PRI, inmaculado por Alejandra del Moral y Morena
Alejandra del Moral se fue del PRI para incrustarse a las filas de Morena, por lo menos eso se ha hecho público pues, aunque ella niegue que se incorpore a la militancia del “guinda” o quiera algún puesto público, la propia candidata de la coalición “Juntos Haremos Historia”, la ha cobijado dándole la bienvenida. Por lo menos eso demuestra una fotografía en la que aparecen ambas y que Claudia Sheinbaum subió a sus redes, misma que se hizo tendencia.
Es un traspié de la ahora expriista porque por más que vocifere pestes contra la dirigencia nacional de que no se están haciendo bien las cosas, fue público y notorio el apoyo que le dieron a Del Moral en la pasada elección del Estado de México, donde quedó a menos de 10 puntos de distancia de Delfina Gómez, ganadora de la gubernatura, sobre todo si se toma en cuenta que al inicio de la campaña estaba más de 30 puntos abajo en las encuestas.
Ahora se entiende la confabulación que hicieran con Alfredo del Mazo, quien se entregó a los brazos del gobierno y partido en el poder, al “dejarla” sola para que perdiera. De ahí que los pretextos que vocifere la ex alcaldesa de Cuautitlán Izcalli son patadas de ahogado para tratar de justificar la traición y malagradecida que fue con el partido que la cobijó, impulsó y catapultó al lugar al que ahora goza, pero a qué precio.
Esta dimisión, dicen los priistas de cepa, incluida la candidata de la coalición “Fuerza y Corazón por México”, Xóchitl Gálvez, no le resta momios al PRI, al contrario, valida la jerarquía, madurez y compromiso con México con los que tienen bien puesta la camiseta y responden con trabajo su responsabilidad que tienen para con el desarrollo, estabilidad política y la paz social que tanto necesita el país.
En antaño se reclamaba la deslealtad de hombres que saltaban de un partido a otro por conveniencia personal, pues quien traicionaba sus principios y valores, se recalcaba, no es garantía de que, al cambiar de rumbo, hará valer estos elementos desde otra trinchera. Nada más falso, pues se conoce en sus actos la desfachatez con la que actúan.
Nadie en su sano juicio puede pensar que se cambia de partido político porque no pudo apoyar a los más necesitados. Una vil mentira que se acentúa en los tiempos electorales y que los partidos “negocian” para dar “golpes de autoridad”.
Sin embargo, esta percepción puede ser hasta cierto punto, errónea, en el sentido de que en lugar de cambiar el sentido del voto de quienes son seguidores del desertor o desertora, harán más fuerte a los partidos que son considerados como víctimas.
Cambiar de un día para otro es impensable. El proceso lleva tiempo, muchas horas de insomnio y al final del camino, todo lo evaluado se puede echar por la borda cuando te ponen enfrente un maletín de billetes para que aceleres tu decisión. No decimos que es el caso de Alejandra del Moral, pero una posibilidad que en la mente del electorado no está descartada.
Lo que los políticos no acaban de entender es que los partidos, es decir, la marca, es incólume, y persistirán erguidos pues los que fallan son los hombres y mujeres que en su actuar demuestran su ambición personal.
Para el caso de Del Moral, dirán algo las palabras que hace unos meses pronunciaban contra Morena y cómo defendía al PRI. Alejandra tiene unas joyas de discurso que hoy se le embarran en la cara, sin capacidad de reaccionar para una defensa personal integra y responsable a su dimisión.
En alguna ocasión dijo que “lo peor del PRI está en Morena» con relación a los priístas que se habían incorporado a dicho partido. O lo que pronunció durante el debate con Delfina Gómez, donde aseguraba “que el partido guinda no representaba un cambio en el Estado de México, sino una destrucción de las políticas públicas aplicadas en la entidad”.
O aquella donde expresó que “Morena justifica en el pasado su incapacidad de dar resultados»; “donde llega Morena, las cosas empeoran, porque ese partido «destruía todo lo que tocaba», como lo hizo en Zacatecas, Colima y Tamaulipas.
Alejandra se desencantó en sólo nueve meses, pues 25 años atrás, incluso en la elección donde perdió la gubernatura, no se dio cuenta que el PRI, según sus propias palabras, ya no es el mismo; los “ideales revolucionarios” se han truncado, asegura.
Lo que sea, en resumidas cuentas, por lo que se ve, pierde más Alejandra porque ha puesto en evidencia que su permanencia en el tricolor fue sólo por interés personal, nunca en favor del colectivo de mexicanos a los que representaba. Para la estatura de miras de un lobo de mar como lo es Alejandro Moreno, dirigente nacional del PRI, esta decisión no le ha valido más comentarios que un “no le hace mella al partido, su actuar es incongruente”.
El desdén se explica por sí solo, en el sentido de que Del Moral ha pasado de ser protagonista a una más de los militantes de Morena. Al final, esta es una traición de Alejandra que vuelve, aunque no lo crea, inmaculado al PRI.