Marco Alvarado / Diario de Chiapas
Desde el inicio de la pandemia quedó claro para muchos especialistas en salud humana que, la alimentación juega un papel clave; factores como la obesidad, diabetes o hipertensión están relacionados con los hábitos diarios.
La evidencia actual parece respaldar esta idea, puesto que las personas con padecimientos metabólicos se han visto más afectados por el virus; por ejemplo, en México el porcentaje de adultos mayores de 20 años que tiene obesidad ya superó el 75 por ciento, y esto como consecuencia del consumo de alimentos procesados, con altos contenidos de grasas, azúcares y sodio.
Nuevamente el llamado de organismos como la OMS coincide en que la pandemia es una oportunidad para hacer cambios profundos en la alimentación, y con ello favorecer la resistencia de nuestro organismo ante las enfermedades.
Esto incluye alejarse de productos ultraprocesados, debido a que inflaman al organismo, y lo vuelven vulnerable a todo tipo de infecciones.
Estos productos, que se venden en los supermercados y tiendas de abarrotes, carecen de aportes nutricionales, y en cambio son abundantes en elementos que contribuyen a la obesidad, como el jarabe de maíz de alta fructuosa; que favorecen un consumo desmedido, como el glutamato monosódico, o tienen altas cantidades de conservadores.
