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María Elena Rovirosa

Acostumbrados a caminar con la mirada hacia abajo, pretendemos no tropezar con algún objeto, persona o descuidar nuestra ruta. Nos sentimos completamente seguros hacia donde hemos pensado llegar. Estamos muy pendientes de algún sonido y de situaciones comunes que pueden suceder al ir caminando. Además, nos conmueve y originamos una razón, por el sencillo hecho de ver sobre el suelo un objeto que puede ser de gran valor para nuestras labores.

Regularmente olvidamos levantar la cérvix para entrar en reflexión, captando las señales del tiempo. Ya acostumbrados a las tormentas que representan mal proceso con mucha lluvia, sentimos desprogramarnos cuando llegan las Tempestades.

Sin embargo, estas son las que verdaderamente dan sabor a la tierra, debido a la mayor limpieza por sus aires huracanados, nubarrones, truenos, relámpagos, granizos, considerándose de esta forma un caos. Continuando con los conceptos básicos de los tres estados de la materia: sólido, líquido y gaseoso, encontramos mayor conocimiento al entrar en discernimiento para saborear la Inteligencia Universal del movimiento temporal.

En este tiempo de aislamiento, obedeciendo las medidas de salud, cabe presentarse una Tempestad Emocional en nuestras vidas; pero, igual que el proceso meteorológico detallado anteriormente, nos traslada hacia un orden, limpieza y reposo. Es llegar al punto cero, es prepararnos para un Reinicio, valorando el todo que nos rodea, reconociéndonos como el único Ser irrepetible en la vida.

Siendo hombre o mujer, ya estás en la trascendencia que constituye la esencia de la existencia humana, ya estás pasando por el filtro de las Tempestades, ya estás por llegar a encontrarte con el arco de los siete colores que actúa cuando la luz del sol brilla a través de la lluvia, haciendo que la luz se doble y se refleje fuera del aguacero. Yo Soy

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