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Tragedia universitaria, una alerta urbana – vial 

El lamentable deceso de Braulio David Gordillo Domínguez, estudiante de la facultad de Arquitectura de la Universidad Autónoma de Chiapas, ha puesto otra vez al descubierto que hace mucha falta que las autoridades de la Secretaría de Movilidad y Transporte a cargo de Aquiles Espinosa García, se pongan a trabajar para evitar tragedias de esta magnitud.

Al funcionario no le sale nada bien desde que tomó las riendas de la Secretaría. Dejó morir el tristemente programa del Conejobús. Ni en Tapachula ni en la capital funcionó. Cierto, es una herencia maldita de Juan Sabines Guerrero, exgobernador de Chiapas, quien engañó desde un principio a la población usuaria de estos dos municipios, pero lo mínimo que debió procurar Aquiles es que el servicio no tuviera un pésimo final en detrimento de los pasajeros y de los concesionarios, quienes a la fecha siguen esperando que les paguen adeudos.

Hoy es lamentable que más de 50 propietarios de las placas del Conejobús estén postrados, en una protesta permanente, con manifestaciones constantes, para ver si al funcionario que prometió resolver el problema, se le hinchan las ganas para pagar lo que se debe.

Eso sí, la entrega de placas de taxis pareciera que es su logro máximo, pero no se da cuenta que la omisión y terquedad a resolver la situación legal de los concesionarios de las extintas rutas I y 2, los está llevando a la muerte de manera paulatina. Son gente mayor que va “muriendo” con mayor celeridad al no tener la certeza de recibir el dinero que les adeudan por la desaparición de las dos rutas principales de Tuxtla.

Sus hijos, hijas y demás familia que dependían de la operatividad de las concesiones, lloran lágrimas de impotencia por este descarado accionar de Aquiles Espinosa, quien se esconde a los llamados de los expropietarios de sus concesiones, y lo decimos así, porque éstos han denunciado que “les han quitado todo documento legal que les acredite que son dueños de sus placas”.

Por eso el caso de Braulio indigna. Desde ayer, en redes sociales, los jóvenes lamentan la muerte de su compañero universitario. Los usuarios critican que no haya garantías de seguridad para los peatones, para los pasajeros de colectivos que piden descender en las “paradas de la muerte”. La familia no se resigna a creer lo que está viviendo.

En el accidente del joven, originario de Las Margaritas, su muerte pudo evitarse. Sin duda que sí y no lo dicen porque se culpe de ello a las autoridades de la Secretaría de Movilidad, sino porque existen varios factores que, en su conjunto, hacen ver que este no será el primero ni el último accidente de estas dimensiones, sino que no se pone remedio a la urbanización ni a las medidas viales.

No hay cultura vial. Los conductores de las unidades del transporte público corren como locos, sin respetar lo que establece la ley. Los agentes de Tránsito sólo están para sacar raja a los excesos, pero no hay propuesta alguna de la autoridad para que se eviten estos accidentes.

No es posible que una pista de bicicletas y motos, por si faltaba algo, esté a la par de una parada de pasajeros y que éstos queden como salchichas, entre el colectivo o el taxi y las bicicletas o motos que agarran el espacio de la dizque ciclovía.

Se dice, sin que a la fecha la autoridad judicial lo haya informado ni mucho menos confirmado, que el responsable del accidente se quedó sin frenos y por ello se registró el atropellamiento de los dos jóvenes. Si así fue, no se vale que se circule por la calle con una unidad que está en malas condiciones mecánicas. Tuxtla Gutiérrez crece cada día sin que haya una regulación urbana acorde a las condiciones territoriales ni existe una regulación que prohíba circular “carcachas” que se conviertan en un peligro vial.

Desde que se colocaron los topes adicionales a la ciclovía, se dijo que el diseño estaba mal. Los pasajeros que descienden de las unidades tipo colectivo y taxis no pueden estar expuestos a ser arrollados por un ciclista o motociclista, o en este caso, por un loco conductor de una camioneta que quería evadir el tráfico. Esta es otra de las versiones manejadas al momento de la tragedia.

Lo que haya sido, hoy se tiene a una joven promesa sin vida y otra universitaria lesionada. El ordenamiento territorial corresponde a los municipios y a la Secretaría de Movilidad y Transporte y justo son ellos los que deben tomar cartas en el asunto para que no haya otra tragedia de esta naturaleza.

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