búsqueda ambigua y poco clara, que para algunas culturas implica acceder a un cúmulo de conocimientos, mientras para otras es sumar logros intelectuales o emocionales. En la nuestra tiene un significado particular, porque se ha vuelto ese estado aspiracional al que todo mundo quiere llegar, pero nadie sabe para dónde va, estima.
Esa confusión para definirla nos trae problemas para lograrla. “Si no sabemos qué estamos buscando, no la vamos a encontrar”.
La especialista explica que en las sociedades actuales, volcadas hacia afuera y de alto consumo, la felicidad se confunde con un bien que se puede adquirir; la buscan afuera (en un mercado, en ofertas) con frecuencia se convierte muchas veces en objetos materiales, en logros académicos o económicos y en relaciones afectivas de pareja o de amigos.
Amor
“Se confunde con objetivos o metas a alcanzar. Pero el problema es que no es eso. No lo es tener el último teléfono celular, la pareja más guapa o inteligente, el título profesional más alto o el premio más prestigiado. Todo esto son estados externos que responden a un deseo, y se ha confundido la felicidad con satisfacer un deseo”, comenta.
Moreno Coutiño acota que el problema es que satisfacer un deseo siempre será por un tiempo corto o mediano, pues la consumación de éste es pasajero, finito, y se va a desvanecer. “Además, en cuanto termina vuelve a surgir otro deseo, y eso es peligroso porque entonces nunca llegamos a satisfacer ese estado completo. Nuestra condición humana es de insatisfacción”.
Un modelo budista
En ocasión del Día Internacional de la Felicidad, que se conmemora el 20 de marzo, la especialista recuerda que investigadores franceses desarrollaron un modelo para alcanzarla, el cual es novedoso para Occidente. “Está basado en la filosofía budista, una filosofía milenaria que tiene años de introspección, de trabajo interno, en la que a través de su propia práctica de ensayo y error y pasándola de maestro a discípulo, han podido constatar que la introspección ayuda a tener una sensación de bienestar y una vida más satisfecha y plena”.
El “Modelo centrado en el ego desprendido” se enfoca en la búsqueda de la reducción del egocentrismo. Las culturas actuales son totalmente egocéntricas, se nos ha fomentado satisfacer el yo y gratificarnos todo el tiempo, lograr un funcionamiento hedónico, siempre con el objetivo del placer, así como la gratificación (entre más inmediata mejor) y evitar los estímulos desagradables, así como generar aversión hacia cualquier cosa que pudiera ser incómoda.

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