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Sigue novela de los Athletic’s

Su mudanza temporal a Sacramento, antes de ir a Las Vegas, genera inquietud

Agencias
Diario de Chiapas
ÉSTE ERA el momento de John Fisher. Era una mañana fría y lluviosa en el Sutter Health Park en el occidente de Sacramento. El micrófono fallaba cada vez que el propietario de los Kings Vivek Ranadive intentaba elogiar al dueño de los Oakland Athletics, pero este era el sitio (el único y solitario lugar en todo el universo conocido) donde se congregó un grupo de personas para ensalzar las virtudes de Fisher por voluntad propia.
Aplaudieron fervorosamente, y quizás ingenuamente, a este multimillonario, singular por su falta de carisma. Fisher es dueño de algo que ellos creen que quieren y que ahora tienen. El momento era el anuncio oficial de que su equipo de béisbol, históricamente caracterizado por su mediocridad, desmantelado por Fisher de forma sistemática y desmontado en varias piezas para maximizar las ganancias, jugará en un estadio de ligas menores en su patio local a partir de la próxima temporada. ¿Por cuánto tiempo? Dos años, tres… lo que les funcione mejor. ¿Cuánto les costará? Pues, resulta que no les costará nada.
En esta mañana, el primer jueves del mes de abril, nada de eso importó. Aplaudieron porque son sus empleados, o podrían serlo dentro de poco, o porque forman parte de una entidad que podría beneficiarse de lo que este hombre posee. Se pusieron de pie y aplaudieron porque le dieron a este hombre todo lo que quería, a pesar de estar conscientes de que pronto habrán desempleados en Oakland, y de que la afición de Oakland perderá su equipo. Se pusieron de pie y aplaudieron, a pesar de los montones y montones de pruebas que dan a entender la probabilidad de que cualquier vínculo con este hombre y su franquicia de béisbol acabará entre la frustración y la ira.

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